No solo un servidor lo vio venir, cualquier futbolero promedio en México supo que a la llegada de Mikel Arriola, un personaje 100% ajeno al futbol, habría retrocesos, experimentos fallidos y muchas más barbaridades. Comenzó dando la razón desde el primer día, un peón de magnates como para lo que fue diseñado, desde el centro académico neoliberal y semillero de funcionarios públicos de dudosa ética en México por excelencia (el ITAM), avaló la obscenidad del no descenso/ascenso, la eliminación del torneo de copa doméstico y venía (vendrá, sino renuncia pronto) más: la puesta al servicio del futbol mexicano para los intereses de los Estados Unidos ya la logró. Un país al que, así le de FIFA 14 sedes de Copa del mundo, el “soccer” nunca será del gusto de los estadounidenses, ya que tienen sus deportes propios, insertados todos en la lógica (su lógica) de ser una burbuja, el mundo entero ellos sin otros países que son más de 200.
Como llaman a su final de Liga de beisbol es de dar ternura: ‘la serie mundial’. De hecho por todo eso, ningún estadio en la Copa del Mundo de 1994 ni tampoco en la de 2026 fue ni será de futbol, sino de otros deportes adaptados estos para un negocio que, de cuando en cuando se vende para extranjeros y que es el ya citado soccer. Ni Pelé en su momento ni el Cosmos ni Beckenbauer ni USA 94 ni la MLS y su pleyade de estrellas veteranas ni tampoco ahora el pretendido dream team del ínter de Miami lo lograrán. Punto con eso.
Ahora bien, Mikel Arriola no sé qué deporte dirige. Muy lindas sus luces estroboscópicas con cada gol y en cada estadio, los fuegos artificiales detrás de las porterías, pero eso de tomar el tiempo en cada saque de meta y/o de banda es un despropósito, el ritmo y la cadencia de juego que cada equipo imprime en la cancha son parte del estilo de cada escuadra; de sus tácticas y su estrategia. Y así lo ha sido desde que el futbol se inventó; ahora, eso de una serie de penales por cada empate con la idea de otorgar un punto extra es la receta perfecta para trastocar aún más el juego en algo cada vez más lejano a la esencia del futbol. No Mikel, no directivos, no dueños de Clubes, México y su afición no quiere una liga de soccer, sino una con un nivel futbolístico cada día mejor.
