Claudia Sheinbaum, de norte a sur, ha trazado un plan de gobierno para que la transformación siga abriendo camino por la dirección correcta. Todos sabemos que esa buena planeación, a estas alturas, está rindiendo frutos importantes que podemos presumir. Esa plataforma de trabajo, en efecto, se ha ubicado en una etapa inmejorable. No es producto de la casualidad que la jefa de Estado rompa cifras de respaldo ciudadano. Eso, lo dijo en su momento el propio Andrés Manuel, se llama cumplirle a cabalidad al pueblo mexicano. El éxito de Sheinbaum no solamente se debe a la capacidad que ha demostrado, sobre todo los enormes desafíos con el vecino país, sino a la concreción de acciones que, por razones de compromisos, signó Claudia desde los tiempos de campaña.

Hay mucho de qué hablar. Lo más importante de todo ello, que podemos poner sobre la mesa, son las ganas inmensas con las que trabaja Claudia Sheinbaum. 84% de aprobación, y ser puesta en los reflectores del mundo como una de las mujeres con mayor poder político, de verdad, nos enorgullece como mexicanos. Si vemos las cosas desde ese ángulo, queda claro, podemos hablar de un sentimiento positivo, sobre todo al ver que cerca de 14 millones de personas, desde que gobierna la 4T, han salido de la pobreza extrema; es decir, tiene una mejor calidad de vida porque los recursos, simple y sencillamente, aterrizan a donde deben llegar. Todo eso, décadas atrás, no sucedía. Sé que el sur del territorio nacional, en administraciones del PRIAN, siempre fue menospreciado y, lo peor, olvidado y puesto a merced de la vulnerabilidad.

Siempre soñamos con tener un México próspero de norte a sur. Después de que han transcurrido más de 7 años de gobiernos de la cuarta transformación, claro está, podemos hablar, sin duda, que hemos alcanzado ese sueño que atesoramos. El sur, desde que llegó AMLO a Palacio Nacional, se convirtió en una prioridad. El Tren Maya, por ejemplo, es una de las obras de mayor impacto en la historia. Así lo afirman los números que miden el grado de desarrollo. Precisamente eso, que ha dejado al descubierto que existe un plan nacional, es lo que nos pone en el terreno de la competitividad. Los alcances, de hecho, están traspasando fronteras. Los buenos oficios del canciller, desde la Secretaría de Relaciones Exteriores, han permitido no solamente que el flujo de la comunicación sea la punta de lanza para alcanzar cooperación y coordinación, sino acciones que muy pronto se concreten, básicamente con una plataforma detallada para el desarrollo económico.

Firmar acuerdos de colaboración para efectos de desarrollo sustentable, medio ambiente y ecosistemas, lo mismo que para buscar áreas de oportunidad con la importancia de un corredor turístico entre Guatemala y Belice, nos habla de la altura de miras que tiene nuestra presidenta de México. Claudia Sheinbaum, con la visita a esas naciones, sentó un precedente sustancial que debemos reconocer todos. Uno de los puntos centrales, que siempre aludimos, es saber aprovechar al máximo los lazos de hermandad que nos unen en todo América. Estamos marcados por esa esencia humanista que la misma 4T ha convertido en una bandera que ondea fuerte.

Con todo eso, es importante decirlo, México sigue abriendo camino. La industrialización, que es un eje fundamental de la 4T, continúa echando raíces porque siempre reflejan crecimiento. Así lo han relevado aquellos instrumentos o mecanismos que se encargan de medir el grado de desarrollo. Eso que hoy podemos afirmar como una realidad, en efecto, son parte de este andamiaje institucional que se trazó desde Palacio Nacional. La visión de Claudia, de verdad, se ha convertido en un motor de impulso. El Plan México, es más, es nuestro principal vehículo de identificación. Recurrir a los polos de desarrollo, a través de un estudio minucioso de las necesidades, abre por completo el abanico para generar empleos y nuevas chances para echar andar el potencial natural con que contamos, principalmente el sur del país, que tanto hicimos énfasis en los fragmentos de esta columna. Hoy, como nunca, las partidas presupuestales para concretar infraestructura han aumentado.

Concretar el Tren Maya, y abrir el compás para elaborar un corredor sustancial en el sur del país, claramente nos pone en otro nivel. De hecho, rompe toda expectativa depositada y, a su vez, abre nuevas áreas de oportunidad. El fin, claro y detallado, es que la 4T siga expandiéndose por ese grado de responsabilidad que signaron con el pueblo. No es cualquier cosa. Hablamos de mejorar la calidad de vida; llevar educación a todos los rincones; generar fuentes de empleo; y propiciar las condiciones para que la paz reine. Por eso recalcamos que el sur, hoy más que nunca, está a ese nivel que siempre lo quisimos ver.