El presidente de México ha tenido el mal tino de rodearse de gente que no logra conectar con la mayoría de los mexicanos. Entre ellos sí, por supuesto, se caen bien, se adoran y se adulan; se aplauden, se invitan para salir en la foto y se van de fiesta juntos. Pero fuera de ese círculo nadie más.

La consentida de AMLO, Claudia Sheinbaum, no ha logrado la absoluta aceptación por parte de todos, debemos de reconocerlo.

Es decir, si bien en las encuestas va arriba como posible candidata a la Presidencia para el 2024, le falta conectar con los que a ella le cuestan más trabajo: Los de la  llamada “derecha”. (Cómo me choca estigmatizar con esos términos a la gente por su forma de pensar… pero así es tristemente y eso nos divide aún más.)

Por ejemplo:

El presidente se rodea de Adán Augusto que simpático no es, ni poquito agraciado en nada, con comentarios poco inteligentes y asertivos… nada. No le suma en nada.

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Marcelo Ebrard es alguien que de plano se ve muy lejano ya del presidente, aun cuando resulta un tanto encantador para algunos de incluso la oposición, no logra convencernos a todos. Se nota como  entre ellos rompieron relaciones, pero diplomáticamente fingen que no.  Bueno, eso creo.

Ya no se diga del doctor Alcocer, que como robot lo paran cada martes en la mañanera para  leer dos hojas que ahí le escriben y ya está. (Ni siquiera creo que él sepa qué va a leer.)

Hugo López-Gatell, está de sobra que hable de él en esta columna.

Y así le puedo seguir… Rosita Icela, Raquelita Buenrostro, Leticia Ramírez, Jesús Cuevas… etc… etc…

Si hay alguien que podría arreglar/mejorar el desastre que en la imagen de AMLO empieza a haber, ese, desde mi punto de vista, ese  sería Omar García Harfuch.

Pero curiosamente el presidente no lo menciona; nunca me ha tocado oírlo hablar de él…

¡Vaya, ni lo topa!, como dirían los jóvenes.

Claudia ha sido más inteligente  y se ha ido acercando de a poquito a AMLO, porque sin duda hacerlo le realza la imagen a cualquiera. Y es que no podemos negar que Omar García Harfuch tiene una imagen positiva en la opinión pública; ha sabido ser buen policía y ha hecho bien las cosas.

¿Por qué el presidente lo ignora? No lo entiendo, sin embargo, debería de ir buscando a alguien con quien juntarse un poquito más, pero que tenga una imagen más fresca, menos manoseada y devaluada.

Zoé Robledo es alguien que aún no llega a caer en la antipatía de la gran mayoría a pesar de que lo considero el menos maleado de todos, pero no convence aún del todo porque es director de una institución  de salud pública sin ser médico. Así ¿cómo se logra la confianza? Eso hace que tampoco logre convencer.

El presidente debería de asomarse, si quiere mejorar su imagen, en quienes podrían sumarle a su ya deteriorado gabinete.

Debe de dejarse de paranoias y filias y darle la oportunidad a alguien más que no piense como él.

Sería muy interesante verlo dialogar con Margarita Zavala, o con el mismo Felipe Calderón y con todos los que odia.

¡Sí! ¿Por qué no? ¡Qué de cosas lograría el presidente al cambiar su forma de conducirse!

Ya no es popular que destile tanto odio en sus mañaneras. No resulta reconfortante ver cuando amenaza o insulta o señala a alguien.

Lo triste es que lo sé: esta columna terminará en la nada.

Porque sé, de buena fuente, que AMLO no se deja asesora; no oye a quienes no pensamos o coincidimos como él. Incluso, yo creo, hasta desoye a quienes lo quieren y comulgan con él.

Si ya llegó a la Presidencia, si ya alcanzó lo que muchos no han podido, ¿no sería hora de hacer un cambio?

Y la verdad,  porque, además, personalmente creo que no querrá dejar la política nunca, aunque él diga que sí. De ser así, ¿no le conviene un cambio de rumbo?

¿Por qué no se reconcilia consigo mismo y con su pasado?

A todos nos dejaría absolutamente callados  y admirándole... A mí en lo personal sí.

En fin, soy una soñadora nada más.

Pero, ¿te lo imaginas dialogando con todos los que ha señalado en la mañanera? Entonces sí sería ese presidente que gobierna para todos como tanto dice.

Y yo creo que del lado de sus llamados opositores no habría inconveniente en sentarse a platicar con él.

Pero el presidente guarda tanto resentimiento, que me lo imagino agrediéndoles en algún momento de la reunión fantasma. (Y digo fantasma porque creo que nunca la vamos a ver.)

Pero sería bueno. Y más allá de eso, sería necesario.

Hay demasiada polarización entre los mexicanos. Esto puede llevarnos al colapso en términos de mayores índices de agresión y de violencia.

Necesitamos reconciliarnos. Necesita el presidente juntarse con gente que le sume y no que le reste.

Necesito seguir soñando…

Es cuanto.