Beatriz Gutiérrez Müller anunció su sencillo “Estás aquí” (en dueto con Tania Libertad, bajo los arreglos de Armando Manzanero). Esto, al igual que la nota de los zapatos sucios, viejos y gastados del presidente, han causado demasiado ruido para lo que son.

Error y desatino de los medios y las redes gastar el tiempo y la crítica en cuestiones personales —y en el fondo baladíes—, cuando lo importante se puede y debe centrar en la esencia: las políticas públicas del actual gobierno, que algunos ven acertadas y otros totalmente erróneas.

Si la prensa y las redes no desean caer en lo que cuestionan, si aspiran a ser tomadas en serio, si buscan actuar como críticos y barrera de verdad, deben discutir lo relevante de forma constructiva; sarcástica o graciosamente, si se quiere, pero asuntos que importen: economía, petróleo, seguridad, educación, etc. Y si se trata de comparar sexenios (el parangón que ha hecho Reforma entre la administración de López Portillo y la de AMLO es de plano un exceso), entonces analizar con datos las similitudes y las diferencias, pero no caer en la frivolidad de igualarlos porque la hija del primero cantaba y la esposa del segundo también. Si lo que se pretende es desprestigiar a López Obrador equiparándolo al Jolopo, ¿qué tal hacerlo abiertamente, sin perderse en naderías? ¿O estamos ante el clásico tirar la piedra y esconder la mano? Bastante libertad hay en México para confrontar al poder de frente. Nadie tiene por qué ocultar sus críticas en malas bromas.

El lanzamiento de una canción merece, a lo más, una nota de espectáculos. La pregunta sería si el sencillo de Beatriz le costará al erario. No lo creo: Andrés Manuel y su esposa es lo último que permitirían. Ni existe conflicto de interés: Manzanero y Tania jamás han necesitado del gobierno. Si no hay recursos públicos, ¿cuál es el problema? 

La matanza de Minatitlán, el huachicol, la nueva amenaza trasmitida en un mensaje contra el presidente, la permisividad de la toma de las casetas por ¿estudiantes? y un largo etc., son temas de otra magnitud y se deben debatir, discutir y, si para ello es necesario, señalar similitudes con otros gobiernos. Privilegiar el debate sobre canciones, cuando el país se incendia, demuestra la pequeñez de los medios que pretenden erigirse como fiel de la balanza, contrapeso político o transmisores de la verdad. Detenerse y gastar tinta, atención, espacio y cabeza en deliberar sobre una canción y su intérprete es dejar quemar el bosque por salvar una vil hojita (ya ni siquiera el árbol).

Nunca ha sido tan atinada la frase de Eleanor Roosevelt: “Las grandes mentes discuten ideas, las mentes promedio discuten eventos, las pequeñas discuten con la gente”. Lo mismo en este caso. Pero la prensa se coaliga en torno a temas intrascendentes, cuando lo importante se pierde en el eco de un acorde. Y, mientras, la tragedia clama “aquí estoy”, velad por mis muertos, frenad esta matanza… Triste, hay quienes prefieren responder al “estás aquí” oyendo una canción; sintonizando cantinelas, en lugar de ofrecer el periodismo serio que tanta falta hace.

Total, Dios vino y murió por nosotros y resucitó al tercer día y pronto vendrá a juzgar a vivos y muertos. El problema es que quizá, para la verdadera prensa, eso sea ya demasiado tarde.