Hace unos días, que la presidenta de la República salió a escena, mandó un mensaje contundente. Entre muchos otros aspectos, queda claro, puntualizó que lo más importante es caminar juntos. Refiriéndose a ello, desde luego, habló del pueblo de México, y de todos aquellos que han hecho posible que el movimiento no solamente mantenga su esencia, sino que crezca. Cada quien, en efecto, asume una responsabilidad social desde la trinchera que le ha tocado defender. En lo político, por ejemplo, la solución ha sido integrar gobiernos de coalición. No a todos les funciona. Hay fuerzas que, por lo que simbolizan, hay un choque de polos que no gozan de la simpatía de la sociedad porque representan el mismo conflicto de intereses. No es posible, ha quedado comprobado, la cohesión entre los partidos del PAN y del PRI. Ellos, que plasman el anacronismo, únicamente se han unido para repartir cuotas de poder. De ese modo se aprovecharon los actores más visibles que, sin abanderar un cargo de elección popular, se agandallaron la posición número uno del Senado de la República.

De todos ellos, que encabezaron una sola expresión en 2024, vivieron en carne propia los resultados. La gente, en su inmensa mayoría, salió a las calles a ratificar dos aspectos fundamentales. El primero, de modo contundente, fue darle el voto de confianza al proyecto de transformación. Y el otro, que tocó fondo para algunos, fue el rechazo generalizado por el bloque opositor. Fue, de hecho, una pena ver como concluyó el PRD a nivel nacional. Empezó por una causa común, y terminó sus días arrodillándose a las prebendas de los gobiernos neoliberales, como el caso del Pacto por México, que acabó por sepultar aquella alternativa que nació ante el creciente malestar ciudadano. Eso, como sabemos, es tiempo pasado. Quizá si hubieran aprendido de las experiencias no estuviesen fracasando continuamente.

Por supuesto que las fuerzas requieren de coaliciones. Hay algunas que, de plano, no terminan por convencer. Y otras, que han elevado su percepción positiva, están en un momento coyuntural clave. La coalición Seguimos Haciendo Historia, que fue el vehículo que llevó al poder a Claudia Sheinbaum, ha demostrado ser una opción que vive su mayor apoteosis. La mayoría de la gente se identifica con ellos porque han sido congruentes entre el discurso y los hechos. No hay sometimiento, sino consenso para abordar cada uno de los temas. En lo legislativo, por ejemplo, Morena, PT y PVEM, sin duda, han respondido al mandato popular haciendo valer su condición de mayoría en ambas cámaras. No es que exista un control de la presidenta, sino simplemente existe una identificación con una agenda de prioridades.

Y mientras el PRIAN ha quemado sus cartas para ir en coalición, Morena, PT y PVEM, refrendarán su compromiso de ir juntos en la elección intermedia del 2027. Serán gobiernos de coalición ante el constante apoyo que reciben de la población. Seguir recurriendo a ello, en definitiva, nos da un presagio abrumador en los resultados. De concretarse, qué es lo más probable, la alianza Seguimos Haciendo Historia, realizando cálculos, se llevaría 16 de 17 entidades federativas. Comienza, en efecto, a sentirse ese espíritu de cohesión en vísperas de que se tomen decisiones para equilibrar la balanza, eso sí. Si se tratara de sacar cuentas, sin duda, Morena representaría la mayoría; sin embargo, sus votos no serían suficientes para construir la mayoría calificada y modificar la constitución. Hay más poder cuando se unifican todos. De ese modo, son fundamentales los números que aporten el Verde Ecologista y el Partido del Trabajo.

Son ellos dos, en conjunto con Morena, los que han dejado sin aliento a la oposición. Ellos tres, de un solo bloque, han dado paso a un hecho sin precedentes. Siendo así, nada debe supeditar una alianza bajo circunstancias unilaterales; es decir, el consenso y la negociación deben privilegiarse por encima de cualquier aspecto. Los gobiernos de coalición han funcionado y han sido de gran utilidad porque se han flexibilizado los espacios de participación. No podemos llamarle cuotas, sino equilibrio por el simple hecho de como se detallan las mismas prioridades, especialmente en el PT. A ellos, que debemos reconocer la resistencia que han tenido, son el único partido que, a lo largo de la historia contemporánea, ha caminado de la mano de Andrés Manuel López Obrador.

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Eso, como ya lo hemos señalado en otros espacios de opinión, ha marcado la diferencia, tanto para el ejercicio del poder como para el legislativo federal. Eso se ha convertido como una garantía para sacar adelante los proyectos que son de suma relevancia para Claudia Sheinbaum. Ese vínculo, a propósito de ello, lo ha ratificado la propia jefa de Estado, que hace poco los reunió en Palacio Nacional. Ese fue el mensaje más contundente de unidad que lanzó la mandataria para acabar con las especulaciones. La coalición Seguimos Haciendo Historia, de común acuerdo, sellará la alianza y, en con ello, vendrá la distribución de posiciones que cada partido abanderará bajo la nomenclatura de un bloque.

El Partido del Trabajo, por ser uno de los participantes más activos de la coalición, tendrá margen de maniobra para pedir espacios a la gubernatura. Con ayuda de ellos, aunque muchos lo nieguen, las reformas constitucionales son una realidad. Se debió, en gran parte, a los compromisos asignados en campaña. Hoy, de hecho, el PT está de manteles largos. Cumple 35 años desde su fundación. Y ellos, cuando muchos auguraban su disolución en los primeros años, han demostrado fortaleza y vigor porque son partidarios de las causas progresistas. Allí es donde se ven los auténticos aliados del proceso de transformación. Es verdad, en muchas ocasiones el PT ha sido minimizado, pero al final de cuentas tolerante. El mayor compromiso es con el pueblo y la presidenta de la República.