Dos competencias entretienen a la comentocracia mexicana: la primera, esforzarse por ser el o la columnista que sea capaz de odiar más intensamente a AMLO. La segunda, encontrar el argumento más absurdo que convenza a la presidenta Claudia Sheinbaum de romper con el expresidente López Obrador. Hay empate en ambas contiendas

En la primera, la del odio a AMLO, han hecho los mismos puntos Raymundo Riva Palacio, de El Financiero, y Ciro Gómez Leyva, de Excélsior y Radio Fórmula. Raymundo hoy insiste en que la FGR vinculará a proceso a “alrededor de 20 funcionarios y exfuncionarios de alto nivel cercanos al expresidente Andrés Manuel López Obrador”. Ciro ayer le dijo a Denise Maerker que bendice a quien intentó matarlo, mientras que a Andrés Manuel le desea que“se vaya al diablo”.

En la segunda competencia, la de buscar cómo lograr que Claudia se pelee con Andrés Manuel, empatan en el liderato Joaquín López Dóriga, de Milenio y Radio Fórmula, y Armando Catón Fuentes Aguirre, de Reforma. Hoy, López Dóriga elogia de la peor manera posible a Claudia porque, al hacerlo, insulta a AMLO: “Ella de subida; él y los suyos de bajada”. Catón dijo ayer que le entristecía que, en sus recientes giras, la mandataria se haya dedicado a defender al expresidente.

No disminuirá el odio a AMLO entre la comentocracia. Andrés Manuel hizo mucho daño a propietarios de medios de comunicación y a periodistas famosos no solo al exhibirlos como mentirosos, sino también, y sobre todo, al quitarles demasiados millones de pesos que los gobiernos del PRI y del PAN les entregaban.

Nadie, desde luego, censurará tales manifestaciones de odio contra el expresidente. Tampoco veo que los y las columnistas se vayan a cansar de insultar y calumniar a Andrés Manuel: el rencor es infatigable.

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Lo que no ocurrirá, por más que lo busquen, es que Sheinbaum rompa con AMLO. La presidenta y su equipo respetan y aprecian al expresidente. Lo demostró ayer la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, en una inteligente defensa que hizo de López Obrador y sus hijos en la Cámara de Diputados y Diputadas.

En el juicio a AMLO la historia coincidirá con Claudia y Rosa Icela y no con la comentocracia.

Hace unos días repasé un episodio fundamental en la trayectoria de lucha de AMLO y de quienes han estado a su lado durante tantos años, como Claudia Sheinbaum y Rosa Icela Rodríguez. Hablo del plantón de 2006 en el Paseo de la Reforma que llegó hasta el Zócalo capitalino.

Lo hice porque algunas personas, que cuestionan a la 4T, me preguntaron qué se había logrado con ese plantón. Es la misma pregunta que me hice cuando, el 30 de julio de 2006, Andrés Manuel López Obrador dijo a la multitud reunida en el Zócalo de la Ciudad de México: “Les propongo que nos quedemos aquí, en asamblea permanente (…) que permanezcamos aquí, día y noche, hasta que se cuenten los votos y tengamos un presidente electo con la legalidad mínima que nos merecemos los mexicanos”.

Yo estaba ahí, cerca de AMLO, en el templete desde el que hablaba el tabasqueño. ¿Qué vamos a lograr con eso? Tuve dudas, lo admito y las expresé, más tarde, ese mismo día, en una breve charla con Andrés Manuel mientras se instalaban las tiendas de campaña. Me respondió: “Tenemos que darle una salida pacífica a la indignación de la gente”.

El cambio pacífico es lo que se logró con la larga protesta en las calles de la Ciudad de México. Un proceso democrático y no violento que el fraude electoral amenazaba de muerte.

El plantón posteriormente contribuyó al triunfo definitivo del proyecto de izquierda que hoy encabeza Claudia Sheinbaum, una mujer comprometida con los principios que siempre guiaron a AMLO, el expresidente ahora mismo prudentemente en un retiro voluntario, en el que se debe reír a carcajadas cuando escucha que columnistas como Ciro lo han mandado al diablo.