En las últimas semanas, la cotización del peso frente al dólar ha sido muy ventajosa para nuestra moneda, pero lo que más llama la atención es que hasta ahora el presidente López Obrador no haya hablado de la “fortaleza del peso mexicano” para luego pararse el cuello con aquello de que “vamos bien y de buenas”, aunque la realidad sea distinta.

¡Qué bueno! Porque eso muestra que su preocupación como gobernante está en desarrollar una amplia colección de distractores políticos, como la consulta pública para enjuiciar a los 5 expresidentes que lo antecedieron, o la rifa del avión que no se puede sortear, por nombrar solamente a dos de los asunto más estridentes y por los cuales ha dejado en paz a la economía.

La fortaleza actual del peso, básicamente se debe a circunstancias externas y no como resultado de una estrategia gubernamental sólidamente estructurada, tal como los datos oficiales y nuestros bolsillos nos lo han confirmado en el día a día.

En los últimos días la cotización de nuestra moneda ha estado muy cerca de los 21 pesos por dólar, que representa un incremento del orden de 18 por ciento desde el máximo registrado a principios de abril, cuando se reconoció la fuerza de la pandemia; sin embargo, con relación al tipo de cambio existente al inicio del sexenio, prevalece una devaluación de 11 por ciento o de 2.13 pesos por dólar.

Uno de los estímulos más recientes para esta situación es el hecho de que AstraZeneca reanudó sus trabajos para producir una vacuna contra el Covid-19. Con eso, el mundo financiero recuperó su optimismo y empezó a buscar más riesgo, con lo que creció el atractivo por algunas monedas, como la nuestra que se ha fortalecido de una manera que no se veía desde marzo de 2020.

La pregunta que nos hacemos es, ¿qué ha permitido que el peso se revaluara frente al dólar cuando las condiciones económicas de México y del mundo no son las mejores?

En primer lugar, el diferencial de las tasas de interés, en donde México paga 4.5 por ciento, mientras que en Estados Unidos es de 0.25 por ciento y cero en términos prácticos, que constituye un estímulo para mantener y atraer capitales a nuestro país. Esta semana la Reserva Estadounidense (FED) decidió no mover este indicador para estimular a su economía y marcar distancia con el proceso electoral que se decide en noviembre.

Por lo que se refiera a nuestro país, la fortaleza del peso es consecuencia de que los grandes usuarios de dólares no sólo se adelantaron a la menor liquidez mundial causada por la pandemia, sino que aprovecharon las medidas monetarias que puso en marcha el Banco de México al ser declarado el confinamiento.

Junto con eso, recientemente y como resultado de la reanudación de actividades económicas, se ha observado un lento pero sostenido crecimiento de las exportaciones agropecuarias y de bienes manufacturados en función del avance de la demanda estadounidense principalmente, pero también por los elevados montos de remesas. Eso explica que en el país prevalezca una amplia disponibilidad de dólares.

Eso se observa en la acumulación de divisas que se expresan en el elevado nivel de las reservas Internacionales del Banco de México, que ascienden a 193 mil 316 millones de dólares. Entre otras razones que ayudan a explicar este monto, sobresale el hecho de que, a causa de la pandemia, durante el verano los mexicanos no viajaron al extranjero y no hubo demanda de dólares.

Aunque no está de más pensar si la fortaleza del peso y la entrada de divisas no podría ser también resultado de lavado de activos financieros o por las actividades propias del narcotráfico en el mercado internacional.

Como sea, el hecho de que en el Paquete Económico 2021 se mantiene el compromiso de mantener austeridad en el gasto público, con lo que eso pueda significar, y que no se contratará deuda externa, se creó la percepción de que la inflación estará controlada el próximo año. Esto ha contribuido a mantener la percepción de un tipo de cambio fuerte; aunque eso también puede ser contraproducente para el consumo, la generación de empleos formales remunerados y para una recuperación económica pronta y duradera.

Dadas las condiciones del país, la revaluación de la moneda es vista por las autoridades hacendarias como una bendición porque, al abaratar los productos importados, resta presión en los precios internos; y si prevalece la cautela monetaria puede estimular la entrada de capitales extranjeros y asegurar el flujo de liquidez.

Pero paradójicamente un dólar débil también puede tener efectos negativos sobre los ingresos petroleros porque el gobierno obtendrá menos pesos por cada dólar de exportación de crudo, aunque al mismo tiempo dará ahorros en la importación de gasolinas.

No hay que descartar que nuestro tipo de cambio alcance los 20 pesos por dólar que, sin el respaldo productivo de la economía formal, puede resultar en otra ilusión sexenal.

Mientras los distractores se acumulan en cada mañanera y en la Cámara de Diputados un grupo de técnicos de la Secretaría de Hacienda marca pautas a las ingenuas comisiones legislativas sobre la orientación del Paquete Económico para 2021 a fin de asegurar los caprichos presupuestales, el futuro resulta incierto porque en función de las ventajas cambiarias deberían establecerse políticas públicas en favor del progreso.

De última. 1. Hace varias semanas pusimos En Contexto lo inevitable: Jesús Seade quedó descartado para encabezar a la Organización Mundial de Comercio (OMC); y 2. Por negligencia de la SHCP se favoreció el capricho de Donald Trump en el BID.