El pasado 29 de agosto la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) cumplió 45 años de su fundación. El decreto que dio lugar a su creación, en 1978, se ubica durante el mandato del presidente José López Portillo.

Hace cinco años escribí un texto sobre el 40 aniversario de la UPN en este mismo espacio, institución en la que trabajo desde 1990. En aquella oportunidad expresé algunos elementos simbólicos y descriptivos de la historia institucional. En esta ocasión agregaré algunas otras ideas para complementar el comentario publicado en 2018. (Ver: “Universidad Pedagógica Nacional: 40 años”).

Cuatro décadas y media (retomo lo dicho antes) de trayectoria de una institución académica dedicada a la formación de profesionales de la educación, a la divulgación de la cultura educativa y a generar investigaciones originales en materia pedagógica.

La UPN cuenta con una red de 70 unidades, 208 subsedes académicas y tres Universidades Pedagógicas Estatales (Chihuahua, Durango y Sinaloa), cuyas sedes, en su conjunto, están distribuidas en prácticamente todo el territorio nacional.

Hoy diría que es una institución de educación superior, pública, que se encuentra en una discusión interna, necesaria, intensa y participativa sobre su rumbo organizativo y jurídico, debido a que vive el procesamiento de su autonomía como institución del Estado mexicano.

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“La UPN es, hoy, una institución pública, dependiente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que ha atravesado por distintas etapas durante su relativamente joven historia. En 1978, cuando se creó, participaron como actores clave la dirigencia del SNTE y las propias autoridades educativas federales, entre quienes se concertó el nacimiento de esta universidad como parte de las demandas del magisterio nacional para alcanzar la profesionalización docente”, señalé en ese comentario.

Cuando nació, “esta casa de estudios fue duramente cuestionada por diferentes grupos de maestros y maestras, quienes consideraron que su creación obedecía a una operación política tendiente a pulverizar a la Escuela Normal Superior de México, una de las instituciones educativas públicas que contaba con los maestros más combativos y activistas del gremio, desde los años 50, y cuyos estudiantes-docentes en servicio, participaron también activamente en diferentes procesos sociales, incluyendo el movimiento estudiantil de 1968″.

“Durante sus primeros años de existencia, la UPN se concentró en la formación de docentes, directivos y personal técnico de la educación básica pública, a través del Sistema de Educación a Distancia (SEAD), a partir de un esquema de asesorías semi presenciales, con la ventaja de participar y realizar -para los estudiantes o docentes-, estudios de licenciatura en su campo profesional, sin destinar demasiado tiempo a la semana, debido a que eran docentes o directivos en servicio”.

Ahora, como parte de las conmemoraciones por los 45 años de nuestra institución, se dio a conocer una imagen interesante sobre las y los rectores de la UPN que circula en redes. Observo en esas fotos que 15 personas han sido rectoras o rectores de la institución durante estos 45 años. Y que solamente dos personas han ocupado ese cargo en la UPN durante dos periodos discontinuos: Eduardo Miliachi y Velasco y Silvia Ortega Salazar.

Del total de personalidades (15) que han estado al frente de la institución, sólo 4 han sido mujeres: Magdalena Gómez Rivera, Silvia Ortega Salazar (en dos periodos), Marcela Santillán Nieto y la actual rectora, Rosa María Torres Hernández.

Llama la atención este dato porque de las y los 15 rectores que se han registrado en la historia de la universidad, 11 han sido hombres. Un hecho que contradice la perspectiva de género y la paridad fuertemente demandadas, en razón de que ésta es una universidad en la que participan alrededor de un 90 por ciento de estudiantes mujeres.

En sus inicios, la UPN “ofertó, a la comunidad docente del país, la Licenciatura en Educación Básica (LEB), Plan 1979 que desarrolló paquetes de materiales de lectura (antologías) que jugaron un papel importante en los procesos autoformativos de las y los profesores de educación básica en servicio”.

“Más tarde se creó el programa de Licenciatura en Educación Preescolar y Educación Primaria (LEPEP), Plan 1985; y sucesivamente el programa de la Licenciatura en Educación, Plan 1994, ambos dirigidos a docentes, directivos y personal técnico de la escuela pública. También la UPN lanzó el programa de la Licenciatura en Educación Preescolar y Educación Primaria para el Medio Indígena (LEPEPMI), Plan 1990”.

Desde su creación, la UPN ha sido una de las instituciones de educación superior que se ha preocupado por mantener un nivel académico aceptable entre sus egresados, a través de los programas profesionales (licenciaturas) escolarizados en Psicología Educativa, Sociología Educativa, Pedagogía, Educación Indígena y Administración Educativa. También ha sido una institución académica de avanzada en la generación de programas de posgrado en el campo de la educación.

En 2002, la UPN “amplió el abanico de opciones formativas y profesionales en el campo educativo, para lo cual creo el programa de la Licenciatura en Intervención Educativa (LIE), con diferentes líneas terminales formativas en campos como la Gestión Educativa, la Educación Inicial y la Educación para Jóvenes y Adultos, entre otras”.

Según sus documentos oficiales, la planta académica de la UPN en todo el país, genera conocimientos, estrategias y modelos pedagógicos para comprender y transformar la educación en México. Sin embargo, la investigación educativa que se lleva a cabo en UPN, por parte de los profesores de tiempo completo, presenta dificultades: primero, la labor de investigación que tiene lugar en la unidad central de Ajusco, que concentra a la mayor capacidad científica (63 de 95 investigadores registrados en el SNI, según datos de 2016; aunque los datos revisados en la base de datos 2023, indica que sólo hay 54 de un total de 90 investigadores de la UPN a nivel nacional), y que además cuenta con infraestructura “adecuada” para realizar su labor (incluyo en este grupo a las Unidades UPN ubicadas en la zona metropolitana de la Ciudad de México).

Y, en segundo lugar, la investigación educativa que se realiza en el resto del país, a través de las unidades académicas que se distribuyen en los estados y cuya labor es esencialmente de docencia, pero no de investigación ni de divulgación (con poco o nulo apoyo a estas actividades); en labores de indagación había sólo 32 investigadores en 2016 (ahora se registran 36 en base de datos oficial de 2023) en el Sistema (SEP-CONAHCyT), que trabajan en medio de un sinfín de adversidades.

Están presentes en mi memoria, magníficas maestras y maestros que han formado parte de los cuerpos académicos de nuestra institución y que han sido responsables de la preparación profesional de muchas generaciones de estudiantes.

Durante mis 33 años de trabajo en la UPN, Unidad Querétaro, he compartido experiencias con grandes amigos y colegas docentes, directivos y personal de apoyo.

La comunidad de la UPN se caracteriza por ser activa, crítica, colaborativa y en permanente reflexión. No tengo duda que todos los que integramos esta comunidad, cada día, tratamos de ser congruentes con su lema institucional: “Educar para Transformar”.

Felicidades a la comunidad universitaria de la UPN por estos primeros 45 años de vida. Salud.

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