1. Colón y Cortés

Cuando Cristóbal Colón avistó la isla llamada a posteriori “San Salvador”, durante su primer viaje auspiciado por los reyes católicos, no sabía que “descubría” un continente; tampoco lo supo en los siguientes tres viajes de un total de cuatro. Lo que él quiso, atravesando el Atlántico desde España, fue unir Europa con Asia; como decir, alcanzar por mar la cola del “viejo” continente. La claridad en este punto de Edmundo O’Gorman, y su desarrollo, en su obra Invención de América, es primordial.

Independientemente de ello, el 12 de octubre de 1492 sería trascendental porque las consecuencias de ese hecho trastocarían el curso de las vidas tanto de los habitantes y organizaciones sociales de las “nuevas” tierras, como la de los europeos. Ese intercambio modificaría asimismo lo que conceptualmente Alfred Weber llama la “corriente de la historia” que, desde la perspectiva “occidental”, había tenido un curso de aproximadamente 1500 años en su etapa histórica teniendo como parteaguas a Roma y el judeocristianismo.

En el contexto de esa corriente de la historia, las agrupaciones “originarias” serían vencidas por los elementos europeos de dominio, destrucción e imposición creando con los siglos lo que hoy es continente americano desde Canadá y Estados Unidos hasta la Patagonia, atravesando México y el resto de la hoy llamada Latinoamérica. El primer viaje de Hernán Cortés a Cuba fue en 1504, apenas 12 años después del arribo de Colón a las Antillas. Y al capitán español le tomaría 15 años más emprender el proceso de la llamada “conquista” -en realidad, otra vez, invasión, destrucción e imposición- una vez consumada en 1521 con la caída de Tenochtitlan y Tlatelolco, las dos ciudades mexicas en su esplendor por entonces.

No se puede negar la importancia de estos y muchos estos personajes, pero sí es necesario someterlos a revisión crítica. Cuál fue su papel, cuál su importancia, cuál su “herencia” o impronta histórica. Y en el contexto del año 2021 pletórico de conmemoraciones y aniversarios, es lo que hemos procurado hacer. Toca ahora el turno a Colón y su significado expresado en una estatua, una escultura de la llamada Glorieta a Colón en el Paseo de la Reforma.

2. Colón y Tlali

En 2020, el monumento a Colón fue retirado de su sitio, donde estuvo desde finales del siglo XIX (1877), con la excusa de darle mantenimiento y restaurarlo, en realidad en un principio, para proteger la escultura de la acción destructora de las feministas extremistas que constantemente han agredido ese gran Paseo, su patrimonio artístico y cultural. La estatua no regresaría más, pues se anunció el 6 de septiembre que sería transferida al parque América, de la Alcaldía Miguel Hidalgo, y en su anterior sitio sería colocada una obra del escultor Pedro Reyes, que supuestamente representaba una cabeza femenina olmeca llamada Tlali.

En el caso de Colón, excepto el reclamo de grupos de extrema derecha, la mayoría ha tomado con calma la decisión de remover su estatua, pues ha entendido la revisión contemporánea de la historia (a nivel internacional incluso), y la significación actual del personaje.

En cuanto a Tlali, no convenció a nadie excepto quizá al escultor (que por cierto, no es una obra original, ya la había usado en trabajos suyos anteriores) y a quien lo contrató. Pero empezando por la expresión estética, que no halla identidad ni raíz en una supuesta mujer olmeca, se cuestionó además que no se haya consultado a la ciudad y se vio como una imposición, la elección del artista, etcétera. No convenció ni a derechistas ni a pro-indigenistas.

Entonces, Claudia Sheinbaum tuvo que dar marcha atrás y el 15 de septiembre anunció que se detenía la colocación de Tlali y sería el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos (COMAEP), el que determinaría lo que se colocaría en la ex Glorieta a Colón.

3. Extremismos absurdos

En medio de la polémica, la jefa de gobierno recibió carta firmada por más de 300 artistas solicitando la suspensión de Tlali argumentando tres “razones” básicas; y aquí vienen los absurdos y extremismos.

  • Que el escultor Pedro Reyes es un mestizo blanco no auto identificado como indígena o indigenista. Una aberración, pues significa una discriminación a la inversa. Y por otro lado, desde este absurdo, por dar algunos ejemplos, William Shakespeare jamás habría abordado el drama de un hombre de la raza negra, Othello, el moro de Venecia, convertida posteriormente en Otello, una ópera magistral de Giuseppe Verdi, que siendo italiano tampoco podría haber compuesto la obra. O ningún blanco habría intentado elaborar artísticamente el encuentro entre occidente y oriente por medio de la tragedia de Madama Butterfly en una línea artística que transcurre por John Luther Long, Pierre Loti, Giacomo Puccini, Fritz Lang y Bernard Latan, entre otros. ¿Y qué decir de los más de 20 autores y compositores blancos, sobre todo europeos, que han tratado el tema de Moctezuma? ¿Y del gran dramaturgo mexicano, mestizo, Sergio Magaña y su Moctezuma II?
  • La perspectiva de la carta es feminista e indigenista; de acuerdo a ella, la obra que se coloque en Reforma necesariamente tendría que ser mujer e indígena. ¿Por qué razón si no se trata de confrontación de mujeres vs hombres, de feministas vs machistas, de mestizos vs indígenas?
  • Para el humor involuntario (o el cinismo), entre los firmantes de la carta leo los siguientes apellidos: Mayer, Jáuregui, Wolffer, Abarola, Gorráez, Emmelheinz… Como se ve, suenan poco nativos, nada originarios…

4. El Comité de Monumentos y Obras Artísticas

El Comité responsable ahora por la obra artística a colocarse en vez de la estatua a Colón debe de considerar todas las perspectivas posibles, históricas y estéticas, mas no debe dejarse presionar por organizaciones extremistas ya sean feministas, indigenistas, derechistas, izquierdistas, o de la razón que sean.

Debe prevalecer la cordura y sobre todo, debe razonar que más que elementos de división o parcialización, tienen que encontrarse los símbolos de identidad nacional, los que no sean fácilmente cuestionados. Tómese en cuenta que se trata de una representación muy importante en la avenida más importante de la capital del país y acaso del país mismo; entonces tiene un alcance nacional e internacional.

5. Piedra, maíz, chile y cacao, símbolos de identidad

Ya desde hace un mes propuse tanto en videocolumna y columna cuatro símbolos de identidad nacional difícilmente cuestionables, esenciales. Vuelvo a proponer, en esta ocasión ya al COMAEP:

  • Piedra. Desde los olmecas a los mexicas y por supuesto durante el periodo colonial y hasta el presente, su importancia es fundamental, tanto en lo urbano como en la representación simbólica y en lo artístico y estético.
  • Maíz. Qué elemento y qué alimento más integrador que este. De Norte a Sur, de Este a Oeste, para todos los mexicanos del país y los millones en el extranjero. Así como el arroz fue proveído por Asia, y el trigo por Medio Oriente y Europa, la aportación mexicana para el mundo, en sus múltiples formas, es el maíz.
  • Chile. Condimento, ingrediente primordial de la alimentación y la gastronomía mexicana en todas las regiones del país.
  • Cacao. Surgido, al menos en términos de registro, en territorio olmeca-maya para México y para el mundo. Es un elemento mexicano y universal.

6. Propuesta escultórica para el Comité

El COMAEP tendría que pensar en una escultura abstracta o figurativa que represente los 4 símbolos esenciales de lo mexicano: la piedra, las variedades del chile, y las mazorcas del maíz y el cacao. ¿Quién se opondría a semejante propuesta artística y simbólica significativa para la integración y la unidad nacional? Difícilmente alguien.

Héctor Palacio en Twitter: @NietzscheAristo