“En la tardanza dicen que suele estar el peligro.”

MIGUEL DE CERVANTES

“Los buenos hacen caso omiso del peligro cuando se está gestando y no emprenden acciones sino cuando la necesidad es ya extrema. Desean la paz, aunque sea sin honor, y no es raro que su tardanza y su inacción los lleven a perder ambos.”

CICERÓN

Se ve que Yasmín Esquivel odia a la UNAM. A la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al Poder Judicial que representa —y se supone defiende— y a la profesión que estudió, también.

A falta de una, hay dos tesis de su supuesta autoría que en realidad son plagio. Si podía esperarse reclamara sobre una, ¿con qué argumentos alguien puede pretender defender a esta señora dada la segunda?

Pero no se nos pase lo más importante: las triquiñuelas que ha usado Esquivel Mossa para evitar que la UNAM informe al respecto de la (de suya, nada) tesis de licenciatura. Hace tiempo que ya no se sostienen argumentos como los siguientes: “ella no tiene de qué avergonzarse”, “fue un error de juventud”, “equivocación que cualquiera puede tener”.

Yasmín se aferra a su puesto (de su prestigio creo que a estas alturas no queda nada) y hace todo para que la UNAM quede mal. Y la Universidad no se ayuda (llegaré a eso más adelante).

Con todo el cinismo del mundo, uno de los abogados de su equipo, el Dr. Eduardo Andrade Sánchez, comentó en el programa de radio de Carlos Loret que la ministra sí plagió, pero que este ya prescribió (“motivo por el cual la jueza le dio la razón”). Sí, la misma jueza que no tiene competencia judicial en la materia; la que no mandó llamar a la UNAM ni al plagiado para que expresarán sus alegatos. ¿Comparar una tesis con la otra? No, esas son exquisiteces...

Siempre me he preguntado: ¿si el escrito es de su autoría, para qué impedir a la máxima casa de estudios dar su razonamiento basado en la evidencia y en la ley? La respuesta es obvia.

Total, que la ministra pirata promovió un juicio también pirata como nuevo recurso (el anterior fue un amparo) para evitar que la Universidad Nacional dé a conocer su resolución sobre la tan mentada tesis.

Yasmín Esquivel busca normalizar la situación y, desgraciadamente, institución educativa y sociedad se lo hemos permitido. Pero ello ya no puede continuar así; más cuando la materia que está a discusión es la probidad de quien se supone debe procurar dictar sentencias justas, apegadas a derecho.

Y si bien de la ministra plagiaria no se puede esperar nada —ni siquiera que por vergüenza o ética renuncie—, sí se desearía que la UNAM actúe y lo haga ya. Debe aclarar sobre la tesis, ya sea a favor o en contra de Esquivel Mossa, pero de una buena vez. Va muy tarde.

Desde que se sabe de la tesis plagiaria, la actitud de la UNAM ha sido de una prudencia extrema, mas ya se pasó de tueste. Se entendía ante un amparo interpuesto y concedido, ¿pero ahora?

¿Qué hay de su respetabilidad como institución? ¿Del buen nombre y prestigio que le deben a todos sus alumnos y docentes?

Es increíble —y la peor publicidad— que teniendo la UNAM a los mejores abogados del país, ninguno de ellos le haga ver que la resolución de la mencionada juez de la Ciudad de México no es válida y que, por consiguiente, la institución debe encontrar una manera de darle la vuelta dicho ilegal mandato.

Si la UNAM ya tiene concluida la investigación sobre el plagio y este es un asunto absolutamente académico, la autoridad competente —que es la propia Universidad— debe emitir y publicitar su fallo.

El cuidado y la diplomacia tiene un límite y es menester como sociedad conocer la verdad detrás del escrito en cuestión.