La indeseable presencia de la marquesa española de nombre Cayetana, sumado a unos 15 apellidos con tufo a época medieval y absolutista, con los nefastos antecedentes de un expresidente del gobierno español José Maria Aznar, abiertamente haciendo campaña en favor del hoy caído en desgracia Felipe Calderón en 2006, mismo proceso electoral que enrareció a largo plazo la vida pública en México, que era comandando por un publicista español de apellido Solá (sí, otro ibérico sin principios) experto en guerra sucia, violan de manera flagrante a la Constitución mexicana (Artículo 33), que en su esencia establece que ningún extranjero tiene el derecho en inmiscuirse en política nacional.

La condescendencia hacia la marquesa deja un antecedente más al clima de casi total impunidad que se vive en México, con gravedad especial en lo que a delitos del orden penal se refiere (con, quizás, la excepción del secuestro, mismo que ha bajado sustancialmente en esta administración federal).

Referente a lo anterior, basta recordar que el día en que el ya aquí citado Felipe Calderón Hinojosa trató de ir a Cuba y fue obligado a bajar de su avión, al ser considerado por La Habana como persona ‘non grata’ en pleno derecho a sus propias leyes.

Si el Artículo 33 ya no aplica en México, que se derogue, que no es el caso, al ser parte de uno de nuestros fundamentos en política exterior: El de la libre AUTODETERMINACIÓN de los pueblos, mismo al que, por cierto, se ha ceñido escrupulosamente el aún presidente Andrés Manuel. Así en los hechos que a políticas públicas se refiera, este gobierno ha puesto en su lugar a más de un par de gigantes españoles voraces del sector energético, que tenían ya a México como una tierra de conquista, además de recuperar el papel esencial del Estado y su indispensable supremacía por sobre el mercado, al terminar con las ilegales exenciones de impuestos a los grandes conglomerados, cobrándoles además miles de millones en impuestos caídos, eso, entre otros más abusos, más propios de aves rapaces que de seres humanos.

Por otro lado, alarma cada día más el grado de impunidad. En México la muerte es ya demasiado barata, por no decir robar, cometer fraudes de toda índole, dar golpizas, torturar, desaparecer personas y un espeluznante y largo etcétera. Por lo mismo, urge ya que este sexenio se acabe, ya AMLO sentó bases importantes para una transformación real en México y su rumbo como nación, pero su asignatura pendiente (la seguridad pública) es demasiado pesada para el país, y los vientos de cambio y frescura que representarían la doctora Claudia Sheinbaum y su equipo, son ya desesperadamente anhelados por todos los mexicanos, ya que a ella se le coloque la banda presidencial cruzada en su pecho.

Lo anterior con la esperanza de que casos que van desde la situación de caos total en Guerrero hasta la completa permisividad en asuntos cómo el de la noble española, dejen de seguir sentando precedentes e incentivos perversos para que la escalada anárquica y de burla al Estado de Derecho continúen, además que es a todas luces obvio que la propia gente que de manera convenenciera dice comulgar con los votes de la 4T están ya no pocos, en la dinámica del “año de Hidalgo”.

El honroso sitio en la historia, AMLO lo tiene ya ganado, y en lo que le queda de tiempo (6 meses), esperemos avance lo más que sea posible en la misma ruta que el propio presidente ha trazado, que se lleve a cabo su paquete de reformas, de ser posible que se avance sustancialmente en el mes de septiembre, en el que convivirá con la próxima legislatura, pero habida cuenta de los números en las encuestas a favor del oficialismo, esta tarea luce más viable que la consolide, con los tiempos debidos, la ya Sheinbaum presidenta, dado que podría su gobierno, sin mayores problemas, construir la mayoría calificada en el Congreso que estos cambios demandan.

Otro tema pues, es el de la nunca erradicada corrupción doméstica, que exige cambios reales en la estructura del Estado mexicano, no sólo desplantes retóricos y frases que ya suenan a sonsonete repetitivo en las conferencias mañaneras, que no es por medio del voluntarismo como ese mal pueda disminuir categóricamente, sino con verdadera voluntad política que se refleje en nuevas leyes e instituciones que “tengan dientes”, y no que sólo se limiten “a detectar posibles irregularidades” multimillonarias en el ejercicio de los presupuestos públicos, con prácticamente nulas consecuencias punitivas.