“- El propio animal es terrorífico. El potencial será increíble cuando lo domestiquemos.”

PELÍCULA (Alien: La resurrección)

“Lo violento del fracaso es perder el dominio del propio destino.”

DAVID FOENKINOS

Que quede absolutamente claro: la estrategia de seguridad del gobierno ha sido un fracaso. Los abrazos no han servido; los balazos siguen cercenando vidas. Ya se esperaba.

Lo que no se dice mucho, sin embargo, es que las Fuerzas Armadas estén a cargo de manera integral de la seguridad es el mayor de todos los fiascos.

Vayamos en orden: todo indica que, en términos legales, una jueza federal frenó la incorporación de la Guardia Nacional a la Sedena, lo cual es un triunfo de la constitucionalidad y de la separación de los poderes. Mas, en términos prácticos y cotidianos, poco importa si estos dos entes están unidos o separados. Y es que, verán ustedes, el número de homicidios dolosos en este sexenio ha superado los 137,287 (todo el sexenio calderonista: 120,463). A lo anterior habría que sumar las cifras de desapariciones y delitos varios (incluyendo el secuestro).

Un país que, de acuerdo a la misma inteligencia militar gubernamental, el 72% de su territorio hay presencia de algún cártel, banda o célula criminal (cortesía de Guacamaya Leaks). Esto es, de los 2,446 municipios en el país, al menos en 1,058 hay uno o varios grupos del crimen organizado operando. Falta mucho por detallarse y más por saberse, aunque el presidente se empecine en minimizar este hecho, así como la filtración de material por parte de quienes hackearon los servidores de la Defensa Nacional.

Estas cifras reflejan vidas truncadas y miedos cotidianos, y a su vez muestran que la estrategia gubernamental ha fracasado.

Las columnas más leídas de hoy

Y es que militares o no, el hecho es que en cuatro años NO se ha fortalecido integralmente a la GN y menos aún a las policías locales (estatales y municipales). Y mismo así, piden seis años más. Pero tampoco se han establecido metas ni criterios de medición de mejoras. La administración federal se ha abocado simple y sencillamente a repetir un argumento oficial. Uno que se ha escuchado hasta el cansancio por parte de la 4T y este es que, con la militarización, los altos niveles de violencia/delincuencia disminuirán. La realidad es, en cambio, que la militarización no soluciona ni solucionará nada mientras no se mejore a la policía y se combata al crimen organizado.

En cuatro años (15, contando desde que Felipe Calderón sacó al ejército de los cuarteles), las Fuerzas Armadas naufragan en su tarea primordial que es la seguridad (la de agresiones externas no cuenta, pues no las hay, al menos no a gran escala). Ya no hablemos de todas las demás recientemente encomendadas por López Obrador o las que militares por su cuenta ambicionan (aerolínea, hoteles, etcétera). Somos testigos de la equivocación de estrategia.

Por si esto no bastara, hay sólidos indicios de que la delincuencia ha infiltrado al por mayor a las autoridades; el Ejército y la GN no se salvan. No lo digo yo, lo registra la propia Sedena.

Digámoslo con todas sus letras: el negocio más sustantivo de gobernantes y fuerzas del orden se ha vuelto proteger al crimen organizado.

En pocos años, la Guardia Nacional ha establecido sólidos nexos con bandas de huachicol y de narcotráfico. En Veracruz, militares proporcionan seguridad a criminales en lugares de extracción del carburante y luego escoltan los vehículos con combustible robado. Pero no solo los elementos de las Fuerzas Armadas están infiltrados por el CO (o trabajan con este), sino que por medio de una investigación sólida y robusta, los militares señalan que el secretario de gobernación federal, Adán Augusto López, está aliado con el narco. De ese tamaño el descomunal fracaso del esquema de gobierno y el escándalo que lo acompaña.

Esos son tres ejemplos. Hay muchos más.

Alarma, entonces, que a partir de esta última revelación —y con ánimo de congraciarse con militares y presidente de la República— Adán Augusto López, secretario de Gobernación (hoy tornado en titular de la confrontación), dijera que un militar puede llegar a ser presidente. No sé si la propuesta cuatroteísta tenga por objeto preparar la entregar de plaza, el que los militares dejen de investigar a la administración pública o si, como los mismos papeles hackeados muestran, quienes mandan en este país sean los militares (el presidente reducido a oficialía de partes del Congreso de la Unión).

Los genios de la 4T han claudicado, pero con su última propuesta (que un militar pueda llegar a ser presidente) están retrocediendo a las épocas del México post revolucionario que tanta sangre derramó y que trajo caos institucional para la ciudadanía.

El proponer semejante idea es una muestra del tamaño del equívoco en la concepción que se tiene de cómo frenar la violencia e inseguridad en nuestro país.

Tener un gobierno militar de la mano de un CO imparable sería la culminación de tantos errores y marcaría oficialmente el inicio de un régimen de terror.