A estas alturas, que la oposición hubiese estado planeando cómo salir del laberinto en el que se encuentra, siguen con esa campaña nociva para tratar de desprestigiar las acciones del proyecto de transformación. La guerra mediática y la oleada propagandística a través de los medios conservadores, no les ha servido de mucho. Basta ver los estudios de opinión pública en el que se somete al ojo del escrutinio público. Claudia Sheinbaum, sobra decir, tiene más del 82% de aprobación en el tramo que le resta para cumplir un año de su sexenio. Aunque la derecha quiera hacernos creer que la gente está dividida, porque muchos de ellos no salieron a votar, eso no significa que estén en contra de la administración. Precisamente para eso se utilizan los mecanismos cuantitativos. Algunos de ellos, aplicados con cuestionarios, son confiables por el prestigio que han alcanzado en los últimos años.

De hecho, la arrogancia de la oposición les produce miopía. Siguen sin entender que la guerra sucia, que se ha puesto al descubierto, es un instrumento banal. Es, ha quedado demostrado, un recurso incapaz de penetrar ese enorme muro que se llama legitimidad. La oposición, queda sobreentendido, más bien se debería concentrar en aumentar ese 18% de ciudadanos que los respaldan. Son, efectivamente, una minoría los que le han seguido el juego al conservadurismo. Y ellos, agraviados por la situación, buscan desesperadamente alguna tribuna que los acerque, por lo menos, a meter las narices a los temas dominantes de la agenda. Tiene que recurrir a la andanada, pues no tienen audiencia a quienes convencer.

Los datos que divulgó el INEGI, hasta donde sabemos, cayeron como balde de agua fría en las estructuras del PRIAN. No están tranquilos con ese tipo de rasgos. Les afecta mucho conocer ese tipo de detalles, sobre todo los avances sustanciales en materia de Salud. Y sí, Claudia Sheinbaum, en coordinación con Zoé Robledo, han hecho un trabajo eficaz. No es producto de la casualidad que el director del IMSS, por segunda vez consecutiva, encabece una de las instituciones más importantes. Estamos al tanto, de acuerdo con los pormenores detallados en la mañanera, que la infraestructura del Seguro Social ha ido en aumento. Existen más clínicas regionales y, de paso, más edificios para albergar la atención que se requiere. De igual manera, el suministro de los medicamentos tiene un flujo constante para maniobrar su manejo con mayor logística y planeación.

Esa organización, en efecto, ha permitido promover una campaña a favor de la salud. Los mecanismos de información, del equipo de Zoé Robledo, son propagados a lo largo y ancho del país, inclusive en las localidades más alejadas, donde las clínicas se han multiplicado con base en la necesidad que aqueja. Aquellos que se han dado el tiempo de documentar los avances, queda claro, dan cuenta de cómo se ha incrementado esa capacidad de atención con más personal especializado, accesorios sofisticados y tecnológicos, que se implementan en las unidades para cuidados específicos. Son, ni más ni menos, las alternativas que los derechohabientes tienen a su alcance. Pero no solamente en ellos, la puesta en marcha del IMSS-Bienestar, aprovechando al máximo la infraestructura, rompe la brecha de la desigualdad y, con ello, pone en manos de la gente más instrumentos que son propicios.

Ya sé que eso no le gusta a la oposición, sobre todo cuando ventilan la guerra sucia cargada de odio y de rencor. El gobierno de Claudia Sheinbaum, en este caso, ha focalizado la atención en rubros fundamentales; sin embargo, puso principal acento en la salud. De hecho, las partidas presupuestarias que se aprobaron desde el Congreso Federal, a propuesta de la jefa de Estado, dan cuenta del grado de compromiso con el que carga. Por eso y por muchas razones, podemos decir que tenemos mucha presidenta. La mala noticia para la oposición, sobra decir, es que faltan cinco años y, por ende, una larga vida del movimiento de la cuarta transformación. Morena seguirá gobernando el país por décadas, si continúa apegándose a los principios. No mentir, no robar y no traicionar, así de simple.

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Este enfoque, parte de la declaración de principios, es el principal estandarte que, desde un principio, planteó cambios radicales de fondo que se han cumplido al pie de la letra.

Eso tiene que ver, y mucho, con el abrumador respaldo que tiene la presidenta constitucional de México, Claudia Sheinbaum. Sus políticas públicas, de hecho, sumando al mayor presupuesto en rubros inherentes al desarrollo como educación, seguridad y salud, son ejes cruciales de la 4T. Eso, desde luego, nos mantiene como un país altamente competitivo, eso sí, aprovechando al máximo la capacidad del gabinete de la jefa de Estado.