Según la más reciente información publicada por el Banco de México y otros organismos, el crecimiento anual de México para 2025 será de alrededor de 0.5 por ciento. Sí, atrás han quedado aquellos tiempos de la “larga noche neoliberal” bajo cuyos gobiernos apenas se producía un crecimiento del 2 por ciento.
¿No fue acaso uno de los grandes lemas de campaña del excandidato AMLO que México no podía superar la barrera de dos por ciento anual por la corrupción, la falta de oportunidades y las desastrosas políticas económicas de Peña, Calderón y Fox? ¿No prometió el tabasqueño que su nuevo modelo permitiría la creación de empleos formales y bien pagados?
AMLO fue capaz, en su momento, de salirse por la tangente esgrimiendo el golpe económico provocado por el Covid. Este argumento sería válido si el resto de los países de talla similar no hubiesen salido adelante con políticas de Estado dirigidas a aliviar los estragos de la pandemia. No fue el caso de México.
Claudia Sheinbaum ahora enfrenta un escenario similar. En este tenor, si la economía mexicana crece apenas un paupérrimo 0.5 por ciento, ¿qué puede esperarse en términos de creación de empleos, de redistribución de la riqueza, de combate contra la desigualdad, de prosperidad compartida o de ampliación de programas sociales? La respuesta es bien sencilla: nada.
La jefa del Estado y sus voceros, fieles a su discurso demagógico, cantarán a viva voz que el crecimiento económico no es relevante mientras se combatan las fallas estructurales. ¿Se atreverán a decir que no existen posibilidades de progreso o de cumplir con las promesas de la autoproclamada transformación sin crecimiento? ¿O de dónde obtendrán los recursos para financiar sus proyectos con una recaudación sobremanera limitada, misma que se obtiene derivado del crecimiento económico? ¿O seguirán apostando por la deuda hasta que el financiamiento resulte inviable y el país se encamine hacia una crisis sin salida?
En suma, los recursos discursivos van agotándose. Pronto la realidad de un país sin crecimiento, lacerado por la inseguridad, sin contrapesos, sin Estado de derecho y carcomido por la corrupción y el crimen organizado hará insostenible la continuidad del partido oficial en el poder. Tarde o temprano deberán rendir cuentas a la nación.
