South Park, la serie de humor creada por Trey Parker y Matt Stone hace casi 30 años, allá por el lejano 1998, está llevando al límite la libertad de expresión que todavía existe en los Estados Unidos.

En un país en donde cadenas televisivas, incluyendo Paramount, se están autocensurando para intentar quedar “bien” con Donald Trump y evitar sus ataques de ira, la caricatura de humor ácido y más bien estancado en los contenidos “edgy” de finales de los noventa se le fue a la yugular a Trump con un humor escatológico que difícilmente será ignorando por el mandatario estadounidense.

Sin entrar en mayores detalles, la trama del último capítulo de esta serie muestra a un “Trump” hecho con “IA”, completamente desnudo y mostrando una parodia de sus partes genitales, además de otra escena que lo parodia como “pareja” de Satanás.

En fin. La opción, para Trump, es “Perder-Perder”. Si intenta aplastar al programa, que por cierto no había tenido relevancia cultural en un par de décadas, el par de creadores quedará cómo mártires de la libertad de expresión. Si no hace nada, Parker y Stone disfrutarán de un multimillonario contrato de más de mil millones de dólares por los próximos cinco años.