Científicos que trabajaban en el Parque Nacional Murchison Falls, ubicado en Uganda, descubrieron a dos jirafas enanas cuya estatura es la mitad de la que comúnmente tienen el resto de estos mamíferos. Un video colgado en YouTube muestra la diferencia de tamaños.

Las jirafas enanas vistas por primera vez en Uganda dieron pie a un estudio publicado en la revista BMC Research Notes, donde los investigadores sugieren que podrían padecer de un síndrome conocido como "displasia esquelética", o desarrollo óseo anormal, por lo que su esqueleto no alcanza el desenvolvimiento natural. 

'Gimli' y 'Nigel', las primeras jirafas enanas

"La reacción inicial fue un poco de curiosa incredulidad", comentó sobre la primera jirafa enana Michael Brown, biólogo de la Giraffe Conservation Foundation (GCF) y del Instituto de Conservación de la Biología del Smithsonian. No obstante, tres años después avistaron a la segunda y allí comenzaron las indagaciones.

"El hecho de que esta sea la primera descripción de la jirafa enana es solo otro ejemplo de lo poco que sabemos sobre estos carismáticos animales"

Julian Fennessy, director y cofundador de la GCF.

La primera jirafa enana fue apodada 'Gimli' en honor al personaje ficticio de la trilogía "El Señor de los Anillos"; tiene sus patas significativamente cortas, reduciendo su altura a unos 2,8 metros, casi la mitad de su estatura adulta promedio. A la segunda la llamaron 'Nigel' y su altura máxima alcanza los 2,6 metros.

Su padecimiento reducirá su calidad de vida

En ambos casos, aunque el tamaño de sus cuellos era normal, su patas son inusualmente cortas, lo que según los expertos, les da una apariencia de una cabeza de una jirafa pegada al cuerpo de un caballo. En cuanto a la condición que pudieran presentar, también se ha visto en humanos y animales domésticos, pero rara vez en animales salvajes.

Estas dos jirafas son las primeras documentadas con "displasia esquelética", por lo que los especialistas creen que eso podría afectar negativamente en muchos aspectos de su vida, como convertirlas en presas más fáciles para sus depredadores, pues carecen de la capacidad de correr y patear con eficacia, además de que el apareamiento será un desafío casi imposible con hembras, que pueden llegar a medir hasta cuatro metros.