En el año dos mil, cuando el Licenciado Andrés Manuel López Obrador, asume la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, llegó a ese cargo por la vía electoral y en el ejercicio del mismo lo hizo de una manera innovadora. Con visión de austeridad, empezó a bajar los salarios de los altos funcionarios que conformaban su estructura administrativa porque eran unos sueldos  exorbitantes; estableció  todos los días un sistema de conferencias de prensa mañaneras, para informar sobre los asuntos relevantes de la Ciudad; al igual, a las seis de la mañana llevaba a cabo sus reuniones de gabinete relativos a la seguridad pública; y también creó diversos programas sociales, destacando entre ellos, la pensión económica y universal para los adultos mayores que hubiesen cumplido 68 años.

La pensión universal fue para aquellas personas por el simple hecho de que hubiesen cumplido la edad de 68 años. Ello, independientemente que fueran personas humildes o de buena posición económica, que gozaran o no de alguna otra pensión en razón de que se hubiesen jubilado. La pensión universal instituída por AMLO era para para que los adultos mayores disfrutaran el último tramo de su vida con cierta tranquilidad. Así que, a los olvidados adultos mayores,  por primera vez se les había tomado en cuenta, sin distinción alguna,  desde el mendigo que nunca haya trabajado, hasta el magnate Carlos Slim, podían ser pensionados, de acuerdo a esas consideraciones.

Esto generó reacciones furiosas y descalificadoras hacia López Obrador, que venían desde el gobierno federal, encabezado por Vicente Fox, y algunos círculos empresariales, que desde su perspectiva mezquina significaba tan solo regalar el dinero público. Además de que señalaban que era un programa electorero. Desde ahí lo empezaron a prejuzgar a AMLO como un populista. Pero lo cierto que ese progama de ayuda económica para los adultos mayores, pronto se sobrepuso a la crítica malsana y tuvo tanta aceptación social que al tiempo se consolidó, más cuando para garantizar su permanencia, se elevó a rango de ley en el Distrito Federal. Un programa novedoso que en esos tiempos ni siquiera se lo imaginaban en alguna entidad del país.

Un programa social de adultos mayores, que con posterioridad el gobierno federal trató de imitarlo con otro diverso de menor cuantía, denominado 65 y más. Lo instrumentaron en toda la República, ah, pero aquí esos críticos mordaces ya no fueron populistas, pero sí se puede afirmar que este remedo de programa 65 y más, sí lo crearon con un sesgo esencialmente electorero.

Pero todo esto a qué viene. Pues la respuesta es muy sencilla, resulta que el Presidente de la República electo, Andrés Manuel López Obrador, ahora pretende fusionar este programa de adultos mayores de la Ciudad de México con el de 65 y más, para hacer uno nacional, igualitario para todo el país, desde luego que eso es bueno, sin embargo, se está dejando de considerar lo profundamente emblemático e histórico que es este programa social para la Ciudad de México,  ya que al paso de los años se ha convertido como parte del alma misma, es como un patrimonio intangible que se ha acuñado en esta metrópoli, y que en el  fondo objetivamente emblematiza una lucha social por los derechos humanos fundamentales de las personas mayores, como lo es el que puedan contar con una pequeña pensión, siquiera para solventar lo básico.

Este programa social también podrá asegurarse que se ha convertido en una especie de sìmbolo de identidad en esta Ciudad, es uno de los logros trascendentes de los gobiernos de la izquierda, y que si ahora se lo quitan para  integrarlo a un programa nacional, es  como despojar a esta Ciudad de su bandera de lucha, es lo que históricamente representa , y ante ello, AMLO lo debería de repensar, dejando que el gobierno de la Ciudad lo siga operando, claro trasnfiriendo los recursos federales para para su sustento, de lo contrario, pronto se olvidará cuál fue el origen de tan noble y generoso programa, y sería como si los adultos mayores se fueran de la Ciudad. Lo veremos.

Pálida tinta: Adios, pelado Matias Almeyda, qué mal te trataron en Chivas, pero seguro que pronto te van a extrañar los del Rebaño Sagrado, ahora que estas en la MLS de los Estados Unidos, pero también, como suele decirse: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. Vaya que lo dice alguien que no conoce de futbol, pero nos guiamos por el sentido común, y el pago que recibiste fue la ingratitud absoluta, no obstante que a Chivas le embuchacaste nada màs y nada menos que seis títulos en tu corto tiepo que estuviste dirijiendolos. Lo veremos.