Cuando por primera vez han ocurrido unas elecciones inéditas y atípicas, por el número de millones de personas que masivamente el primero de julio pasado salieron a votar, más del 60% del padrón electoral, con lo cual, idiscutiblemente que se venció el abstencionismo de siempre o el valemadrismo acostumbrado, con lo que se dio paso a un júbilo colectivo desbordado, una fiesta nacional interminable, ah, pero también hay que decirlo, luego vino lo inesperado, lo desagradable, el pelo en la sopa, pues.

Ciertamente, cuando se habían dado unas elecciones democráticas, libres, en las que no hubo margen para la maniobra ni para que fueran alteradas o manipuladas en la oscuridad, como la sospecha de que eso siempre ocurría por parte de los propios órganos electorales, INE y tribunales de esta materia, lo cual convincentemente era un detonante explosivo de alegría social, muy encendida, ah, pero el INE, no soportando ese ambiente de éxtasis, de embeleso común, se convirtió en el aguafiestas, en el factor egoísta y mezquino, que de golpe artero apaga de súbito ese gozo facinante.

Sí, el INE truncó una fiesta nacional en los momentos menos oportunos, ya que salió con su domingo siete, con su desacierto de dar conocer de forma pública y presurosa una multa de extremado escándalo, por una cantidad millonaria en contra de Morena. Sanción impuesta al partido que en las recientes elecciones causó sensación por los resultados que obtuvo. El partido que derrotó de manera estruendosa al PRI y al PAN. El que ganó todos los frentes de batalla electoral, con su entonces candidato a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Pero que a ojos vistos, el INE le impuso una multa irresponsable, una sanción improcedente desde la perspectiva jurídica, porque de forma indebida ha vinculado un fideicomiso con este partido político. Fideicomiso, que ha tenido como finalidad recababar fondos económicos a través de aportaciones voluntarias para apoyar a los cientos de personas que salieron damnficadas por los estragos del sismo del 19 septiembre del año pasado.

Una multa excesiva al parecer de 197 millones de pesos, aplicada como castigo a Morena, bajo el argumento de que hizo proselitismo político en la campaña que recientemente acaba de terminar, mediante el mencionado fideicomiso. Desde luego que la ley prohíbe la desviación de las prerrogativas económicas que reciben los partidos políticos a que sean utilizadas a rubros ajenos que no sea su propia función, que es la relacionada con todo lo que sea activismo político.

Pero resulta que el INE se ha confundido, porque al parecer ha considerado  que el fideicomiso lo creo Morena para apoyar a dagnificados del sismo. Error garrafal, porque si bien es cierto que tal figura jurídica, fideicomiso, al parecer si lo crearon militantes de Morena para la finalidad ya mencionada, también lo es que ello nada tuvo que ver con partido Morena.  Es decir, aquí el INE evidentemente está confundiendo la gimnasia con la magnesia.

Sin embargo, no  son tan inocentes, no se pueden confundir de forma tan cándida, más bien la aplicación de la excesiva multa obedece a otras motivaciones, y sin lugar a dudas que ello es una especie de reacción  de algunos consejeros del INE o de una especie de inconformidad en contra de los lineamientos de política pública que día con día, a manera de agenda esta dando a conocer, el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

Sí  es seguro que a donde más les dolió al INE fue que anunciara la reducción de salarios para altos funcionarios,  porque los consejeros de éste Instituto Electoral cómo van a dejar de percibir sus enormes salarios y prestaciones económicas de que gozan para someterse a los nuevos modelos de austeridad que viene anunciando el próximo Presidente de la República. Esta es la verdadera escencia de este escándalo, que los consejeros del INE reaccionaron iracundos ante una irremediable reducción en sus privilegios y salarios, lo cual se tradujo en que abollaran el trofeo del triunfo de Morena, como si enojados en la calle patearán un bote. Lo veremos.

Pálida tinta: Después de que  en días pasados Clauudia Sheinbaum dio a conocer  los nombres de algunas de las personas que fungíran como sus altos funcionarios en las distintas Secretarías en el Gobierno de la Ciudad de México, hay algunos ansiosos que quieren saber a toda costa quienes habrán de ser  los que ocupen los cargos de la Secretaría de Salud, Secretaría de Seguridad Pública, el Metro, la Procurduria General de Justicia de esta ciudad, entre otros, lo cual por alguna razón ella trae guardaditos los nombres bajo la manga, sin embargo, aquellos desesperados si quieren saber o tener alguna oritentación de quienes serán, pues es muy sencillo, únicamente observen que equipos de trabajo en estas áreas están participando en la etapa de entega recepción, y de estos equipos deducirán quienes habrán de ser los titulares.