En México hay un proceso de discusión, no en los mejores términos, sino con elementos distorsionantes, sobre los límites de la libertad de prensa y de ella en los medios. Para muchos el concepto que posee el Presidente de la República es muy estrecho, para muchos otros el concepto que ejercen hoy en México una parte de la prensa nacional y ella dentro de los medios electrónicos, es muy amplia y a querer o no, está ligada a la obstrucción cotidiana del programa planteado por la 4T-4R, a lo cual están en su derecho. En el fondo, el asunto no es circunscribirse a un concepto estrecho o híper amplio, sino desde nuestro enfoque, rescatar el contenido filosófico de la libertad de prensa, porque en los términos actuales, la polémica no tiene salida. Por ello me parece útil recuperar la filosofía política detrás del concepto.
En los procesos políticos nacionales de preservación del statu quo, la libertad de expresión por parte de quienes la ejercemos, contiende para que ella no sea reprimida o censurada, o incluso cancelada. Ineludiblemente esta práctica de crítica intensa objetivamente se alinea en el campo de quienes confrontan al poder establecido y quieren sustituirlo. En los procesos de cambio social, la crítica de prensa se comporta igual para seguir criticando al poder, pero también objetivamente se alinea en la dinámica de la confrontación política con quienes luchan contra el proceso de cambio. ¿Por qué?
Porque en ambos escenarios los líderes políticos opositores están prestos para hacer suyas las críticas, investigaciones, denuncias, etc. del sector social que investiga, opina o pelea en la prensa escrita o en los medios. Carmen Aristegui hizo una contribución a la deslegitimación y profundización de la crisis política en el sexenio anterior con dos investigaciones periodísticas y una crítica constante al poder, hoy trata de hacer lo mismo, pero no ha encontrado el “gran caso” comprobable que la catapulte al mismo sitio que logró antes. Está dando bandazos y oscila entre el “engaño” y “la falsificación” al hacerse eco de algunas seudo investigaciones de claro perfil anti AMLO, mucho más que anti 4T-4R. Veamos. Centrémonos en el último caso, en donde pretende probar sin éxito un conflicto de intereses o una corrupción indirecta del hijo mayor del Presidente pervirtiendo el trasfondo filosófico de la libertad de prensa como libertad de expresión, pero entendida por ella unilateralmente: el poder político no debe responder porque ataca esa libertad, debe dejar pasar todo aunque haya ataques abiertamente calumniosos o de simpleza política inaudita. Allí ya vamos mal.
Hay un planteamiento engañoso al reducir la libertad de expresión al carácter de un tipo de libertad negativa, donde el papel del Estado se limita a la “no censura”, a conceder “la libertad absoluta”, y, por lo tanto, condicionando su significado al respeto de un ejercicio simple como si se trata de un orador solitario que desde un lugar físico pregona sin causar daño a nadie. Así, la acción política de la libertad de expresión tendría como materialización concreta el ser ejercida por un individuo o muchos en forma aislada en un marco de acción reducido, y su capacidad de difusión de dicha acción política ejerciendo la libertad de expresión queda supeditada a la voluntad de quienes tienen los medios para difundir su forma de pensamiento, quienes tampoco tienen derecho de censurarla o limitarla, pero tienen “libertad de elegir” y pueden optar por no difundirla en ejercicio de esa otra libertad.
No es el caso contemporáneo de la libertad de expresión. Hoy se ejerce al seno de grandes corporativos transnacionales de la prensa escrita y la comunicación de masas, con una inmensa capacidad de impacto, por su estructura o su capacidad de difusión, o por ambas cuestiones, expresando y defendiendo muy poderosos intereses corporativos de carácter económico y socio- político. Tienen agenda, no funcionan con neutralidad política. Pensar eso es ridículo.
En estas condiciones, ¿el poder político por su rol público de garante de la libertad de prensa y de expresión está negado por principio a ejercer también tales libertades por voz de sus gobernantes? ¿Esta condición de ejercitantes del poder público les quita su condición de ciudadanos con todos los derechos iguales a los de sus representados? La respuesta es sí, porque los recursos que pueden movilizar los gobernantes son muy superiores a los de cualquier corporación privada. Y entonces, su obligación es callar al ser portadores, además, de una asimetría de poder. Esta argumentación es casi una tautología. Deben garantizar la libertad pero no pueden ejercerla porque violenta la condición de la libertad. Esta es una versión tramposa de falsificación ideológica de un principio liberal.
¿La libertad de prensa y/o de expresión, entonces está restringida a quienes son los portadores naturales de ella, periodistas y comunicadores? Este es el verdadero concepto estrecho y engañoso que usan casi todos los que hoy obstruyen un proceso de cambio desde la prensa escrita y los medios de comunicación. El concepto liberal de la libertad de expresión es un principio filosófico universal. Rechazarlo es considerar que no puede o debe haber interacción entre la prensa y el poder, sino unilateralidad desde la prensa. Absurdo, tramposo y engañoso.
En el caso último de la “supuesta corrupción” del hijo del Presidente AMLO, éste último como gobernante y padre de familia tiene derecho a defenderlo si considera que lo agreden injustificadamente, y más aún, calumniosamente. Además Carmen Aristegui pretende tramposamente “hacer de la avestruz” en tres hechos fundamentales: Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad funciona entre otros, con recursos de una organización de EUA que actúa en todos los países con una agenda propia y direcciona perfectamente bien tales “ayudas financieras”, no es neutral, Aristegui no lo ignora. ´
Colocar en medios masivos de comunicación tal “versión” en momentos de discusión de la reforma eléctrica que tiene sus opositores en EUA, tampoco es casual, ella lo sabe, y hacerse eco de una “exclusiva” de Carlos Loret de Mola, mucho menos lo es, porque ella se enganchó ya con el Presidente como lo está el comunicador despedido de Televisa y otros que hasta lo insultan con majaderías y bajezas en medios y los dueños lo permiten en aras de esa libertad de expresión degenerada, y se ha vuelto referente de ataques sistemáticos al Presidente y a la 4T-4R. La avestruz entierra la cabeza en la arena para ignorar lo que pasa a su alrededor, si desea ignorarlo.
El juego de la presentación de “esta investigación” sobre el Hijo del Presidente es la de un “engaño mediático” y una “falsificación ideológica”. No es una mentira, eso es algo distinto. ¿Entonces?. Presentan datos reales con interpretaciones y conclusiones falsas, aparentando y engañando a quienes les escuchan como si los datos que presentan avalaran las conclusiones que sugieren o expresan pero no es así. Es un juego de apariencias, de espejos, no de mentiras, no de datos falsos, sino de datos que sugieren que con ellos la conclusión es inevitable y eso es falso. Los datos no son concluyentes. Por ejemplo dicen: “los contratos otorgados a la empresa petrolera coinciden con las fechas en que el hijo del Presidente vivió en la casa de Houston, Texas”, pero no subrayan que la casa era rentada. ¿Contratos de cientos de millones de dólares a cambio de una disminución en la renta? Lo menos que se puede decir es que esto es una estupidez. Además: una coincidencia en el tiempo la presentan como prueba irrefutable de su dicho. Trampa, engaño y falsificación es lo que proyectan realmente, apta para disminuidos mentales.
Pero además, los procesos de falsificación ideológica que tienen por objetivo central presentar supuestos falsos de un hecho proceso o evento y hacerlos pasar por postulados verdaderos mediante una operación de engaño ideológico, cuadran también con este caso: dicen, el presidente no tiene una filosofía de austeridad en su gobierno y en su personalidad política, ni tampoco es honesto porque permite la forma de vida opulenta de su hijo en el extranjero, y acepta generar grandes beneficios a una empresa extranjera para beneficiar esa forma opulenta de vida. Conclusión: no hay autenticidad en las proclamas de austeridad ni de honestidad como gobernante. Los supuestos de la corrupción y la deshonestidad de hijo y Presidente son concluyentes porque hay datos que los respaldan. Falso totalmente.
¿Pruebas?: los datos sobre contratos, direcciones de casa en Houston, nombres de empresas, de personas, fechas, ¿y las evidencias de corrupción?. Más datos sobre contratos, sobre monto de los contratos, y ¿las pruebas sobre la corrupción? No se cuestionan los contratos, ni que vivió en esa casa y es una residencia opulenta, se cuestiona que eso sea evidencia de corrupción del hijo y del Papá. Por tanto, pruebas no las hay, no se presentan. Ante esa grave carencia se opta por una salida ideológica: el Presidente ataca a quienes denuncian, es autoritario, no soporta la libre expresión, descalifica al “gremio periodístico”, etc. Una salida ideológica para evadir la falta se soportes sólidos a una conclusión engañosa y falsa.
Aquí en estas columnas han quedado plasmadas mis críticas a distintas políticas, acciones y vacíos del gobierno actual, constructiva y propositivamente, pero esta patraña mediática por su simpleza y baratura merece ser denunciada.