“Cuando salgan de la escuela, por favor pasen a la gasolinera porque ayer que fui no me pusieron el tapón”, le pidió Teresa a sus hijos. Y así lo hicieron, saliendo de la preparatoria CONALEP los jóvenes fueron a la estación de servicio. “No, mamá, no lo tienen”, eran las 19:15 de la noche del 26 de febrero de 2025 en Tecate, Baja California. Fue la última vez que Teresa escuchó la voz de su hijo. “No, mamá, no lo tienen”… Han pasado cuatro meses sin que la madre del Sergio Martín González Estrada sepa de su paradero; 2 mil 880 horas de no poder protegerlo, de no dormir, 172 mil 800 segundos de ser presa de la desesperación por no saber nada de su hijo, recordar y recordar: “No, mamá, no lo tienen”…
Tres cuadras adelante de la gasolinera, el carro en el que viajaban los dos hermanos fue interceptado, dos hombres encapuchados apuntaban a cada uno de su lado, ordenándole, exigiendo a Sergio que se bajara. Él obedeció mientras su hermana gritaba llena de terror que lo dejaran… Subieron a Sergio en un auto negro y se lo llevaron… Él había olvidado su celular en su casa, pero llevaba el de su hermana.
Hasta el día de hoy, su mamá no ha recibido el apoyo necesario de las autoridades; una madre más que se convierte en buscadora y que sin cordura por el dolor, encuentra la fuerza para encontrar el sosiego obligado para investigar y recordarlo todo; hasta el más nimio detalle de los últimos días, de lo que pasó y platicó con su hijo antes de que lo levantaran.
En la mayoría de los estados de la república, no hay seguridad a ninguna hora del día; sigue en aumento el número de desaparecidos, los levantones… Es terrible salir de casa y a veces olvidar que tal vez jamás regresarás.
Teresa pidió a las autoridades la sábana de llamadas del celular de su hijo. “No hay ninguna después de los sucesos, señora”. Ella intuyó que las había y fue a la compañía telefónica, le proporcionaron la lista, en efecto las había, y el ministerio público se las negó. ¿Por qué? ¿Para frenar las molestas investigaciones? ¿Para proteger a alguien? Así la justicia, la indiferencia de los funcionarios se hace líquida y emana de sus poros… No, no hubo llamadas, nosotros la mantendremos informada”.
La voz de Sergio ya no se escucha en su casa. Su ausencia lo absorbe todo… La vida perdió sentido para su madre; su hermana ha de revivir una y otra vez el terror de ver cómo se llevaban a su hermano, ha de sentir el frío de la boca del arma que estaba recargada en su cabeza, debe escuchar una y mil veces esa voz que le exigía que se callara o se la llevarían a ella también; aún cerrando los ojos debe ver la mirada de Sergio llena de palabras sin pronunciar, rogándole que se callara. Debe ver las imágenes que le trae la memoria traicionera repitiéndose sin cesar; el momento que subieron a su hermano en el vehículo negro… Su silueta, el contorno, debe escuchar el obligado silencio de aquella noche cuando la oscuridad impregnada de inseguridad e impunidad lo engulló…
Teresa Manuela Estrada, invadida por la angustia y el terror, reportó que el 26 de febrero de este año, su hijo, Sergio Martín de tan solo 16 años, había sido levantado en la colonia Zapata, en las inmediaciones de la calle Salinas de Gortari en el municipio de Tecate.
La mamá de Sergio realizó la denuncia ante la Fiscalía del Estado de Baja California y ahí está, apilada como muchas otras en la cruel e indiferente espera, llena como la mayoría de omisiones e irregularidades.
La familia es presa del terror, su vida cambió de un segundo a otro, la oscuridad es lo único que ven, indiferencia es lo único que reciben, la desesperación es la que los invade…
Negaron las autoridades que hubiese algún video del C5, a Teresa gracias a su insistencia, le fue proporcionado uno, en el que se ven dos autos negros y uno blanco que es en el que viajaban sus hijos, la grabación muestra imágenes vivas que solo duran unos segundos. Desesperación y angustia generan al verlas, con ganas de desintegrarte para meterte en la pantalla, en el tiempo pasado hacerte corpórea para poder hacer algo, intervenir y poder ayudarlos…
La fiscalía no ha ofrecido el apoyo demandado, el seguimiento o el curso legal y administrativo para la búsqueda de Sergio. Se ha negado a proporcionar a su familia la protección solicitada, ya que temen por su seguridad por haber hecho la denuncia, por haber mencionado nombres y relatado lo acontecido la víspera a su desaparición. La familia ha recibido amenazas…
Un ir y venir, cartas dirigidas a todos: a la Fiscal General del Estado de Baja California, a la gobernadora Marina del Pilar; a Rafael Orozco Vargas, fiscal central del estado de Baja California; al director de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Tecate, al Titular de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de la República, al fiscal general Gertz Manero a todas las instancias, todos los nombres, todos los caminos y nada pasa…
La gobernadora Marina del Pilar debe tener el conocimiento que Tecate, Baja California, enfrenta una crisis de desapariciones; que “La Rumorosa” catalogada como “Pueblo Mágico” se ha convertido en un laberinto de terror y en un cementerio. Ya no es lo de antaño, el atractivo mundial reconocido por su naturaleza, historia, leyendas y rutas escénicas. La belleza de las rocas de granito erosionadas que han tomado diferentes formas, la carretera escénica Mexicali-Tecate famosa por sus curvas, con vistas de paisajes únicos, fue considerada como una de las rutas más espectaculares de México, hoy, transitar por ella es peligroso, tal vez no puedas terminar de hacer ese recorrido serpenteante sin que te salga al paso algún criminal.
El nombre de la Rumorosa proviene, según se dice, de los vientos que parecen susurrar y hablar entre las rocas… Ahora esta belleza es disputada por los cárteles ya que La Rumorosa es una de las rutas principales para el trasiego de drogas.
¿Será que en este tiempo, con este aire de violencia y falta de empatía se escuchen ahora los rumores y susurros no solo de las rocas sino también de aquellos que se encuentran bajo la tierra?
Los invisibles del país, miles por toda la república, nombres que figuran en los registros oficiales, unos están aun con la tinta fresca y otros casi ilegibles, mohosos, y los ya perdidos.
Las desapariciones incrementaron en 2006, durante el sexenio de Felipe Calderón cuando este expresidente quiso desviar la atención por haberse robado la presidencia, muy valiente enfrentó a los cárteles, muy cobarde entró por la puerta trasera para recibir la banda presidencial por el miedo a las protestas por el fraude.
Sigue la colusión del crimen organizado con las autoridades, ésta no ha podido romperse, sigue la corrupción que se fortaleció en la época neoliberal, todo sigue…
Hemos de escuchar la voz de las madres, ser sensibles a su dolor, veamos a todos los que no están, recordemos nombres, alcemos por ellos la voz…
Así como Teresa, la madre de Sergio que lo busca incansable y grita: “¡creo me voy a volver loca, porque nadie hace nada!”, miles más gritan lo mismo por todo el país, unámonos a sus peticiones, exijamos que sus seres queridos sean buscados en el momento en que se levanta la denuncia, justo en ese momento…
Por esta indiferencia, por esta siniestra adaptación a la violencia, ¿no será que nosotros somos los que nos estamos volviendo locos?”