Después de perder la batalla de Waterloo comandando a uno de los ejércitos más poderosos de la época moderna, Napoleón Bonaparte pronunció éstas palabras para justificar su derrota: “Yo no puedo controlar que mis generales no cometan errores”.

Y aunque dicha derrota en Waterloo es muy controversial y hasta conspiracional, analizaré su explicación más adelante en otro ensayo para SDP Noticias. Por ahora me interesa reflexionar sobre estas palabras de Napoleón Bonaparte como paradigmáticas para entender la política actual.

Con un solo ejemplo se entenderá cómo a pesar de que un gran líder puede ser imponente y no tener errores, si sus subordinados los cometen, él no los puede controlar y todo puede salir mal.

Durante cinco noches seguidas, al pasar por el puente que une la carretera federal libre de Toluca y la Ciudad de México con Reforma-Lomas, vi dos bolsas grandes de basura, de esas plásticas de color negro, tiradas en la orilla, sin que nadie las retirara de ahí todo ese tiempo; a pesar de que a diario pasan miles de automovilistas, camiones de limpia, patrullas y diversos servidores públicos en sus medios de transporte.

Por eso, aunque la jefa de gobierno, Clara Brugada, todos los días de su gestión haga lo imposible por mantener a la Ciudad de México limpia, íntegra y formal, si sus subordinados, (quienes serían “los generales” de Napoleón Bonaparte), no cumplen adecuadamente con su trabajo y cometen estos errores, esas bolsas de basura podrían ser arrastradas, –en caso de presentarse lluvias torrenciales como las que hemos tenido en nuestra ciudad–, y bloquear las coladeras, los sistemas de drenaje urbanos y generar las inundaciones o anegaciones, tal y como las llaman en los noticieros casi todos los días en estas épocas.

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Si los generales de Napoleón Bonaparte hubieran colocado bien sus cañones durante la batalla de Waterloo, y sus soldados de infantería hubieran actuado adecuadamente tras la acción bélica de ellos, podían haber derrotado a tiempo al ejército del Duque de Wellington.

De igual manera, si los servicios de limpia de la Ciudad de México retiraran a tiempo todas las bolsas de basura de las calles y, más aún, si los ciudadanos no dejarán basura en la vía pública, podríamos evitar las inundaciones que causan tanto daño físico, social y anímico.