No pasó absolutamente nada de relevancia en el mensaje a la nación que Donald Trump llevó a cabo la noche del pasado miércoles.
Pese a las tramposas especulaciones del ultraconservador comentarista Tucker Carlson, quien señaló que sus “fuentes” (de sodas, quizás), le habían informado que en ese discurso Donald Trump anunciaría una intervención armada en Venezuela, la diatriba televisiva del presidente estadounidense terminó siendo pan con lo mismo.
Trump dedicó gran parte de su discurso a culpar a Joe Biden de todos los males que aquejan al país que mal gobierna, para posteriormente, lleno de egolatría, hablar de sus logros y su éxito, mismos que no se ven reflejados, ni en broma, en un mejor nivel de vida para los estadounidenses.
En un acto completamente populista, el mandatario señaló que otorgará un bono de 1776 dólares (el año de la independencia de Estados Unidos) a los miembros de las fuerzas armadas de su país.
Parece que la “estrategia” de Trump, por llamarla de alguna manera, consiste en intentar intimidar a Nicolás Maduro para que dimita voluntariamente, para lograr una “victoria” con el mínimo desgaste a sus tropas.
Difícilmente lo logrará ante un Maduro que cuenta con importantes alianzas con China, Rusia e Irán, y que cuenta con el respaldo incluso de miembros de la oposición de su país, que aunque no simpatizan con el presidente venezolano, no quieren tropas estadounidenses en suelo bolivariano.
