La semana pasada, llamó mi atención en Twitter, una imagen que presentaba a dos cuyos, uno color blanco y otro negro, con un texto que decía: “Punto y te digo si eres aglomeración o reactivación económica”. Por supuesto, solté la carcajada y me subí al “tren”.

Sin embargo, de a poco, mi sonrisa se borró y creció en mí, una molestia al darme cuenta de que, ese meme hace alusión directamente a un fenómeno mucho más grave.

Muchos tuits señalando de ignorantes, faltos de educación, inconscientes y egoístas han circulado en la controversial red social, acompañados de imágenes en donde se apreciaba a personas racializadas en su mayoría, concentradas en escenarios del primer cuadrante del Centro Histórico de la Ciudad de México, la zona delimitada por las calles de Tacuba, el Zócalo, Carranza y el Eje Central Lázaro Cárdenas. Ahí, se albergan diversos locales y puestos ambulantes que el sistema ha denominado comercio informal. Cabe destacar que el comercio minorista es la actividad económica con mayor nivel de contribución (con el 38. 4% hasta el año pasado) al PIB del país. Lo que nos lleva a que más del 50% de la población mexicana se dedica al comercio que carece de derechos laborales (vacaciones, aguinaldo, acceso a instituciones de salud).

Dejando de lado las cifras, esto supone que, al ser comerciantes informales, las personas viven al día. Muy probablemente la cobertura de las necesidades básicas de ellos, ellas y sus familias, depende totalmente de sus ventas semanales o diarias, comenzando por cubrir la ración de, al menos tres comidas por día. Lamentablemente, muchos han atacado a este segmento de la población en redes sociales con descalificativos como los que he mencionado antes, sin un gramo de la empatía que ellos están pidiendo. De este lado, hemos recalcado desde el comienzo de la pandemia de Coronavirus que el modo de llevarla, resistirla y padecerla no es el mismo para todos.

Existen unos que tienen más privilegios. Los que NO requerían salir de sus casas, ni siquiera a comprar los enseres y productos necesarios y que, no obstante, decidieron no seguir las reglas del confinamiento. Porque “no pasaba nada”. Para muestra los que salieron a trotar, sin cubrebocas, a Circuito Gandhi, ubicado muy cerca de Polanco, uno de los barrios donde se concentra parte de la población de nivel socioeconómico alto en la Ciudad de México, o aquellos que, a pesar de las recomendaciones a nivel mundial, pasean sin reparo alguno en Tulum, Quintana-Roo. Lugar que, por cierto, ha sido el destino favorito durante la pandemia de estadounidenses para “escapar” de la situación crítica de su país.

¿Es necesario salir a trotar, es necesario ir a buscar la paz interior a Tulum? No, no lo es. Como tampoco lo fue (y aún no lo es) hacer bodas, fiestas o reuniones con más de 10 asistentes, pero la clase política y empresarial de México no se tomó la molestia de pensarlo, ni de ser empáticos. Por ejemplo, la boda en Malinalco de la sobrina de Carlos X. González o, meses antes la boda de Camila Fernández, nieta de Vicente Fernández. Y, los casos más recientes, la fiesta de navidad que organizó TV Azteca, propiedad de Ricardo Salinas Pliego, en donde estuvieron presentes casi, si no es que todos, la mayoría de los rostros más conocidos de la televisión mexicana. ¿Sana distancia? ¿Dónde?

La indignación del mexicano se concentra en la gente empobrecida, racializada, en los comerciantes ambulantes de la Merced, en las filas de la gente comprando pizza en el Estado de México, pidiendo ser más como Europa, aún cuando en Europa, la gente también hizo largas filas afuera de una tienda de Inditex para comprar ropa, producto no esencial, por cierto.

Y tampoco se ha hablado de que también es culpa de que volvamos a “Semáforo Rojo” de las largas filas afuera de Liverpool cuando terminó la jornada de Sana Distancia en la Ciudad de México, y mucho menos se habla de las aglomeraciones de gente en los centros comerciales como Parque Delta, Toreo Parque Central, Oasis Coyoacán, etcétera en donde la gente también se aglomera para entrar a las tiendas de ropa principalmente. Ahí, donde también están buscando los regalos “innecesarios” de Navidad para sus seres queridos.

Y no, no es que esté buscando excusas para sacar mis términos como racismo y clasismo, tal y como me señalaron hace un par de días. Pero sí pretendo empezar a nombrar las cosas como son. La pandemia vino a reafirmar lo evidente; la política racista en la que vivimos. Donde la estructura sigue vulnerando a los pobres, exponiendo sus vidas al frente, esa gente que no pudo – ni podrá- parar ni en los momentos más críticos de esta pandemia.

Ojo, y me parece importante recalcarlo, la responsabilidad es de TODOS, sí, pero no a todos nos pone a elegir entre morirnos de COVID-19 o morirnos de hambre.

Entonces, tú qué crees que eres ¿aglomeración o reactivación económica?.