Fox, ese tontito

Solo alguien tan tontito como Vicente Fox puede pensar que Citibanamex desea vender su banca comercial por culpa del presidente López Obrador.

Ahora sabemos por qué Fox quebró su negocio de botas en Guanajuato, indebidamente rescatado en su momento por el Fobaproa: era falso que fuese empresario el ranchero que nunca debió llegar a la presidencia de México.

Si no era empresario, ¿qué era el señor Fox? Lo que es: puro buey; no escribo güey para evitar las malas palabras.

Lo cierto es que Citigroup tomó una decisión de negocios, la que su junta directiva piensa que más conviene a sus intereses: vender su banca comercial para concentrarse en la banca corporativa.

Lo anterior, en la cancha de Citi; en la cancha de la economía mexicana, ello abre una gran oportunidad para reestructurar el sistema bancario en nuestro país. Algo que en gran medida dependerá de que Andrés Manuel y su secretario de Hacienda (Ramírez de la O) sepan operar las cosas en la lógica de lo que realmente necesita nuestro país.

La extranjerización de la banca

En su momento, México pagó costos elevadísimos por haber entregado la mayor parte de su sistema bancario a grupos financieros del extranjero.

Ello ocurrió como resultado, sin duda, de la crisis de finales de 1994 provocada por el desastre en el que terminó el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

Quizá no había opción —los banqueros nacionales, en general, no estaban a la altura de aquel momento histórico—, pero el remedio, extranjerizar, no funcionó del todo.

Los bancos extranjeros no conocían los mercados mexicanos, además de que sus modelos de banca de consumo no eran —ni son— lo que un país como México necesita.

Los banqueros de España, Estados Unidos, etcétera no lograron entender la situación de una nación como México con varios millones de pymes hambrientas de créditos.

En fin, dado el caos económico generado por Salinas, no hubo de otra y nuestro sistema bancario se extranjerizó, no necesariamente para bien.

Banamex resistió como banco nacional hasta que recibió de parte de Citi —como en la película El Padrino— una oferta que sus principales socios no pudieron resistir.

Así, Roberto Hernández y Alfredo Harp vendieron. Las cosas funcionaron al principio porque se mantuvo una administración mexicana.

Citigroup, en nuestro país, mantuvo su liderazgo mientras fue gestionado por banqueros mexicanos, destacadamente por Manuel Medina Mora, quien a las tantas rindió la plaza y se vio obligado por los propietarios estadounidenses a ceder a las políticas de Citi a nivel global, con la consecuente caída constante en la participación de mercado de Citibanamex en el sector de la banca comercial.

La derrota de Citibanamex

Ahora el que se rinde es Citigroup y decide abandonar un negocio que nunca entendió y que le llevó a perder liderazgo frente a BBVA y Banorte e inclusive frente a Santander.

Venderá Citigroup su banca comercial, algo que podría tener toda clase de repercusiones para México, ojalá más positivas que negativas.

Para que las cosas resulten provechosas para nuestra sociedad, la presidencia de la república debe operar sin fallas de ningún tipo.

Hay en ello una oportunidad que deben aprovechar Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, y su secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O.

Nada sería más triste que ver a Citibanamex seguir los pasos de HSBC que deshuesó a BITAL quitándole el valor a un banco mexicano construido con el esfuerzo de Antonio del Valle.

Estamos ante la invaluable oportunidad de que banqueros mexicanos rescaten, para la nación, el valor —no solo económico— del Banco Nacional de México. Y es que el banco con el nombre más mexicano nunca debió ser extranjero.

¿Qué gupos o empresarios mexicanos podrían quedarse con Citibanamex? ¿Qué piensa AMLO de ellos?

√ Banorte, pero ocurrirá solo si el apellido Hank no estorba a AMLO. ¿En qué sentido? El de cómo aspira el presidente a pasar a la historia. Si bien Andrés Manuel se lleva de maravilla con el accionista de referencia de Banorte, Carlos Hank González, podría resultarle muy complicado al presidente López Obrador aceptar que quede como parte fundamental de su legado que el grupo financiero más grande de México sea controlado por un descendiente directo —para colmo, exactamente con el mismo nombre— de uno de los pilares del viejo sistema priista: sí, Carlos Hank González, quien en Wikipedia es identificado como “empresario criminal y político mexicano” y que gracias a Netflix debe ser conocido en el mundo entero como el capo di tutti capi de la mafia mexicana de las drogas. Esto puede ser injusto, pero es un hecho: tal es la fama, absolutamente infame, que tiene El Profesor y no parece haber nadie trabajando para mejorarla.

√ Carlos Slim, pero algo así solo se lo plantearía el magnate si AMLO se lo pidiera con absoluta seriedad. El más grande empresario de México ha recibido en otros sexenios invitaciones para participar en la banca comercial, pero se ha negado a hacerlo: no le interesa. Solo una invitación directa y muy seria del político a quien Slim más respeta —Andrés Manuel López Obrador— podría llevarlo a interesarse en la adquisición de la banca minorista de Citibanamex.

√ El retorno de los brujos, es decir, Roberto Hernández y Alfredo Harp, quienes en 2001 vendieron Banamex a Citigroup, no pagaron impuestos —se quedaron por lo mismo con un montón de dinero—, han seguido prosperando, sobre todo en negocios turísticos e inmobiliarios, y tienen capital y relaciones de sobra en el mundo financiero global para lo que sea. Necesitarían que Andrés Manuel verdaderamente les perdonara el pecado de no haber entregado ni un cinco al erario cuando realizaron aquella venta en el sexenio de Vicente Fox. Es un hecho que el presidente de México parece haber olvidado —ya no lo menciona, o al menos no con tanta frecuencia—, pero sin duda se trata de una falta grave que AMLO sinceramente debe perdonar, y ello quién sabe si ha ocurrido.

√ Alfonso Romo, uno de los más creativos empresarios de México, que ha estado en las grandes ligas y legítimamente aspira a volver a ser un jugador nivel Champions League. Tiene no solo una de las más importantes casa de bolsa de México, sino relaciones muy sólidas en el mundo de las finanzas globales, además de recursos propios abundantes y talento para emprender una aventura de ese tamaño. Tendría Andrés Manuel que decidir cuánto le estorba a su imagen actual que uno de sus asesores más cercanos durante tantos años se convierta en banquero de la mayor relevancia. Personalmente yo no vería ningún conflicto de interés, ya que Romo se acercó a AMLO solo por hacer posible el cambio político que desde su punto de vista la sociedad mexicana necesitaba. Por desgracia, buena parte de la opinión pública sería implacable al juzgar tal operación, si se diera. Conociendo al presidente López Obrador, si su conciencia quedara tranquila, la mala publicidad le importaría muy poco.

√ Antonio Del Valle Ruiz. Tiene ahora un banquito, Ve por Más, pero tuvo un bancote, Bital. Se lo quitaron —no de la mejor manera—, lo deshuesaron, perdió todo su valor y lo vendieron a HSBC. Después fundó Mexichem y le fue de maravilla. Tiene talento. Su hijo Antonio del Valle Perochena tiene una espléndida relación con el presidente AMLO. A este probablemente le encantaría que Del Valle se quedara con la banca comercial de Banamex, si pudiera reunir un grupo inversionista suficientemente fuerte, y sin duda puede.

√ Ricardo Salinas Pliego, pero debería empezar por presentar una oferta con seriedad y, especialmente, discreta ; no en redes sociales y menos aún con lenguaje de niño rebelde: “Que digan cuánto quieren por su changarro y vemos, @Citibanamex abierto de 9 a 9 los 365 días del año”. Desde luego, antes de dar su visto bueno, AMLO tendría que medir el daño a la imagen presidencial de que se quede con Banamex un empresario tan polémico de quien ha sido tan cercano.

¿Y si los mexicanos no quieren o pueden?

La mejor opción para México sería Santander, lo que ocurriría solo si Ana Botín recibiera garantías plenas del presidente López Obrador de que su negocio en nuestro país podrá operar sin obstáculos políticos.

La señora Botín y Andrés Manuel se llevan muy bien, pero hay mal ambiente en España respecto de hacer negocios en nuestro país en tiempos de la 4T. Tan mal ambiente que, hasta hoy, el exgobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, no ha recibido el beneplácito de parte del gobierno español para irse a ocupar el cargo de embajador a aquella nación.

Una buena señal sería que ya se desatore ese asunto diplomático, lo que no depende solo del consejo de ministros de la administración presidida por Pedro Sánchez. El plácet para Quirino depende también de dos factores quizá más relevantes: (i) que la cancillería mexicana, encabezada por Marcelo Ebrard, se ponga las pilas, algo que no ha sucedido, y (ii) que las empresas españolas, como el propio banco Santander, reciban de parte de la 4T un trato si no más justo, al menos sin críticas desde las mañaneras.