Los cambios vertiginosos del mundo actual han traído como consecuencia situaciones sociales como la desunión familiar, la inserción en el mundo de las drogas, los problemas económicos y la pérdida de valores. Frente a estas situaciones cada persona reacciona de manera diferente, buscando soluciones que alivien su malestar o le procuren una mayor calidad de vida; sin embargo, cuando los distintos medios con los que ha tratado de solucionar sus problemas no han resultado satisfactorios, tal vez sea recomendable recurrir a la orientación de un psicólogo, que pueda valorar y ayudar a resolver el problema de manera objetiva y profesional.

Hasta hace algunos años, la gente creía que acudir al psicólogo era sinónimo de estar “loco o enfermo”.

Las personas que reconocían sus crisis emocionales  y buscaban ayuda para solucionarla, estaban estigmatizadas.

Sin embargo, ¿por qué no hay objeción por acudir al médico cuando nos duele el cuerpo, y sí cuando recurrimos al psicólogo porque las cosas no funcionan bien en nuestra vida cotidiana?

La respuesta a la cuestión anterior quizá tiene que ver con el hecho de que nos cuesta trabajo platicar con un desconocido nuestros problemas más íntimos. Hablar de frustraciones, complejos, miedos, inseguridades o debilidades que nos han acompañado durante mucho tiempo puede ser un duro trance.

Aunque podamos reconocer que necesitamos ayuda profesional, en general sólo recurrimos a nuestros propios recursos y a nuestra capacidad para enfrentar los problemas, pensando que basta contar nuestras penas a familiares y amigos para desahogarnos. Por esa razón demoramos la cita al psicólogo, hasta que nos damos cuenta que el problema se ha agravado y los “síntomas de sufrimiento” nos impiden llevar una vida normal.

No es necesario caer en la depresión o experimentar alucinaciones para acudir al psicólogo.

Ciertas conductas que nos impiden ser felices o nos generan la sensación de malestar y sufrimiento emocional están relacionados con un hecho concreto que hemos ido arrastrando con el tiempo; por ejemplo, una situación traumática, la separación de un ser querido (ya sea por divorcio, muerte, enfermedad o distanciamiento) o la pérdida de un trabajo.

Sin embargo, también debe acudirse al psicólogo para superar conflictos de pareja como infidelidad o falta de comunicación, ante la dificultad de encontrarle sentido a la vida, cuando existan cuadros de ansiedad o insomnio, cuando se tiene una baja autoestima o inseguridad, cuando se requiere orientación para elegir una carrera profesional, o ante problemas de hiperactividad, de aprendizaje o de déficit de atención...

El psicólogo es un profesional especializado en el comportamiento humano que cuenta con una serie de herramientas y técnicas que le permiten realizar una evaluación, establecer un diagnóstico y proponer un tratamiento adecuado para abordar diversas problemáticas; además, a través del proceso de psicoterapia, el psicólogo proporciona recursos y estrategias para ayudar a sus pacientes a entender los motivos de su malestar y a prevenir problemas del futuro.

El espacio de reflexión con el profesional que supone la psicoterapia permite afrontar la problemática para averiguar qué ocurre en la mente de la persona y modificar determinadas conductas o pensamientos.

De manera metafórica, se podría decir que cuando tenemos un problema por el cual acudimos al psicólogo nos sentimos como si estuviéramos “en un hoyo”...al buscar la manera de salir de ese hoyo, lo primero que tenemos que pensar es por qué nos caímos, cómo tropezamos y por qué nos distrajimos.

La figura del psicólogo es muy importante en este proceso, pues el grado de implicación en la terapia y la sinceridad que mostremos serán mayores si existe un clima de seguridad, confianza y comprensión, es decir, si sabemos que seremos escuchados y respetados sin sentirnos juzgados. En este proceso de autodescubrimiento el psicólogo actúa como un acompañante que nos ayuda a buscar soluciones y a fortalecer nuestra autoestima...

Sin embargo, es importante entender que el psicólogo no cura nuestros males de manera mágica...para que una terapia sea exitosa, la persona debe acudir voluntariamente, reconociendo que necesita ayuda, pues ha detectado que en su vida prevalecen sensaciones desagradables que le impiden gozar los aspectos positivos de su existencia.

La psicóloga Blanca Pelayo Gutiérrez, Maestra en psicología clínica por la Universidad Iberoamericana, nos recomienda que antes de acudir al psicólogo nos aseguremos de que lo hagamos con un profesional que tenga un título universitario, y además elegir la psicoterapia que se adapte mejor a nuestras necesidades...Por ejemplo, la terapia psicoanalítica busca un conocimiento profundo de nuestras conductas...La terapia cognitiva-conductual, pretende modificar conductas específicas, y los modelos humanistas se dirigen al desarrollo de nuestras potencialidades.

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