Son las cinco de la mañana. Las puertas del horno se abren y el nuevo PAN sale calientito, listo para ser puesto en los anaqueles de la panadería electoral. Listo para ser seleccionado con pinzas y charolas, y para competir con las otras opciones que hay: las hay dulces o saladas, gourmet o tradicionales, frescas o de días pasados.
¿Qué ofrece el nuevo PAN? ¿Qué hay más allá del evento y de la parafernalia del nuevo logo?
En un mundo democrático donde las instituciones políticas —principalmente los partidos— están perdiendo vigencia frente a las narrativas de liderazgos individuales, el Partido Acción Nacional optó por un relanzamiento de marca más que por un relanzamiento de ideales; eligió una estrategia de mercado antes que una de comunicación política.
Vino a mi mente aquel momento en que la marca Jaguar presentó un nuevo logotipo que no conectaba con la tradición y reputación que la distinguían, para convertirse en un simple letrero vacío con una fuente renovada.
“PAN con lo mismo”, dijeron algunos. La dirigencia de Morena, encabezada por Luisa María Alcalde, mencionó que eran los mismos de siempre, y aunque quizá tenga razón, podría también tratarse de una autocrítica. Al tiempo.
Del PRI, ni hablar. De MC, solo rumores.
En el lanzamiento del nuevo PAN sobraron aplausos, pero faltaron respuestas. Y, al parecer, también tiempo y atención, pues se vio a su dirigente más entretenido con su reloj inteligente que con el mensaje que debía dar.
Se rumora que fueron asesores externos quienes recomendaron a este “nuevo” partido realizar esta acción, aunque ninguno se ha atrevido a levantar la mano…
Del timing, mejor ni hablar. Tacto fue lo único que no tuvieron. En un momento en que gran parte del país enfrenta inundaciones, el PAN encontró espacio para hacerse una pequeña fiesta y anunciar lo que verdaderamente parecía urgirles comunicar:“Tenemos nuevo logo y no nos vamos a aliar con nadie”.
México necesita con urgencia una oposición con pantalones: una que defienda causas, que se afiance a sus valores y sea congruente con su narrativa.
El PAN fue, en su momento, esa oposición; la que logró desterrar durante algunos años al PRI de Los Pinos, aunque después López Obrador los haya condenado a ser el partido que se unía a aquel al que había sacado del poder.
Gran intento de Jorge Romero por volver a dignificar a ese gran partido.
Ojalá el nuevo logo sea solo el principio de una verdadera transformación y de un reacomodo de las piezas en el ajedrez electoral de México.