El congreso estadounidense acaba de triplicar el presupuesto de la “migra” en su país. Ahora, los encargados de inmigración y aduanas, esos gorilas encapuchados y fascistoides que detienen de manera indistinta ciudadanos y personas indocumentadas nada más por tener piel café o hablar español tendrán más personal, más equipo, más armas, más tecnología fascista proporcionada por la corporación de espionaje Palantir, fundada por un cercano amigo de Elon Musk, Peter Thiel.
La crueldad es el método. La administración de Trump parece emular aquella frase del periodista “gonzo” Hunter S. Thompson, que en algún momento señaló: “odio recomendar la violencia y la locura, pero siempre han funcionado para mi”. Eso es lo que siempre le funcionó a los Estados Unidos. La violencia los acompaña desde que los fanáticos religiosos y esclavistas de los “padres fundadores” exterminaron sistemáticamente a pueblos indígenas y a mexicanos y la violencia continuará hasta su eventual proceso de colapso, balcanización y posible guerra civil.
Y mientras nuestros “socios y amigos” amenazan a ciudadanos de México y el resto del mundo via redes sociales, Trump visita su nuevo campo de concentración para migrantes en Florida, rodeado de una fosa con cocodrilos importados para hacer más peligroso cualquier intento de escape de los migrantes. Pero eso sí, se venderá mercancía del lugar denominado “el alcatraz con caimanes”.
Y ya no son solo mexicanos y latinos los que sufren de abusos y vejaciones en estos campos de concentración y exterminio. Ahora son también alemanes y canadienses son los que sufren de prisión y de los malos tratos que pueden desembocar en la muerte.
No son ni amigos ni socios. Y las cosas van a empeorar. Estados Unidos no se está “acercando” al fascismo. Ya están ahí.