Un estudio realizado principalmente por el geólogo Aryeh Shimron reveló que los clavos encontrados en la tumba de Caifás, el sacerdote judío que envió a Jesús a la muerte según la Biblia, contienen fragmentos de huesos y madera que podrían pertenecer a la cruz de la crucifixión Jesucristo.

Una foto muestra el largo de los clavos, que no pasa de cinco centímetros y que por las propiedades de sus materiales se supo que la cueva de Caifás es el único lugar donde podrían haber estado, debido a que su origen fue objeto de múltiples debates científicos en el pasado.

Esto, porque luego de que la cueva fuera excavada en 1990, los clavos desaparecieron y años más tarde el cineasta Simcha Jacobovici comentó que había encontrado las piezas y que estas habían sido clavados por los romanos en la cruz de Jesucristo. Sin embargo, los científicos rechazaron esa declaración.

¿El motivo? porque no se parecían a los encontrados en la tumba de Caifás. Pero el estudio de Shimron no sólo demostró que sí son de la misma tumba, sino que fueron usados para crucificar a alguien. Lo anterior, gracias a que comparó el material de los clavos con el de los osarios de la tumba: cajas de piedra caliza en las que se guardaban los huesos de los muertos.

"Los materiales que invaden las cuevas difieren sutilmente de una cueva a otra dependiendo de la topografía, la composición del suelo en el área, el microclima y la vegetación vecina. En consecuencia, las cuevas tienen firmas físicas y químicas distintas", dijo el geólogo.

Asimismo, explicó que los clavos estaban bien conservados y completamente fosilizados, lo que sugiere que la madera es antigua y que no fue adherida accidental o artificialmente a los clavos. No obstante, el investigador apunta que la única evidencia de su conexión con Jesucristo es que fueron encontrados en la tumba de Caifás, por lo que se necesitan más estudios al respecto.