La industria aérea es un tema muy complejo, lo tengo claro, y desafortunadamente hay políticos (en el país y fuera de él) que no terminan de dimensionar su importancia.
Voy a referirme al presidente de los Estados Unidos de América, Donald J. Trump. Para ello, debo decir que en 2015, cuando se firmó el famoso acuerdo bilateral, el objetivo principal fue encontrar un equilibrio entre dos aviaciones que, por tamaño, eran “incomparables”.
Hoy, ese acuerdo es multicitado por los detractores de la actual administración de México, pero pocos (tal parece que ninguno) se ha dado a la tarea de darle una leída, a pesar de que en su momento fue debidamente publicado.
Dentro del acuerdo se reconoce la disparidad de flotas entre ambas naciones, dejando claro que Estados Unidos dentro de su aviación comercial tenía casi 7 mil aeronaves (en ese 2015), y la aviación comercial de nuestro país tenía cerca de 350 aeronaves; hagan sus cuentas, y hablamos de que nuestra aviación era apenas el 5% de la de Estados Unidos.
Por lo tanto, se trató de encontrar un equilibrio, sin tener que abrir los cielos mexicanos, y respetando la soberanía de nuestro país. Lo digo fuerte y claro, esto fue impulsado por distintos actores dentro de la industria aérea, principalmente por sus sindicatos; y una salida que encontraron fue la figura del “Joint Venture”.
Este tipo de alianzas permite que ambos países se beneficien; en el caso de las aerolíneas norteamericanas de tener abierto el mercado en otro país con la ventaja de no invertir en infraestructura, porque esa la pone la otra línea aérea, y además trae consigo grandes beneficios para los usuarios, a quienes se les amplía la red de rutas y slots, además de permitir el uso de sus programas de lealtad, lo cual genera grandes beneficios tanto para las líneas aéreas como para los pasajeros.
En resumen, es un “ganar-ganar”, y por eso pongo de ejemplo el caso de Viva, que lleva años tratando de que le autoricen su “Joint Venture” con Allegiant Air, y han estado en espera desde el 2021.
Pero esta alianza de la aerolínea regiomontana todavía no cuenta con luz verde. De hecho, en septiembre pasado el Departamento de Transporte norteamericano (DOT, por sus siglas en inglés) anunció la terminación de la alianza entre Delta y Aeroméxico, En ese momento VivaAerobus fue muy vocal apoyando a la aerolínea del Caballero Águila, por considerar un total contrasentido acabar con el Joint Venture de la línea bandera de México.
Es más que evidente que la administración de Donald Trump se guió más por los “reclamos” de dos líneas aéreas: American Airlines y United, quienes sin exhibir pruebas de sus dichos argumentaron que la alianza entre Delta y Aeroméxico, las “perjudicaba”, sin tomar en cuenta que el 20% del capital de Aeroméxico es de Delta, por lo que obligar a terminar dicha alianza era darse un disparo en el pie, como industria aérea.
Además, una incongruencia, porque la administración del DOT a cargo de Sean Duffy se hace de la vista gorda con el actual Joint Venture entre United Airlines y ANA (All Nippon Airways), la aerolínea más grande de Japón y una de las más importantes de Asia. Ahí no hay reclamos ni nada.
Y es que si hay reclamos por hacer, deben ser por las vías pactadas previamente para solucionarlas, y no por medio de amenazas, como lo hace Sean Duffy. El equipo jurídico de Aeroméxico hizo una apuesta arriesgada e interpuso, ante la Corte de Apelaciones del Undécimo Circuito, una solicitud para suspender la orden que emitió el DOT para dar por terminada la alianza entre la aerolínea mexicana y la norteamericana. Y es que en esta vida “quien no arriesga, no gana”.
Finalmente, el tribunal en cuestión emitió una orden para suspender de manera temporal la orden de disolución que había realizado el DOT. Esto le permite a Delta y Aeroméxico seguir operando como hasta ahora, y es un respiro para ambas líneas aéreas, sin duda alguna.
Este “amparo” les permitirá operar hasta que se resuelva el recurso de revisión sobre el Joint Venture, donde se tendrá que comprobar si realmente hay una “competencia desleal” tal y como ha argumentado el DOT a cargo de Sean Duffy.
Los medios de comunicación norteamericanos buscaron a Sean -o a alguien del DOT- para ver si daban una declaración ante la decisión tomada por el tribunal, pero no fue posible; el DOT ha hecho mutis, y en mi opinión se les debería de caer la cara de vergüenza al no entender cómo funciona el “Joint Venture”.
De hecho, algo que ha quedado claro, por lo menos por parte de Delta Airlines es la consecuencia que se tendría con la terminación de esta alianza, que en nueve años de operación, solo ha traído grandes beneficios a ambas naciones.
En caso de que se llegue a resolver que el Joint Venture se tiene que disolver, se terminaría por afectar por lo menos a 140 mil turistas gringos, y en el caso de México a más de 90 mil viajeros.
No saben -y por eso lo cuento- el gusto que me da esta noticia, que ambas aerolíneas puedan seguir trabajando de manera conjunta. Gracias a esta alianza, y la coordinación entre Delta y Aeroméxico, ambas empresas obtienen grandes beneficios que se traducen en ventajas para los usuarios, y eso es lo que uno busca como viajero.



