Elementos en apariencia distantes o paralelos terminan frecuentemente por encontrarse. Hace más de un mes, con motivo del Día de la Bandera, escribí un texto sugiriendo que en las ceremonias del Estado mexicano no se superpusieran en tiempo y espacio la ejecución del Toque de Bandera y el Himno Nacional, pues resultaba en choque, estridencia y ruido.

Conversando con un amigo que es músico, vino a cuento el compositor Charles Ives (1874-1954), que en su Sinfonía No. 4 hizo uso de dos orquestas en el mismo lapso de tiempo, una más pequeña dentro de otra mayor, con la particularidad de requerir de dos directores. Al parecer la inspiración le vino a Ives de escuchar cuando niño distintas bandas tocando de manera simultánea junto a la que dirigía su padre, en su pueblo de Connecticut, dentro del ejército estadounidense. 

Me pareció no haber escuchado ni visto algo semejante. Pero claro, pensé en tiempos modernos. Leyendo para el texto en que recomendé L’Estro armonico de Vivaldi en colaboración anterior, llegué a la conclusión de que este recurso se había utilizado en cierta manera durante el barroco. Sucede que no he sido un gran entusiasta de este estilo y periodo histórico, pero el texto de la semana pasada me llevó a leer algunos críticos que establecían, para el desarrollo de ese estilo y la época, la importancia tanto de la obra citada de Vivaldi como la de Arcangelo Corelli, Concerti Grossi, Op. 6. (“L’Estro armonico, de Vivaldi”; Álvaro Marías. El País; 10-04-78. “Arcángelo Corelli y sus ‘concerti grossi op 6’”; Juan Krakenberger. Mundoclásico.com; 10-11-04). Aunque Vivaldi es mucho más joven que Corelli y publicó su trabajo en 1711, y el del segundo fue publicado en 1714 de manera póstuma, en realidad este los había ejercitado y presentado primigeniamente. La cronología de las publicaciones no establece el ascendente. Porque aunque no publicado en vida (1653-1713), el trabajo de Corelli era conocido e influiría en el propio Vivaldi y en Bach y Händel, entre otros; por otra parte siempre tuvo una reputación de gran violinista.

El Concerto Grosso es precisamente la obra que usa dos suertes de conjuntos, aunque claro, de manera armónica. Una pequeña porción de solistas encabezada por el concertino y una contraposición o integración de toda la orquesta. Este procedimiento acaso sea el antecedente deliberado o no, de Ives (Leonard Bernstein, que es un crítico extraordinario, lo consideró como “un auténtico primitivo que combinó la ingenuidad del estadounidense frente al mundo europeo, pero con talento”). Giovanni Lorenzo Gregori habría sido quien primeramente utilizó el concepto en su obra Concerti grossi a più stromenti (“El Concerto Grosso”; José Luis García del Busto. Digital melómano; 23-03-12), teniendo como antecedente la bella música de Alessandro Stradella, no sólo músico de talento sino interesantísimo personaje del cual hablaré pronto.

En oposición a los conciertos corales, sobre todo de iglesia, surge este movimiento instrumental que desarrollaría la música de concierto hasta llegar a las grandes orquestas y enormes salas. Escuchar a Stradella, Gregori, Corelli, Vivaldi es un ejercicio estético, espiritual y aun intelectual que nos conduce por el tiempo y la creación hasta llegar a nuestros días. La recomendación de L’Estro armonico tuvo muy buena recepción; disfruten ahora la obra del violinista y compositor Arcangelo Corelli, interpretada por la orquesta barroca fundada por Fabio Biondi, Europa Galante: