Aunque ya pasó un año desde el inicio de su gobierno, la presidenta Claudia Sheinbaum sigue disfrutando de lo que se ha llamado periodo de gracia democrático. Su popularidad se mantiene en niveles altísimos, lo que significa que la gente confía en ella, entre otras razones, porque no se han olvidado las dos causas principales que le llevaron a obtener una votación récord en 2024: (i) que la 4T terminara la tarea de combatir, verdaderamente, la corrupción de tantas décadas de gobiernos del PRI y del PAN; y (ii) la convicción de que, quienes dirigen la 4T, son diferentes a los de antes.

Tal popularidad apoyaría a la presidenta si ella decidiera tomar la más difícil de las decisiones políticas: romper con las alianzas indeseables de Morena. Indeseables, en efecto, porque se pactaron con personajes corruptos, no solo parecidos a los de antes: ¡en algunos casos son exactamente los de antes!

Sobre las elecciones en Chile, donde ganó la ultraderecha, la presidenta Sheinbaum dijo:

√ “Evidentemente, nosotros queremos que haya más gobiernos cercanos al pueblo, pero que siempre se decida de manera democrática. En el caso de Chile fue una votación democrática, eligió el pueblo de Chile quién quiere que lo gobierne”.

√ “Creo que es un momento de reflexión para los movimientos progresistas en América Latina, de por qué se dan estas circunstancias. Yo creo que esto no se va a dar en México, porque”:

Las columnas más leídas de hoy

√ “Número 1. Hay mucho apoyo popular al gobierno, porque estamos cumpliendo y no hemos traicionado a lo que nos comprometimos”.

√ “Número 2. Hay resultados: la disminución de la pobreza, de las desigualdades. Y la mayoría de las y los mexicanos están de acuerdo con la Transformación que está viviendo nuestro país por esa razón”.

√ “Y, además, aquí hay unidad. A veces, cuando no hay unidad en los movimientos, se genera esta disminución del apoyo. Y aquí no, aquí buscamos siempre la unidad de nuestro movimiento y da resultados, siempre da resultados; honestidad y resultados. Y nunca abandonar a lo que nos comprometimos y la visión de que el gobierno está para servir al pueblo. Esa es la razón por la cual México tiene… El gobierno tiene mucho apoyo popular”.

En Chile, el presidente de izquierda Gabriel Boric no tuvo jamás los altos niveles de aprobación de la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum. De hecho, el chileno terminó con cifras de aprobación bajísimas, similares a las de Enrique Peña Nieto al final del sexenio del último gobernante del PRI: de 30% o menos.

Sin duda, la pobre aprobación de Boric fue un factor significativo en la victoria de la derecha en Chile. Desde luego, no fue el único factor, pero en cualquier análisis debe tomarse en cuenta como punto de partida: la impopularidad del gobernante izquierdista aumentó el atractivo de votar por el opositor identificado con el mismísimo Pinochet.

¿Qué debe hacer Claudia Sheinbaum para mantener, en el largo plazo, su aprobación y con ello apoyar a la izquierda a mantener el poder? La respuesta la dio ella misma ayer en su conferencia de prensa: Seguir dando resultados en unidad y con honestidad.

Pero la unidad no debe ser coartada para permitir la corrupción de personajes terribles que llegaron a la 4T cuando vieron triunfante al movimiento de izquierda mexicano.

Si Sheinbaum usa ahora el bono democrático, que a más de un año en el gobierno conserva, resistirá cualquier crisis que se genere si la presidenta de México saca el matamoscas y alienta a convertirse en implacables chinchicidas a quienes dirigen las estructuras de Morena, como Luisa María Alcalde en el partido y Alfonso Ramírez Cuéllar en el poder legislativo.

Para que la unidad de la 4T se consolide dando resultados necesita basarse en los tres principios fundamentales de Morena: (i) no robar, (ii) no mentir y (iii) no traicionar.

Desgraciadamente son principios que no respetan algunas personas de primer nivel en la 4T. Urge romper alianzas con las chinches para que la unidad en la decencia se mantenga en el largo plazo.

No debe olvidar la presidenta, científica de profesión, algo que saben sus colegas entomólogos, parasitólogos, epidemiólogos y especialistas en biología evolutiva: las chinches, sobre todo en política, no matan inmediatamente al huésped —en este caso a la 4T—, sino lo debilitan lentamente.

Basta de alianzas con personas pragmáticas, pero sin identidad ideológica. Como las del Partido Verde: Carlos Alberto Puente, en la Cámara de Diputados y Diputadas, y Manuel Velasco, en el Senado. Estos no representan a la izquierda. No coordinan bases sociales verdaderamente afines a la 4T. Su único valor es el del despreciable comercio político: aportan mucho dinero y no demasiados votos. Ya se hicieron las reformas legislativas importantes: se puede prescindir de tales personajes que manchan la pureza de un movimiento que se comprometió a no aceptar a los chupasangres que tantos malos olores dejaron cuando eran aliados de los gobiernos del PRI y del PAN.

Tampoco necesita Morena a operadores sindicales como Pedro Haces, quien tiene la peor fama para un político de izquierda: la de utilizar a Morena como plataforma para lograr sus propios intereses. Si no quiere, Haces no dejará de ser diputado. Pero al menos se le debe impedir seguir estando presente, en primera fila, en los eventos importantes de la presidenta Sheinbaum, ya que los utiliza para presumir su influencia.

Marginar a gente tan poderosa y con tanto dinero como Haces depende de quitarle capacidad de decisión a morenistas que ya nada aportan en términos de buena imagen, como Ricardo Monreal, el padrino del cuestionado líder sindical.

Monreal es hábil y posee una alta capacidad operativa. Suele ser útil como negociador, pero tiene el defecto de que le da por presionar en exceso a Palacio Nacional. Como mínimo debería dejar el liderazgo de Morena en la Cámara de Diputados y Diputadas. Es la única manera de que su amigo Haces dé pasos hacia atrás y deje de perjudicar al prestigio de la 4T.

El riesgo para Morena no está en la oposición. Pero sí hay señales, peligrosas, de inestabilidad endógena generada por la acumulación de desprestigios que tanto han avanzado en la 4T.

La presidenta Sheinbaum debe usar su bono democrático para que los y las chinchicidas más confiables que tenga a la mano desarticulen con todo cuidado las alianzas que ya no aportan, sino dañan.

Claudia deberá recordar que el bono democrático es un recurso no renovable que si no se usa en el momento adecuado —como prevención de una crisis mayor—, se pierde y, por lo tanto, no se podrá recurrir a este instrumento cuando los problemas estallen.