A muchos les dio el patatús. Otros, presos de un extraño positivismo tóxico echaron las campanas al vuelo al ver que la precandidata de la alianza denominada Fuerza y Corazón por México tiene una desventaja de más de 30 puntos frente a Claudia Sheinbaum, precandidata morenista.

Y es que el resultado de la última encuesta Mitofsky confirma que Xóchitl Gálvez no termina de enamorar a los posibles electores y el tan esperado triunfo de la oposición está muy lejos de hacerse realidad.

El susto de los poderosos, de esos que le apostaron a la “simpatía” la señora Gálvez, no debió ser menor pues, aunque digan que las campañas no han empezado la elección del 2024 parece estar definida con la diferencia abismal que existe entre las dos precandidatas.

De plano, huele a paliza.

El fracaso de Xóchilt se debe no solo a sus “palabrotas”, a su vulgaridad, a sus olvidos, a su egocentrismo ni a sus repeticiones como mantra de su origen humilde. La precandidata blanquiazul lleva el lastre de dos partidos que han lastimado enormemente a la población mexicana. Y no solo eso, Gálvez por años desacreditó, y feo, al priismo, ese mismo que ahora la cobija, aunque sea de dientes para afuera.

Algo más. Quienes fabricaron su candidatura olvidaron que los panistas de hueso colorado, el ala dura del panismo, que no son pocos, por cierto, jamás darán su voto a quien abandere a sus enemigos de siempre. Un azul jamás se vestirá de rojo y el ejemplo palpable lo tuvimos en la pasada elección para la gubernatura del Estado de México.

La candidata a la presidencia de la República por la alianza Va x México, Xóchitl Gálvez, se presentó en la entidad de Perote

Tan grave está la situación para Xóchitl que medios alineados a la derecha como Latinus exhibieron el desastre ocurrido en Perote, Veracruz, donde el evento en que Gálvez sería la protagonista se pintó de rojo con los cientos de acarreados que llevó el priismo local, que iban con todo a apoyar al precandidato de la alianza a nivel estatal, Pepe Yunes.

A Xóchitl el panismo la está dejando sola. De hecho, Xóchitl no sería nada sin el priismo, pues como en Perote, todos sus eventos son del PRI. Y ahí está el detalle, dijera el inmortal Cantinflas. La presencia de Alito Moreno y otros personajes impresentables junto a una precandidata emanada del blanquiazul, a éstos les provoca urticaria, les suena a traición, es traición.

Y eso, la traición a sus supuestos ideales azules es lo que la está llevando al fracaso.

Se equivocaron quienes pensaron que a la gente se le puede chamaquear y qué grave que Xóchitl no lo haya notado.

Ni hablar.

Ahora, como dicen en mi pueblo, “ya está montada en el burrito, no le queda más que pedalear” e ir asimilando la derrota, pues cambiar de candidato a estas alturas sería el acabose.