… Una ilusión,<br>​una sombra, una ficción,<br>y el mayor bien es pequeño;<br>que toda la vida es sueño,​<br>​y los sueños, sueños son.

Pedro Calderón de la Barca

 

 

Lo presentado ayer ante la Cámara de Diputados por el secretario de Hacienda, doctor Arturo Herrera, intenta maquillar lo que terminará siendo el descarrilamiento de la economía nacional en este sexenio.

El decrecimiento para este 2020 se prevé del 8% (versión positiva) —del 10.8 % según Fitch Ratings—, luego del -0.1% de 2019. ¿Por qué suponer, entonces, un crecimiento económico del 4.6% para el próximo año? (JP Morgan considera que el país que más crecerá el próximo año —China— alcanzará un 5% de crecimiento. O, bien, la Oficina del Presupuesto del Congreso de los Estados Unidos considera que, siendo optimistas, crecerán en el 2021 un 4.2%. ¡Al parecer creceremos más que nuestro principal socio comercial!). Pero mismo concediendo, ¿por qué considerar que este sería suficiente? Eso en sí mismo es una aceptación de derrota.

Cuando se piensa que el T-MEC y la economía estadounidense serán nuestras —únicas— palancas de desarrollo, simplemente los datos no cuadran. En específico, en el rubro de los ingresos: tan solo este año, los ingresos de julio fueron un 26.9% menores a los de enero, estos a su vez más reducidos a los del mismo periodo del año pasado.

Otra parte de los ingresos del país se calculan en el petróleo; tanto en su precio como en lo que se espera producir. Otra vez, el escenario presentado no es realista. El precio promedio del petróleo mexicano (dólares por barril) este año en su mejor momento ha estado en $34.60 y para el 2021 se calcula en $42.10. La producción nacional este año se estima en 1.744 millones de barriles diarios y para el próximo en 1.857. Complicado de lograr porque en la locura del presupuesto creen que con cien mil dólares podrán dar mantenimiento mayor a las plantas de PEMEX Criogénicas 1-6, Fraccionadoras 1-3 y 4 en CPG Burgos. Pero eso sí, de los 47 mil millones de pesos para la Secretaría de Energía, el 95.7% se destinará solo a Dos Bocas.

El presupuesto destinado a las seis refinerías de Pemex se redujo casi a la mitad, con lo cual se garantiza que no habrá la autosuficiencia en combustibles, como YSQ dice en sus mañaneras, y tampoco el que México deje de exportar y que se alcance el número de barriles que se busca.

Las pérdidas de Pemex y de CFE, tan solo en el primer semestre del 2020, superaron los 703 mil millones de pesos. Ante semejantes pérdidas, cualquiera en su sano juicio trataría de hacer inversiones estratégicas. Pero no, para el 2021, con un presupuesto austero, poco más de un peso de cada cinco gastados por el gobierno, se irán a este barril sin fondo (el 21.8% del presupuesto).

Y si bien es cierto que el presupuesto destinado al sector salud aumentó en un 9%, ello es solo medido contra el presupuesto del 2020, ya que este a a su vez tuvo una fuerte reducción si se le compara con el 2019.

 

Sigamos con las incongruencias:

Se presume que el presupuesto para turismo aumentará en más de un 600%, lo que suena como una magnífica noticia para el sector hotelero. Pues no. El 94% de ese presupuesto será exclusivamente para el Tren Maya. Del rubro cultura mejor no hablamos.

El presupuesto también carece de una parte fundamental: apoyar a todos los que se han visto afectados por el covid. No olvidemos los 12 millones de desempleados, una baja de la inversión de más del 25%, el consumo que decreció en un 19% y la informalidad que ha subido.

Estar en la crisis económica en la que nos encontramos y no prever apoyos para impulsar la planta productiva, procurar la permanencia de los empleos o la creación de nuevos, es una insensatez. En el Paquete Económico para el 2021 no hay un solo rubro para impulsar la economía nacional y está lleno de buenos deseos y promesas que solo auguran empeorar la tormenta por la cual atraviesa nuestra patria. Es también la muestra perfecta de la desconexión con la realidad que vive la 4T. El presupuesto no es una historia de ensueño; es una pesadilla que ya estamos viviendo.