Después de un intenso y muy ajetreado ambiente político, las campañas presidenciales y todas las demás llevadas a cabo para los distintos cargos de elección popular, por fin este miércoles pasado, llegaron a su punto culminante. Por supuesto, sin desdeñar que a lo largo de varios meses, hoy como nunca antes, sus desarrollos proselitistas estuvieron plagados de diversos incidentes, algunos de ellos de suma gravedad ínsólita, ya que cuando en lugar de la comunicación mediante el discurso político, se tuvo la presencia de disparos de balas, con lo que se generó una violencia despiadada.
Sí, para la estadística quedó plenamente registrado que en más de cien casos violentos se impuso la crueldad, ya que lamentablente terminó con la vida de muchos candidatos de distintos partidos políticos, que mediante la vía electoral buscaban convertirse en representantes populares. Fueron hechos repudiables que infundieron temor, que provocaron que por momentos la sociedad sintiera una tensión desbordada. Con ello se suscitaron intervalos aciagos y perniciosos, que por la conmoción causada, cimbraron y crisparon a la nación entera.
Pero además de esos incidentes fatales, se pudo constatar que la coacción del voto sigue siendo una práctica arraigada y descarada, nociva y peligrosa, porque su esencia es la de coartar las libertades del ciudadano, como lo es aquella de no permitirle que emitia su sufragio conforme a su voluntad. Es algo que para algunos partidos políticos fue el eje central de sus estrategias de campaña, porque más que convencer con propuestas atractivas, trataron de comprar con dinero la conciencia del elector. No tuvieron el menor recato o escrúpulo para cometer esa trastada que antenta contra los intereses de la superación de la sociedad en general, y que como una consecuencia insana y dolorosa, es seguro que ello mantendría postrado en la ignorancia y en el atraso al país completo.
Así que la realidad nos muestra, que nuestra democracia encuentra obstáculos para establecerse como una forma de vida natural en las cuestiones políticas nacionales. Intereses oscuros y retrógados se oponen con arrebato desmedido para no cederle el paso libre. Indiscutiblemente que ello significa pretender cancelar un futuro prometedor inmediato. No permitir el despertar del ciudadano, y menos que éste participe para marcar las directrices en la toma de decisiones de un nuevo gobierno que con rapidez se avecina.
Por eso es que ahí está siempre la amenazante sombra del fraude electoral. Veremos si en estas elecciones del domingo se logra romper sus nefastas ataduras. Podremos constatar si con la fuerza del voto ciudadano es sufiente para impedir que se pretenda apuñalar una vez más a nuestra democracia, porque el fraude, como su némesis, viene a ser como un dragón de muchas cabezas, que se tendrá que vencer. Así que hoy el dilema habrá de ser, ¿democracia o fraude? Lo veremos.
Pálida tinta: Si algunos candidatos presidenciales que de forma notoria y oportunista se pusieron la camiseta verde para plegarse a los primeros triunfos entusiastas de la selección nacional de futbol en el actual mundial de Rusia, ahora que fracasó por la goliza que le metieron, ¿presentirán que eso puede ser premonitorio de una inminente goliza electoral que les meterían el próximo domingo? Quizá todo por andar mezclando votos con balones de futbol, ¿o no?