“Todos los caminos van a Roma.”

Proverbio muy popular

Tuve la oportunidad de ver y escuchar a la primera ministra de Italia Giorgia Meloni cuando declaró con un tono muy elocuente que Roma, por trascendencia histórica, debería ser la capital de la Unión Europea.

Afortunadamente para el mundo actual, para el cristianismo, el judaísmo, el islamismo y el creciente continente occidental, Roma y su imperio desaparecieron en su momento, cuando surgió Constantinopla, que ahora es Estambul, capital de Turquía.

Lo que llama la atención desde un punto de vista histórico, es entender el porqué Roma y toda Italia, después de la gran plusvalía que tuvieron durante el Renacimiento con las aportaciones de los más grandes creadores de la Historia, incluyendo a Galileo, Leonardo DaVinci y Miguel Ángel, no pudo mantenerse como potencia mundial, dejándose vencer después por Napoleón Banapatte, quien incluso sometió al Papa Pío VII, y después siendo desplazados durante la Primera y Segunda guerras mundiales por las grandes potencias que ganaron dichas contiendas.

Pero si existe una manera de que Roma y toda Italia tengan mayor plusvalía económica y política, y me gustaría que su primera ministra Georgia Meloni se entere, y ésta consiste en fomentar el turismo, con un sistema que existe en Estambul precisamente, que consiste en tratar a los turistas de la mejor manera humana posible, con respeto, cordialidad y calidez, desde que abordan su aerolínea Turkish Airlines, tal como se hace en México, que es un país que es visitado por más de 30 millones de turistas al año, de lo cuales más del 99% quedan muy agradecidos y satisfechos por su estancia vacacional.

El mismo Napoleón Bonaparte llegó a decir que Estambul podría ser la capital del mundo, lo cual sería interesante de analizar ahora que hay tantos conflictos en Medio Oriente, considerando que Estambul misma se europeizó y podría reunificar al viejo continente, al igual que lo podría hacer desde un punto de vista ideológico, aunque sea difícil de creer, México.

Nota agregada: Estambul se edificó encima de las ruinas de donde formalmente existió Troya, con toda la trascendencia histórica y cultural de éste hecho, al igual que la Ciudad de México se edificó sobre las ruinas de la gran y única Tenochtitlán.