El contento que muestran los partidarios de Mario Delgado por haber sido declarado por el TEPJF y por el INE como el ganador de la tercera encuesta, es, sin duda, muestra incuestionable de que ese triunfo no se lo debe a la militancia, sino al sector neoliberal de Morena, a lo que aún vive del viejo sistema en los órganos electorales y al apoyo de los poderes fácticos que siguen rezando por el fracaso de la cuarta transformación. Los que al interior del partido afirman que perdieron los “dinosaurios” y ganaron los que apoyan las políticas modernas del presidente, sólo intentan justificar su espuriato, su falta de militancia y su profundo desprecio por los que, a ras de suelo, hemos construido la cuna en la que ahora se mecen los oportunistas.

Con ironía inusitada señalan que los “puros” los “dinosaurios” perdieron porque no apoyaron el proyecto político del presidente. Que, en su afán de excluir a los “bebesaurios” intentaron secuestrar el partido porque desde Morena se preparaba la trama golpista contra el presidente. Este razonamiento falaz contiene el veneno que quisieron inocular en las filas del partido para confundir a la militancia y abrirle el paso al neoliberalismo que representa Mario Delgado y su corte de bufones. No es casualidad que el TEPJF, el INE, los medios convencionales y los representativos más feroces de la cuarta transformación, hayan apoyado a su candidato con miles de millones de pesos y espectaculares fijos y móviles que llenaron de suciedad este proceso harto irregular

Mario no fue electo por la militancia sino por las instancias a las que cohechó para servirse de ellas y asegurar un triunfo ilegítimo. Por lo tanto, su cargo, en esas condiciones logrado, puede ser legal, pero es ajeno a los intereses de la militancia, favorable a los sectores, fuerzas y personas que desde dentro y fuera de Morena representan al neoliberalismo. Dice el “triunfador” de la encuesta que la ganó por la decisión de los que apoyan su proyecto de unidad y su trabajo al lado del presidente. ¡Falso! Pero los puros y los dinosaurios, los que él y sus corifeos tratan despreciativamente, les vamos a conceder el beneficio de la duda. En principio, tendrán que tomar nota de que el 99% de los miembros de Morena no votamos por él, y que, en nuestro haber, no caben ni la traición ni el entreguismo.

De aquí a diciembre tiene que hablar con todas las fuerzas, grupos y personas que fueron víctimas de las políticas divisionistas y excluyentes de Yeidkol Polensky y que ahora Mario trae en su mochila como una de las personas harto nefastas formando parte de su equipo. Debe saber que la mayoría del partido está por la UNIDAD, pero por esa que sirve y apoya las demandas y proyectos de la gente. Si su interés coincide de verdad con lo que exigen las bases, tendrá que ir Estado por Estado convocando a TODOS los miembros de Morena, sin exclusiones de ningún tipo para que, juntos, conformemos los órganos de dirección y se trabaje unitariamente en la construcción del partido y no en clientelas electorales al servicio de los trepadores de siempre. Sólo así se podrá lograr y avanzar en el respeto a los directivos y en la unidad real del partido.

Si la dirección encabezada por Mario se conduce de manera facciosa y se siguen apoyando a grupos y personas sin el perfil que se requiere, si los nombramientos son resultado de sus imposiciones o de sus achichincles, si no tienen el aval de la gente, si no se comprometen con el proyecto de la cuarta transformación, si no se consulta a las bases y se procede democráticamente para definir todo tipo de candidaturas, entonces no solo no habrá unidad en el partido sino que empezará su debacle, se estará entregando a las fuerzas de la derecha que en forma demencial están en espera de que Morena fracase para que éstas vuelvan al poder y echen abajo el proyecto de la cuarta trasformación

Bien le haría al neoliberal presidente de Morena tomar nota de lo que pasó recientemente en Hidalgo y en Coahuila. Los resultados son hijos putativos de la conducta irracional, de las imposiciones, de la antidemocracia, de una gran pobreza intelectual, de la insensibilidad y la falta de dirección política de los dirigentes del partido. Mientras los “líderes“ de pacotilla iban y venían a los tribunales judicializando la cosa pública, el impuesto desde fuera del partido, se ocupaba de espectáculos circenses al través de espectaculares y de bufonescas declaraciones ensalzando su imagen y sus “proyectos” Lo que mostró al partido fue una ausencia inexplicable de autocrítica y de ideas que contribuyeran a reanimar la organización y su trabajo, justo cuando la derecha esquizofrénica y cristera ganaba espacios en el escenario de la política. Ojalá los nuevos dirigentes y los miembros de Morena aprendamos de los errores nuestros y de los aciertos ajenos para que, al fin, nos demos cuenta de qué lado masca la iguana.