Recibí dos cartas, una de Maha Schekaiban, y la otra de Frida Gómez. En realidad, la misiva de Maha es copia sintetizada de la que ella envió a la presidenta Claudia Sheinbaum a través de Leticia Ramírez, coordinadora general de Asuntos Intergubernamentales y Participación Social del gobierno de México. Frida, activista feminista y colaboradora de SDPNoticias, reflexiona sobre la injusticia terrible que Maha ha sufrido.

Además de la presidenta de México, debe leer ambas misivas el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, porque llegará en breve el tiempo para empezar a renegociar el acuerdo de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.

Atenta suplica: Presidenta Sheinbaum, secretario Ebrard, dediquen tiempo a la carta de Maha. Es larga porque es demasiado lo que ella ha sufrido.

Ayer, Ebrard habló de nuevas reglas para la participación de las cúpulas empresariales en la renegociación del T-MEC. Expresó —cito al diario El Informador, de Guadalajara, propiedad de Carlos Álvarez del Castillo— que ya no solo se consultará a quienes integran el llamado cuarto de junto del Consejo Coordinador Empresarial, que ha monopolizado la participación del sector privado en las negociaciones comerciales de México. Esta vez, explicó el titular de Economía, se buscará un diálogo por sectores para “ser más incluyentes y consultar adecuadamente cada sector de la economía”.

Le doy un dato a Marcelo Ebrard para que vaya a fondo y exija al Consejo Coordinador Empresarial un comportamiento mucho más ético e inclusive simple y sencillamente humano antes de definir los nuevos términos de su participación en las negociaciones comerciales con Estados Unidos y Canadá.

Las columnas más leídas de hoy

Guillermo Vogel ha sido acusado, con pruebas creíbles, de complicidad en uno de los crimines más atroces que se pueden cometer, la violencia vicaria. Vogel, muy influyente en el CCE, es un multimillonario hombre de negocios representante en México de cierto magnate argentino —ni siquiera es un creador de empresas, sino nada más un ejecutivo enriquecido por proteger los intereses de un extranjero—. Este, Paolo Rocca, CEO del Grupo Techint, deberá analizar lo que hace su subordinado no vaya a ser que lo sancionen en los mercados globales por tener entre sus colaboradores a gente acusada de violencia vicaria. Es un hecho: hasta en las finanzas —como en las mafias—, por deshumanizadas que sean, hay códigos de ética.

El presunto cómplice de violencia vicaria ha encabezado durante mucho tiempo el US-Mexico CEO Dialogue, que es la cumbre de alto nivel entre empresarios mexicanos y estadounidenses.

Vogel es uno de los favoritos del presidente del CCE, Francisco Cervantes, quiene también será acusado de complicidad en el delito de violencia vicaria, ya que ha hablado con personas de la fiscalía capitalina para lograr que se encarcele a la víctima, Maha Schekaiban, y además ha autorizado a agencias de relaciones públicas contratadas por la cúpula empresarial para orquestar campañas de desprestigio contra esta mujer.

Enseguida las cartas de Frida y Maha.

Frida Gómez sobre Maha Schekaiban

Maha Schekaiban es una madre mexicana, sobreviviente de violencia doméstica y vicaria, dos de las formas más crueles y dolorosas de agresión que enfrentan miles de mujeres en el país. La violencia vicaria se ha convertido en el pan nuestro de cada día: hombres que utilizan a sus hijos como armas para castigar, someter y provocar un sufrimiento inimaginable a las madres.

Ese fue el caso de Maha, quien tras 18 años de maltrato físico, psicológico y emocional decidió pedir el divorcio a su entonces esposo, Bernardo Vogel. La reacción de este hombre fue aún más violenta, pues lejos de aceptar la separación, inició un plan para castigarla a través de sus propios hijos.

Durante casi dos décadas de matrimonio, Maha entregó su vida al cuidado y crianza de sus cinco hijos —de entre 13 y 6 años de edad—, dedicándose en cuerpo y alma a ser madre plena. En contraste, la paternidad de Bernardo se limitó a una presencia ausente, al rol de proveedor incompleto y a los maltratos constantes hacia sus hijos, especialmente cuando lo contradecían.

El diagnóstico realizado por el psiquiatra Salomón Pustilnik, quien identificó en Vogel un perfil sociópata con trastorno de identidad y una conducta narcisista y agresiva, confirmó lo que Maha había vivido durante años: un ciclo de violencia sistemática, tanto contra ella como contra sus hijos.

Hoy, Maha Schekaibán levanta la voz como sobreviviente de violencia vicaria y doméstica, visibilizando una realidad que no debe normalizarse y que exige justicia, protección y empatía hacia las mujeres y madres que han sido víctimas de esta forma de violencia tan devastadora.

La corrupción y una parte de la fiscalía capitalina que se resiste a cambiar piden 36 años de prisión para ella tan solo por romper el ciclo de silencio, sometimiento y violencia. Con falsas denuncias en su contra abiertas, hoy vive con miedo a que libren nueva orden de aprehensión. Paradójicamente, las denuncias en contra de su agresor se encuentran paralizadas pues además del machismo, la violencia institucional y el sesgo patriarcal juegan en contra de las víctimas.

Síntesis de la Carta abierta de Maha Schekaiban a la presidenta Claudia Sheinbaum

Asunto: Violencia familiar, impunidad y protección institucional al agresor Bernardo Vogel.

Hola Federico, espero esta carta te encuentre bien. Mi piel de madre le ruega a tus ojos me leas unos breve minutos con atención.

Hace tiempo he sentido la necesidad de hacer llegar esta carta a manos correctas, a las de la doctora Claudia Sheinbaum, presidenta de México. Por supuesto mi atrevimiento no sería un descaro.

He seguido el camino de Leticia Ramírez Amaya, coordinadora de Asuntos Intergubernamentales y Participación Social. Nadie mejor que esta maestra para saber la importancia de las palabras frente a las infancias, así también, ruego su empatía en voz de mis hijos y la propia, quizá así esta desesperada batalla pueda llegar a los oídos más fértiles, los de la presidenta Sheinbaum.

Dra. Claudia Sheinbaum, presidenta de México:

Le escribo desde el lugar más profundo de mi ser: desde el dolor de una madre que ha sido rota, silenciada y arrasada por un sistema que protege a los poderosos y olvida a quienes no tenemos más defensa que la verdad.

Le escribo porque aún tengo esperanza. Porque usted representa a muchas mujeres que, como yo, hemos tenido que resistir el abuso, la violencia y el abandono institucional. Porque creo —quiero creer— que en usted hay oídos atentos y corazón firme para escuchar una historia como la mía, que no es solo mía: es la de muchas madres que hemos sido despojadas de nuestros hijos, de nuestra voz y de nuestra dignidad.

Hace algunos meses, el licenciado Francisco Cervantes Díaz, quien encabeza el Consejo Coordinador Empresarial, arregló la invitación de la licenciada Laura Borbolla, fiscal de acusación de la Ciudad de México, a una comida del gremio empresarial con la única intención de sentarla codo a codo con Guillermo Vogel, mi exsuegro, y así buscar su apoyo, lo que se materializó en una acusación por parte de la fiscalía pidiendo se me sancionara con más de 36 años de prisión por un delito que no cometí. Esto demuestra que no bajan correctamente las buenas intenciones de la fiscal general, Bertha Alcalde, de tratar con elemental justicia los casos de mujeres agredidas. A pesar de ello, lo aclaro, con la licenciada Alcalde se siente una mejoría notable en la procuración de justicia.

A Francisco Cervantes le digo: eso NO se hace. A Cervantes, por dirigente empresarial que sea, no se le debe permitir inmiscuirse en la procuración de justicia a la que tenemos derecho mis hijos y yo. Él no sabe del dolor que mis hijos han sufrido a manos de su padre Bernardo Vogel Fernández de Castro, hijo de Guillermo Vogel. También estoy segura que tampoco sabe cómo es que Bernardo Vogel y su padre orquestaron un operativo con el apoyo del DIF y de Ulises Lara, exencargado de la fiscalía, fabricado con corruptelas para llevarse a mis hijos a un albergue por más de dos días y posteriormente quitarles el derecho a maternar desde hace mas de un año y medio.

Seguramente Cervantes apoya a los Vogel porque, es de notarse, poseen la misma ideología patriarcal y los une el mismo fanatismo neoliberal sin escrúpulos. Así es como también opera la denegación de justicia y se pervierte la verdad, con los compadrazgos de poderío. Su amistad con mis agresores no puede ni debe ir más allá de lo humanamente aceptable; lo que ha hecho quien preside el CCE es repugnante.

La maldad con la que se opera a niveles muy altos en un contexto de riqueza y poder desorbitado, no debe seguir siendo un secreto a voces, porque nos está matando.

Presidenta Sheinbaum, el propio presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, Rafael Guerra, se ha visto en la necesidad de poner un alto a estos abusos y tráfico de influencias; he sabido de buena fuente su interés genuino por hacer valer la ley con mis hijos y conmigo, pero nuevamente al llegar a los operadores de base esa intención se pierde. Él mejor que nadie sabe que ni con toda la presión pública o política que me puedan hacer, yo me detendré: la verdad es una y seguiré con ella.

Hoy entiendo que la política de antaño, aquella política indignante, abusiva y sin reservas, no puede ni debe seguir siendo normalizada o tolerada por intereses económicos.

Manuel Velasco, senador del Partido Verde, ha intervenido directamente en la gestión de los Vogel; esto a través de Antonio Navalón quien dice ser su mano derecha y asesor particular. Este ha intentado por diversas vías atemorizarme trayendo la voz de esa familia como estandarte, dejándome el claro mensaje que tanto Velasco como el PVEM apoyan a la familia Vogel hasta la muerte. Lo extraño es que este sujeto, Antonio Navalón, también se ha presentado con los mismos cargos de mano derecha y asesor particular de Jesús Sesma, diputado y hermano de otro terrible agresor de nombre Guillermo Sesma, con quién los Vogel se han coludido para pagar los servicios de colectivos delincuenciales como el de No más presos inocentes para denostarnos a las madres víctimas que estamos agotadas de vivir con miedo y bajo el sometimiento de violentadores con una capacidad económica con la que nosotras no podemos competir: nosotras solo tenemos la voz de nuestros hijos y la enorme necesidad de vivir una vida libre de violencia.

Estos políticos sí que ensucian la lucha social, laceran los esfuerzos de mujeres que hoy están dispuestas a cambiar nuestro país. Hablo de usted, presidenta Claudia Sheimbaun, pero también de Clara Brugada, Bertha Alcalde, Citlalli Hernández, entre muchas otras que son el claro ejemplo de que la buena voluntad sí cambia al mundo si nos regalan un espacio digno y mejor. Sin embargo, entiendo también que el reto no se limita a la voluntad y ordenes dignas de respetarse, pues observamos que los operadores de base, ministerios públicos y fiscales diluyen la línea clara de hacer cumplir su deber y protegernos.

Somos millones de mujeres clamando justicia. Mi caso no resulta más importante que el de otras, sin embargo, el nivel de poder y alcance que tienen agresores como los míos es incalculable, como es incalculable el daño que nos han hecho.

No han escatimado espacio público algunos para ejecutar sus perversos deseos. Integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación han intervenido a favor de mis multimillonarios agresores. El nuevo presidente de la SCJN, ministro Hugo Aguilar, tendrá que trabajar bastante para evitar más abusos en el futuro.

Soy madre de cinco maravillosos hijos que he parido, criado, amado, cuidado y alimentado desde hace más de 14 años. Cada desvelo, cada fiebre, cada risa, cada logro escolar y personal, cada uno con su personalidad y creatividad, los he disfrutado con mi propia piel.

Hace más de 16 años decidí entregar mi vida al hogar; soñé con formar una familia en donde, por más carreras, maestrías o la posibilidad de generar grandes economías, nada valiera más que traer a estos cinco pedacitos de mi piel y hacer todo para verlos sonreír. Ese fue mi calvario.

Bernardo Vogel es un ser humano lleno de defectos y algunos aciertos muy puntuales; puedo decir, impredecible. Posee un cálculo muy peculiar para cuidar sus intereses fuera del hogar. Corrieron los años y entonces recibí un golpe de realidad que no había dimensionado.

Un mal día llegó, aquel día que nunca olvidaré, cuando el corazón de mis cinco hijos empezó a cambiar. ¿Qué tendría que decirles y hacerles un adulto astuto a cinco personitas para romperles el alma, desgarrarles el espíritu, para que, después de toda su vida amarme como siempre lo hicieron, tuvieran el coraje y la rabia para golpear e insultar terriblemente a su madre? La respuesta es lo más terrorífico que jamás imaginé vivir.

Un padre que dedicó todos los días de la vida de mis hijos a trabajar para continuar con el legado económico familiar —el de los Vogel— conoce la respuesta. ¿En qué parte de la historia un padre se sentiría satisfecho al ver cómo cinco almitas ahora forman parte de su proyecto de control? ¿Qué padre se quedaría quieto y pasivo al ver las agresiones de sus hijos hacia su madre? Solo aquel que lo creó, que lo gestó y generó.

Qué perversa se torna la vida cuando un hombre poderoso fabrica, con el alma de sus cinco hijos, un arma letal. Sí, letal, porque me ha matado en vida: no solo Bernardo Vogel me arrebató lo que más amo, también los rompió, los desgarró, los disminuyó y los redujo a su plan.

Perpetuar la violencia familiar a través de las infancias es repudiable, deleznable. Ya decía Eduardo Galeano que “el peor pecado que se puede cometer es aquel que se comete contra el espíritu”, y ahora, hablar de cinco almas instrumentalizadas no tiene perdón del universo.

Ha habido denuncias, juicios en los que las pruebas que mis agresores han exhibido nos permiten ver una perversa creación infectada de corruptelas, dinero sucio, favores sin dignidad y compadrazgos serviles.

Bernardo Vogel no solo rompió el alma de mis hijos: lleva un año y medio intentando callar la verdad, la única verdad de mis hijos, esa dicotomía que deben sentir al saberse amados por mí, pero instrumentalizados por un padre al que temen. Es por ello que Bernardo Vogel no ha escatimado un solo recurso para evadir la presentación de mis hijos a terapias y al juzgado familiar. Él no va a poder controlar toda la vida, a través del miedo, lo vivido por mis hijos. Ellos hablarán, y el padre los tendrá que presentar tarde o temprano, y aquí estaré yo, como siempre lo he estado para ellos.

Estas cinco almitas ahora tendrán que vivir con una realidad poco alentadora: tener un padre al que no le importó cuánto daño les hacía con tal de perpetuar la violencia en mi agravio y pretender continuar con un sometimiento al que renuncié cuando le pedí el divorcio. En ese momento firmé mi condena frente a un hombre del que lo único que quería era estar lejos, divorciada, romper cualquier vínculo afectivo con él.

A su lado viví mucha violencia en casa, cinco contagios de enfermedades de transmisión sexual que, por cierto, para él era mi obligación curarme para estar lista para el próximo contagio. Incluso mis médicos hablaron con él. Viví todos estos años viendo cómo se lastiman y humillan dentro de la familia Vogel, cómo discriminan a la gente sin recursos económicos, cómo se expresan tan despectivamente de quienes consideran inferiores a su familia de sangre; las infidelidades, las faltas de respeto, las ausencias, la miseria de amor y una vida llena de violencias y soledad.

Mis hijos siempre serán sus hijos, pero él les hizo probar un dulce muy amargo y peligroso; les abrió un portal en donde es correcto violentar a su madre o a quien sea. Eso no tiene sanción penal suficiente para revertir el daño que les ha hecho.

Fabricarme estas carpetas, un operativo con el DIF en colusión con personal de la fiscalía, es un acto ruin y despreciable. Hoy está en sus manos el análisis minucioso de estas pruebas que, por más abogados sin escrúpulos que se contrate, jamás, jamás existirá un leguleyo capaz de desaparecer la verdad del daño que el cliente ha causado a sus hijos.

La verdad saldrá, y demostraré que lo único que siempre he tenido y seguiré teniendo hasta mi último respiro es amor a mis hijos, mi motor de vida. Pues de la violencia de Bernardo, lo que me ha provocado a partir de tanto dolor, es ser resiliente, segura y convencida de que estas causas son el producto de una sociedad misógina que permite a quienes tienen el poder económico pervertir la justicia.

Bernardo gestionó la acusación de 36 años de prisión para la madre de sus hijos. Bernardo cree que sus abogados podrán callar la verdad, y no será así: la verdad hará libre a mis hijos, y aquí estaré yo.

Unos niños que han sido golpeados brutalmente por su padre desde 2018, avalado por Guillermo Vogel y esposa —abuelos paternos de mis hijos—, saben lo que se siente la rabia en la piel cuando un padre deja su mano marcada en la mejilla de su hija, y el abuelo ve las secuelas de ese golpe. Saben que ese hematoma era más profundo que el simple cambio de color en la piel por vasos sanguíneos rotos en su carita. Mi Alessita tenía seis añitos cuando ya tenía marcas de su padre en la cara y en el alma. Un golpe en la cara, como los que yo conocí a su lado, hiere lo más profundo de la dignidad.

Ahora pensemos que dentro de la familia Vogel eso está normalizado. ¿Cómo debió haber sido la infancia de Bernardo, que hoy su padre lo encubre y aplaude sus violencias, no solo contra su familia, también contra la gente que necesita trabajar para llevarse un pan a la boca? Sí, los empleados de Bernardo y Guillermo Vogel sufren, y cuando digo sufren es en toda la extensión de la palabra.

Ellos no callaron y, de inmediato, denunciaron a Bernardo y su empresa, Grupo Collado, por secuestro y extorsión. TAMSA, empresa familiar de los Vogel, ahora es investigada en Estados Unidos a través de la Oficina del Representante Comercial (USTR, por sus siglas en inglés), por maltrato a sus empleados, muertes y humillaciones para obligarlos y someterlos a aceptar condiciones infrahumanas, como el pago injusto de salarios o incluso enviando grupos de choque durante las manifestaciones en contra de la empresa familiar, que han terminado con la vida de varios empleados.

Y yéndonos a lo más cercano: ¿qué tuvo que haberle dicho o cómo la habrá amenazado, a partir de la disparidad de poder, a Jhoaly, la chica que trabajaba en el hogar, para inducirla a cometer un delito como la falsedad en declaración para ser testigo, pensando solo en sus intereses y a costa de saber que lo que le exigía la pondría en un grave problema legal? Esto nos habla de la calidad humana del denunciante.

Aquí vemos el reflejo de su único deseo: su patrimonio y la exigencia de su padre para mantenerse en la cima del poder. Qué vacío, qué doloroso, qué vergüenza.

Aliarse con un grupo de delincuentes como Guillermo Sesma (violencia sexual, física y psicológica, corrupción de menores), Alfonso Malpica (violencia física, psicoemocional y económica, violencia vicaria), Pedro Moreno (abuso sexual infantil, violencia física, económica y psicoemocional), Edgar González Peredo (violencia física, psicoemocional y violencia vicaria), Canek Vázquez (violencia familiar física, psicoemocional y económica), y ondear al colectivo No más presos inocentes —creado para lograr la excarcelación de un feminicida que actualmente tiene a su víctima en estado vegetativo por impactos de bala—, así como participar en la difamación colectiva de víctimas, será el sello con el que camine por las calles: “este hombre es peligroso”. Todas lo sabemos.

Las medidas cautelares que desea Bernardo que se me impongan por haberles mandado una cartita de amor a mis hijos no me limitarán en la lucha por recuperar los pedacitos de corazón que Bernardo rompió.

Resolver este caso solo se traduce en que Bernardo cumpla con lo ordenado por la autoridad competente: llevar a los niños a las terapias del tribunal, presentarlos ante el juez familiar como se le ha ordenado e iniciar las convivencias con su madre de una forma ordenada, tal como está obligado.

La justicia y la libertad no se compran. La red de protección de tantas madres que hemos unido nuestros dolores no permite el dinero sucio. Aquí solo impera el deseo de que nuestros hijos y nuestras vidas sean solo nuestras, sin violencia…