“Y yo quedé prendida a tu tormenta

Perdí el timón sin darme apenas cuenta

Como una ola tu amor creció

Como una ola

Bajé del cielo una estrella en el hueco de mis manos

Y la prendí a tu cuello cuando te dije te amo

Pero al mirarte a los ojos vi una luz de desencanto

Me avergoncé de mi estrella y llorando me dormí.”

ROCÍO JURADO

Arturo Zaldívar, ministro —expresidente— de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, volvió a demostrar que siempre se puede caer más bajo cuando lo único que se busca es agradar al partido en el poder.

El pleno inició ayer la discusión sobre la acción de inconstitucionalidad promovida por senadores de oposición en contra de las reformas que transfirieron la operación, la administración y la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional. El día de hoy continuará la discusión.

Hasta este momento, el mencionado ministro y la afamada plagiaria, Yasmín Esquivel, son los únicos constitucionalistas que avalan dicha militarización. Y es precisamente al hacer “una defensa” de esa postura que la perorata de Zaldívar dejó mucho que desear.

Quedó lejos, muy lejos, el legista que en su momento votó en contra de la Ley de Seguridad Interior y de la militarización de Enrique Peña Nieto. Zaldívar pasó de ser un ministro crítico del gobierno a convertirse en un repetidor de lo dicho en Palacio Nacional, tal como lo hace Adán Augusto López

Y es que la corcholata que cobra en Gobernación ha realizado un cabildeo intenso en contra de los ministros “adversarios” (AMLO dixit). En ese proceso, uno de sus argumentos es afirmar que aunque la Guardia Nacional esté adscrita al Ejército, esta en realidad es civil pues depende del presidente de la República que es un civil…

Pues bien, Zaldívar mostró que, al igual que Esquivel, él también puede plagiar, en este caso discursos. Lo que es más, usó la detención y proceso que se sigue contra Genaro García Luna en Estados Unidos para defender la adscripción de la Guardia Nacional al Ejército. Total, uno y otro, ministro y secretario, repitiendo íntegro el discurso que antes dijo López Obrador.

Pero el constitucionalista fue más allá: dio una argumentación que no se aceptaría ni siquiera en primer semestre de derecho de una universidad patito. Balbuceó maromas argumentativas para justificar el porqué la Guardia Nacional debiera depender del Ejército.

Para que no quede duda, he aquí su intervención: “En efecto, no hay que confundir las secretarías de la Defensa y de Marina con el Ejército, la Fuerza Aérea o la Armada; ni la Defensa es el Ejército ni la Semar es la Armada de México; las primeras son instituciones civiles pertenecientes a la Administración Pública centralizada”.

¡Qué bárbaro! Decir que los militares no son militares sino civiles por depender de un presidente de carácter civil y ser parte de la administración pública federal civil, solo puede definirse como surrealismo militar. Únicamente le faltó decir que las Fuerzas Armadas son pueblo bueno, pero armado... Ok, eso ya lo dijo López Obrador…

El que el Ejército o la Marina sean parte de la administración pública federal no les quita su naturaleza castrense ni sus grados militares. Zaldívar lo debía de saber. Lo que es más, en México los titulares de dichas secretarías son miembros de las Fuerzas Armadas; no son secretarios civiles como en algunos/muchos países.

Pero el ministro utilizó otros argumentos insostenibles jurídicamente —que atentan contra preceptos donde la Constitución no permite interpretaciones—: si la Guardia Nacional es civil (él acaba de decir que sí lo es), entonces debe estar adscrita a la SSPF (Art. 21 constitucional).

Lo que atestiguamos ayer fue la actuación de una figura que ya no le interesa sobresalir como ministro constitucionalista; uno que pareciera buscar en estos momentos otras audiencias…

Habrá quien diga que todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión. Es cierto. Se concede que cambie su postura constitucional (lo cual debía ser diferente a cambiar de opinión), pero cuando ese cambio es un función de los vaivenes del partido en el poder —y más cuando el ministro está próximo a dejar la SCJN y decirle adiós al fuero—, ese cambio radical hace pensar…

CODA

La ministra plagiaria, además de defender que la Sedena opere a la Guardia Nacional, incurrió en un error fundamental al sostener que: “a la SCJN le corresponde juzgar y no gobernar, por lo que no puede interferir en el diseño de las políticas gubernamentales”. ¡Con razón la señora tuvo que plagiar su tesis! Lo que hace el tribunal superior es conocer cuando una ley es inconstitucional; el deber como ministros es ante todo defender la Constitución, interfiera eso o no con las políticas gubernamentales…

Esquivel ni siquiera sabe cuál es su función. En serio, si no se retira por plagiaria, que renuncie por no saber qué hace la SCJN.