Pasaron las elecciones, se dieron los resultados, algunos sorpresivos y otros no tanto, y una vez más nos sumergimos en el pantano de las descalificaciones, en donde todos los actores (en el sentido literal de la palabra) políticos se acusan unos a otros de las mismas conductas.

El compro de votos es siempre una de las acusaciones más recurrentes, lo que se hace a través de tarjetas, dinero y el muy socorrido regalo de despensas.

Todos sabemos que estas prácticas son muy añejas, y que ciudadano, sin importar que el sufragio es secreto, y que sin importar si recibió alguna dádiva, podría votar por quien se le diera la gana, y sin embargo, ?honra? la palabra empeñada, porque no puede o no sabe decir que ?NO?.

El fin de semana pasado tuve una plática a este respecto, en donde comentábamos lo difícil que es para el mexicano decir directamente ?NO?.

¿Por qué nos cuesta tanto trabajo decir ?No? a algo? Con mucha frecuencia nos enfrentamos a situaciones a veces demasiado embarazosas, que preferimos eludirlas con excusas en vez de responder con un rotundo ?no?. Y en otras, en su mayoría, tenemos que aceptar antes de herir susceptibilidades.

Te invitan a una fiesta a la que no quieres ir, pero respondes ?claro, ahí estaré? o alguien organiza una cena y por compromiso estás, aunque definitivamente no eran tus planes. Uno de los casos más significativos se presenta cuando alguna persona se te pone enfrente y te pregunta ?sí me recuerdas, ¿verdad??. Aunque realmente sabes que no, la costumbre es quedarte callado un momento y decir ?¡claro, cómo no!?.

Lo más penoso es que la persona ha entablado una breve conversación contigo y al cabo de unos minutos, vas enredando tu propia respuesta; al despedirse, necesariamente tienes que preguntarle a alguien más: ?¿Quién es??. ¿Por qué en ese momento nos cuesta trabajo decir ?no, no te recuerdo? y al instante ofrecer una disculpa por la falla de memoria.

Nos cuesta mucho decir que ?No?, pero es normal, porque en casi todas las situaciones acudimos al ?sí? para no hacer sentir mal a la otra persona o sencillamente para salir del paso, como se dice comúnmente. Sin embargo decir lo contrario a lo que deseamos, es entrar en un conflicto interno, por eso tenemos que decidir a qué necesidad debemos darle prioridad, si a la mía o a la del otro.

Porque en definitiva, entre el sí y el no, hay una necesidad que se va a cubrir, pero se deja abierta otra. ¿Cuál necesidad quieres atender? Dicen los sociólogos que los seres humanos con naturalidad actuamos para agradar a los demás: nos vestimos de determinada forma para que las personas nos califiquen, asistimos a eventos sociales importantes para que las personas nos vean, leemos el libro que nos recomendaron, entramos al cine a ver la película que nos dijeron era buena.

Actuamos, en síntesis, para los demás y también, sin dudarlo, ofrecemos respuestas a veces para agradar a la gente. Nada nos cuesta decir ?No?, a una invitación que necesitamos rechazar, por gusto o por lo que sea. ¿Te ha pasado que un fin de semana planeas estar en casa, descansando, tirado en la sala viendo televisión? Y de pronto alguien te llama y te preguntan: ¿Estás disponible?, porque vamos a tu casa? ¡tenemos fiesta!

Y respondes, con inmediatez y sin titubeos: ¡claro, aquí los esperamos! Cuelgas y tu rostro se ha convertido en un fastidio. Te metes a bañar, te alistas y te dispones a recibir a los auto invitados, cuando tus planes eran otros. ¿Por qué no dijiste ?no?? Porque no podemos, así de simple.

Jib Fowles, considerado uno de los más grandes teóricos de la publicidad, sostiene que hay 15 grandes necesidades creadas para que las personas nos convirtamos en consumidores; entre ellas, está la de distinción, en la que toda persona necesita ubicarse en determinado grupo, principalmente económico.

Sin duda has visto que los jóvenes, hoy, no quieren vestir cualquier prenda y prefieren ?a diferencia de nosotros a su edad- algo costoso, pero de marca, a varios artículos con el precio de uno. Es una necesidad de distinguirse en un grupo, sentirse seguros vistiendo determinadas marcas y eso les asegura ser aceptados.

Justo es en esa necesidad de aceptación, cuando caemos en el juego de una respuesta que no queremos dar, pero lo hacemos para no ?agredir? a quien busca nuestro ?si?. Nos pasa a todos y en cualquier nivel, pero en particular en casa: estamos generando con frecuencia el sí a nuestros hijos para asegurar que no nos rechacen.

Nos cuesta tanto trabajo decir no a las peticiones de los muchachos, que han creado en nosotros el perfecto colchón de satisfactores; tanto que no existe la posibilidad de negarles algo. Cuando tú y yo éramos jóvenes, ?no?, era ?no?. Hoy, ?no?, significa para nuestros hijos un ?sí, pero te cuidas?, un ?sí, pero vuelve temprano?, un ?sí, pero te reportas?. Antes ?no?, era ?no? y punto.

Me parece que hoy somos tan vulnerables, que la misma actitud social nos está orillando sin remedio a la complacencia absoluta, sin condiciones y mucho menos a la retroalimentación. ¿Por qué no le puedo decir a uno de mis mejores amigos que hoy no puedo acompañarlo a la fiesta en su casa, sin darle tantas explicaciones? ¿Qué pasa si le digo simplemente no, porque no tengo ganas?

Creemos que el ?No?, es sinónimo de rechazo, de repudio, de fastidio y hasta de fobias, cuando en realidad la palabra ?No?, puede evitar problemas, conflictos, desvelos, sufrimientos, angustias, crisis, enredos y, debo decirlo sin tapujos: hasta embarazos. Pero primero pensamos en los otros y luego en nosotros. Qué paradoja.

Nuestros hijos confunden el ?No? con desamor, incomprensión y hasta odio. Creen que negarles un permiso es igual a encarcelarlos, cuando en realidad se trata de una decisión que se toma con autoridad, no con autoritarismo. Pero nos cuesta cada día más, decir ?No?.

?No quiero? muestra firmeza, no agresividad. ?No?, es una negación, de ninguna manera un rompimiento, aunque a veces, en esas cosas del amor, el ?No? puede llevarse al terreno de una derrota del corazón. ¿O acaso alguna vez no has dicho o no te han dicho: ?no eres tú, soy yo?? ¡Patrañas! Son cosas comunes.

Quizá si entendiéramos que decir ?No? nos sacaría de muchos problemas, seríamos una mejor sociedad.