Si hay algo de lo que todos deberíamos aprender, es de la empatía que un niño puede llegar a sentir hacia el prójimo de manera desinteresada. Y es que, los más pequeños siempre son los primeros que están dispuestos a desprenderse de sus tesoros más preciados para compartirlos con otros en momentos de adversidad.

Así hizo Adalid, un pequeño de Irapuato que invitó a cenar a un hombre de la tercera edad que vende dulces y que, probablemente tendría hambre luego de toda una jornada de trabajo. Los protagonistas de esta historia se encontraron en una taquería mientras el adulto descansaba y el niño cenaba con su mamá.

Karen Espinosa, mamá del Adalid, fue quien relató lo sucedido a través de Facebook. Contó mientras cenaban, llegó al lugar el señor y que Adalid, al verlo sólo en una mesa junto a su canasta llena de dulces, se acercó y le ofreció 40 pesos que había ganado jugando lotería. Como respuesta, el hombre le daba paletas, pero él le pidió al vendedor que las conservara para que otros las compraran.

El angelito sin alas habría vuelto a su mesa, pero según relata su mamá, “continuaba inquieto” y volvió a levantarse para darle al hombre otro 29 pesos que aún llevaba consigo, pero esta vez volvió a la mesa con lágrimas en los ojos y le preguntó a Karen que si podrían invitarle unos tacos y un refresco.

“Mamá, ¿podemos comprarle unos tacos y un refresco? Mira tiene mucha hambre” 

Adalid

Karen accedió y su hijo se encargó de preguntarle a su nuevo amigo qué quería comer y pedirle al mesero la comida. Cuando los deliciosos taquitos llegaron a la mesa, Adalid no aguantó más la emoción y se puso a llorar. “Es que mira, mamá, está cenando tan a gusto…”, le confesó a su mamá.

La historia de Adalid