La derrota de América ante Chivas de

este domingo, además de ser doblemente dolorosa para los aficionados

de las Águilas por tratarse de un “Clásico””, signa también

lo que vendría siendo prácticamente el fracaso de no calificar a la

laxa y cómoda liguilla del campeonato de primera división del

fútbol mexicano por la friolera de cuarta temporada consecutiva.

América en estos momentos, después de

perder ante un equipo de Chivas que, sin ofender, no traía mucho,

está fuera de zona de calificación en un grupo en donde

prácticamente todos sus rivales, con la excepción del risible Cruz

Azul, están jugando mejor que ellos.

De consumarse este fracaso, lo cual

es muy probable, se cerraría el círculo vicioso iniciado en 2007 y

que desgraciadamente le correspondería consumar a Chucho Ramírez,

cuya reputación quedará muy dañada después de esta aventura.

Lo que pasa con América desafía toda

explicación lógica y paranormal. Esto no se trata ya de una ley

kármica en donde Televisa está pagando todos sus pecadillos

cometidos en el fútbol mexicano. Es, quiero creer, algo más que

eso, más profundo. Una combinación de la indolencia total de sus

directivos, aunados a una opulencia mal encauzada que los llevó a

gastar 20 millones de dólares en comprar puro humo y la apatía de

un grupo de jugadores-diva que cínicamente saben que a pesar de

todos sus fracasos, seguirán recibiendo puntualmente un cheque

estratosférico e inmerecido.

Así, la pusilanimidad de Emilio

Azcárraga, la estulticia de Bauer y los demás directivos y la

pereza condicionada de la mayoría del plantel americanista se han

combinado para crear una tormenta perfecta de mediocridad para la

cual la única solución aparente sería que se largaran todos, de

Azcárraga para abajo.

¿Otro fracasito, América?

beamsdp@gmail.com