El pasado día de las elecciones, tanto presidenciales como locales, sin lugar a equívocos, podemos asegurar que para el Partido de la Revolución Democrática, PRD, fue el día más negro desde que fue fundado. Los magros resultados que obtuvo en esas elecciones, indudablemente que así lo denotan. Apenas un 2.5 %, aproximadamente, en la elección presidencial, según las cifras finales, equivalente a 2 millones de votos.
Con este resultado, el PRD estaría muerto, porque habría perdido su registro, ya que para conservarlo, de acuerdo con la legislación vigente, se necesita como mínimo un 3% del número de votantes. Sin embargo, eso no ocurrió, porque el partido negro-amarillo en las correspondientes elecciones para senadores y diputados, obtuvo el doble de la cifra señalada, es decir, poquito más del 5 %, respectivamente.
Claro, no dejan de ser porcentajes minúsculos, para un partido que se jactaba de ser grande, pero aun así, con esos resultados, este partido la libró, no perderá el registro, pero de lo que no se salvó fue de la fuerte sacudida electoral, que lo dejó tambaleante y más resquebrajado que un edificio después de un sismo en la ciudad de México. Todo por encapricharse a caminar contra la corriente de la que se supone era su naturaleza. Sí, quiso transitar por el carril de la derecha ideológica, de la mano del PAN, por el carril equivocado, el que históricamente no le correspondía. Se fue contra su origen o contra el punto de lo que fue su arranque, que es la piedra angular política, cimentada en la izquierda.
El desbarajuste de unirse el PRD con la derecha en el reciente proceso electoral, fue la peor desviación que cometió, porque se alejó de sus propias raíces, quedando sustentado en el aire, y con ello llegó a su punto culminante de una descomposición que paulatinamente lo estaba carcomiendo en sus entrañas. Ello porque habrá de recordarse que ya antes de este año electoral, venía padeciendo crisis tras ciris que, por periodos largos, quedaba sumido en estragos profundos en su interior. Pero el error de este partido es que se alejó principalmente de aquellos sectores sociales, humildes y desprotegidos, que un día le dieron vida, para irse por el camino de la traición hacia los brazos de una derecha corrupta.
En consecuencia, inmerso en un deterioro y descrédito abismal, todos sus líderes y dirigentes simbólicos lo abandonaron a tiempo de que los arrastrara al desastre, y a la par de ello, grandes porcentajes de sus militantes de abajo, los que suelen ser llamados de a pie, también emprendieron la retirada hacia la salida de este partido, con lo que irremediablemente se fue vaciando el caparazón perredista.
Ahora, después de los resultados electorales y que prefiguran una nueva correlación de fuerzas partidistas, con Morena que cubre en su totalidad el rango ideológico de izquierda, el PRI situado en el centro y cargadísimo hacia la derecha, y un PAN en su inamovible posición doctrinaria de derecha, la pregunta es, dentro de este espectro político, ¿a dónde quedará incertado el abatido PRD? Ello en razón de la indefinición en que previsiblemente hoy se encuentra, porque ni es un partido de derecha, ni tampoco lo es de izquierda. Esto le causará que se le venga encima una nueva crisis, de efecto poselectoral, y a lo mejor de tamaño insospechado.
Pero ante un desastre electoral perredista, aunado a que este partido se encuentra colmado de vicios añejos que jamás superó, y que hoy se le juntaron, como si se le hubieran convertido en múltiples enfermedades terminales, complicándole la vida, que le impiden valerse por sí mismo, quizá lo mejor sería la eutanasia, como muerte asistida, porque carece absolutamente de viabilidad partidista a futuro, o acaso, ¿alguien pudiera todavía creer en este partido? Creo que sólo un incauto, ¿o no? Lo veremos.
Pálida tinta: Si a la reforma educativa le darán “pa’tras”, por parecerse más a una reforma laboral, entoces, quiere decir que la reforma laboral tampoco es buena, por lo que también le deberían de dar “pa´tras” al igual que aquella. La clase trabajadora lo agradecerá, se los aseguro. De esto, ya hablaremos, de lo laboral.