La actividad económica básica en la Antigüedad era, tanto en Grecia como en Roma, la agricultura, la unidad de producción era el hogar y la fuerza de trabajo eran los esclavos, por lo que estas economías, no eran de modo alguno, economías de bienes de consumo. Así, en el mundo Antiguo no existían salarios ni intereses ?pago por capital productivo?, por lo tanto, tampoco podía haber una teoría de los precios tal como hoy se le concibe. Es decir, por un lado, el trabajo no era remunerado y no había necesidad alguna de un criterio para determinar el monto de los salarios, dado que el trabajo, al ser hecho por esclavos, se excluía del campo de los estudios. Por otro lado, los intereses no se consideraban un costo de producción, sino más bien como un gravamen que los más favorecidos imponían a los menos afortunados o menos prudentes.[1]Esto ocurría no sólo en Atenas, sino en todas las ciudades helénicas. En consecuencia, muchas observaciones y cuestionamientos se basaban en la consideración ética.[2]
En el examen de las primeras cuestiones económicas figuró principalmente Aristóteles (384-322 a. C.), que en el ámbito de la economía sus aportaciones más relevantes fueron referentes al valor y a la naturaleza del dinero, ocupó su atención en el planteamiento de problemas de ética ?expresada en virtudes de justicia y equidad?, a saber, qué es lo correcto y decente en materia de relaciones entre los que poseen amplios recursos financieros y los necesitados.[3] Es decir, dado que los precios derivan, de una u otra forma, de los precios de producción, en la Antigüedad se carecía de una función visible para los propietarios de esclavos. En consecuencia, lo único que pudo preguntarse Aristóteles fue si los precios eran justos o equitativos: hasta dónde un precio refleja lo que es justo, suficiente, equitativo y ético. Preocupación, que sería el meollo del pensamiento económico en los siguientes milenios.
A medida que el desarrollo del mercantilismo sienta las bases de la teoría de los precios internacionales; el principio de la autorregulación de los metales preciosos; la formación de los Estados modernos; el interés se convierte en dinero para ganar dinero; la mano de obra convierte a los trabajadores en ?esclavos del salario?, y se desarrolla la gran empresa moderna, las justificaciones éticas presentaron una ruptura.
Esa ruptura ha intentado construir una ciencia abstracta en relación con las acciones de un hombre económico, que no obedezca a influencias éticas y persiga el lucro con entereza y energía, en una forma mecánica y egoísta. Por lo tanto, las fuerzas del mercado se han impuesto avasalladoramente a las fuerzas éticas encargándose de que el hombre económico no cuestione límites, y sí obedezca, a la creencia de tener acceso a ilimitados beneficios, incluso en contra de la misma savia madre de la economía contemporánea.
Para comprender lo anterior, consideraremosalgunos elementos básicos de la obra principal del pensamiento económico contemporáneo, los Principios de Economía del gran maestro de la Universidad Cambridge, Alfred Marshall (1890).[4]
En su Examen Preliminar (libro I, capítulo 1) de los Principios, el economista inglés menciona que ?incluso, para los casos más especiales de los estudios económicos, es importante saber si los deseos que prevalecen son de tal índole que puedan ayudar a formar un carácter, enérgico y honrado.? (Marshall 1890 [2005]: 21). Es decir, la formación de carácter consiste en el dominio de las facultades superiores (inteligencia y voluntad) sobre las inferiores (caprichos, pasiones, dogmas y fanatismos). La inteligencia se apoya mucho en dos características: primero, nuestra experiencia, capitalizar lo que hemos vivido, incluyendo especialmente las derrotas, los fracasos, no debemos confundirla a hacer lo mismo, una y otra vez, sin aprender de ello. Por su parte la voluntad nos permite decidir y ordenar nuestra propia conducta, ésta debe estar dominada por la inteligencia (no por nuestros caprichos, pasiones o deseos). Dicho de otra manera, la inteligencia bien usada y dirigida (basada y apoyada en buenas virtudes), la que debe, por su parte, dirigir la voluntad. Así, al considerar que los deseos van limitados o dirigidos por la virtud humana de la honradez, en Naturaleza de la Economía (libro I, capítulo 2), nunca considera al dinero ?o poder adquisitivo general? como el fin del esfuerzo humano, ni como el objeto más importante de estudios para el economista:
El dinero o poder adquisitivo general, o el dominio sobre la riqueza material, es el centro alrededor del cual gira toda ciencia económica, esto es así, no porque el dinero o la riqueza material, se consideren como el fin principal del esfuerzo humano, ni como el objeto más importante de estudios para el economista, sino porque en este mundo es el único medio apropiado para medir los móviles humanos en gran escala (Marshall 1890 [2005]: 26-27).
Es decir, Marshall aclara que el dinero es un medio apropiado porque es la medida de muchas cosas, pero no significa que es la finalidad del esfuerzo humano. Así, inmediatamente después advierte que ?si los antiguos economistas hubieran aclarado este concepto, habrían evitado muchas malas interpretaciones?? muchas veces convertidas en ?ataques fundados en la falsa creencia de que aquella ciencia no se ocupaba de más móviles que el deseo egoísta de riquezas y de que inculcaba una política de sórdido egoísmo.? (Marshall 1890 [2005]: 27). Por lo tanto, aclara:
?? cuando se dice que el móvil de una acción humana es proporcionado por el dinero que se trata de ganar. No se quiere significar con esto que la mente del que la ejecuta esté cerrada a cualquier otra consideración que no sea la de la ganancia, pues hasta las relaciones más mercantiles de la vida suponen honradez y buena fe?? (Marshall 1890 [2005]: 27).
Establecido lo anterior, por uno de los más referentes del pensamiento y del análisis económico moderno ¿por qué entonces se ha degenerado la finalidaddel esfuerzo humano? ¿Por qué si el móvil de una acción humana es proporcionado por el dinero que se trata de ganar, ha significado que la mente sí se haya cerradoa ese fin? Como hemos podido leer, en la savia madre de los Principios de Economía (libro I), Marshall se interesa por fijar algunas virtudes de la conducta humana antes de sus aportaciones a la economía. Esto es importante porque anteponer dogmáticamente las aportaciones económicas antes que ciertas virtudes de la conducta humana, ha tenido consecuencias desastrosas, duraderas y vigentes. Por ejemplo, llevamos siete años inmersos en la Gran Recesión (2008-2015), lo cual obliga al estudio y a la enseñanza de la economía a detalle, como si nos interesara aceptar que algo no anda bien y que la crisis que tenemos hoy sí ha ocurrido.
El legado de Marshall, por un lado, nos recuerda que la economía ?en sus orígenes? estuvo vinculada durante siglos a la ética ?además de las ciencias morales? y, que a pesar de haber sido él mismo quien peleó durante decenios por conseguir separar la economía de la misma, al titular su obra Principios de Economía y no Economía Política, nunca significó una abstracción total de la ética, ya que esa obra representa un estudio de la humanidad en las actividades ordinarias de la vida (Marshall 1890 [2005]: 5).Por otro lado, al ser Marshall el descubridor de tantos instrumentos de análisis y tantos fecundos conceptos: la noción de utilidad marginal, la de ganancia o renta del consumidor, la doctrina de las cuasi rentas, la definición y expresión exacta de la elasticidad de la demanda, el papel de las economías internas y externas en los rendimientos crecientes, la teoría de los monopolios, el análisis y clasificación de problemas del valor en función del tiempo, aspectos de la teoría del interés, etcétera; estos nunca significaron la idea de que la capacidad de razonar fuera para justificar la degeneración de las conductas.
Por el contrario, la capacidad de razonar ?acompañada de saber que el dinero no es el fin del esfuerzo humano y que la mente sí está abierta a cualquier otra consideración que no sea únicamente la de la ganancia?obedece a rectificar, mejorar y redirigir el aprendizaje, proveniente de los errores para que los desastres nunca se olviden. Esta diferencia es fundamental cuando en Generalizaciones o leyes económicas (libro 1, capítulo 3) se sostiene que ?La Economía de los negocios, como casi todas las demás ciencias, recoge hechos, los ordena e interpreta y trata de obtener deducciones de ellos? deseando alcanzar ?el conocimiento de la interdependencia de los fenómenos económicos? (Marshall 1890 [2005]:35). También es fundamental cuando, si bien es cierto que los Principios entrañan una escisión en el método científico, y que la economía sólo se preocupa de los hechos no por los valores o la política, Marshall, en Orden y fines de los estudios económicos (libro I, capítulo 4), aclara que a pesar de que el economista, ante todo, debe preocuparse por los hechos, éstos por sí solos no enseñan y que sólo la razón puede interpretarlos y obtener lecciones de los mismos (Marshall 1890 [2005]: 45). Entonces, ¿por qué en el estudio de fenómenos económicos, la razón, principalmente en tiempos de crisis, pareciera poco razonable?
Como conclusión podemos definir dos vicios y dos fracasos fundamentales para dar respuesta a las preguntas planteadas. Primero, dos vicios:
Es decir, ambos vicios han degenerado hasta el punto de que todo proceso económico y político esté dominado por personas y grupos orientados a la búsqueda de grandes fortunas que fortalecen círculos viciosos como la impunidad y la corrupción. Estos vicios enraizados se niegan a morir y rigen el mundo financiero hoy ?véase: http://m.cnnexpansion.com/negocios/2015/05/19/crece-falta-de-etica-entre-banqueros-de-eu?que ha permeado la realidad de muchos países y ha socavado las bases de la sociedad contemporánea.
Esto nos muestra que la escisión entre economía y ética, no proviene de una obra, y no solamente de dos vicios, sino también de dos fracasos:
Considerando el segundo fracaso ?porque el primero está aclarado con el nombramiento del primer vicio?el dinero visto más como una necesidad que como una herramienta significa que los dueños y administradores del capital quieren siempre mantener los salarios y otros costos lo más bajo posible, pero en la medida en que lo han logrado, han creado un problema recurrente para ellos mismos, pero lo han solucionado. Es decir, los trabajadores al ser también consumidores y que el capitalismo requiere de éstos con poder adquisitivo para comprar sus productos, han creado una tensión entre la necesidad de mantener bajos los salarios y alto el consumo, pero ese dilema está resuelto al traer al presente el consumo futuro mediante de dramáticas extensiones de crédito, sin embargo, con consecuencias desastrosas sobre las economías y las personas.
De esta manera, cuando Voltaire dijo que ?quienes creen que el dinero lo hace todo terminan haciendo todo por dinero? tenía razón. Logrando que éste [dinero], que se encuentra entre la ruptura de la ética y la economía, en varios casos, se convierta en algo incompatible con el sustento político, económico y social. Incluso con la misma existencia, donde la destrucción del medio ambiente está llegando a una escala sin precedente según el economista Jeffrey Sachs en CommonWealth: Economicsfor a Crowded Planet (2008).
Es urgente reconocer que el comportamiento ético comienza con la buena práctica de una profesión, oficio o arte. La profesión económica ha tenido en cierto modo una mala interpretaciónu omisión de detalles básicos que hemos mencionado, ya que como hoy se le teoriza, pareciera alentar una obsesiva preocupación por el futuro, donde el dolor de las pérdidas es bastante superior al disfrute de las ganancias ?aversión asimétrica a las pérdidas?, olvidando ocuparse de los vicios y fracasos que siempre han estado presentes. Vale la pena voltear a lo básico, pues el futuro inevitablemente es producto del pasado y siempre conservará elementos de lo que hoy existe. Por lo tanto, creo que no es cierto que si las cosas son como son es que tenían que ser así y no pueden ser de otro modo.
[1]El interés sólo llega a adquirir respetabilidad cuando se le define como pago por un capital productivo.
[2] Consideramos a la ética como una reflexión sobre el hecho de que la vida humana es inseparable de la misma. Tan es así que, la ética representa el conjunto de normas que rigen la conducta humana.
[3] Los pensamientos de Aristóteles en materia económica están ordenadamente expuestos en EarlyEconomicThought, antología coordinada por A. E. Monroe (Cambridge, Harvard UniversityPress, 1924).
[4] Marshall, Alfred (1890) [2005], Principios de Economía, Fundación ICO, España.