Como se sabe, María Corina Machado fue galardonada hace unos días con el Premio Nobel de la Paz. Debido a restricciones de viaje, su hija recibió la presea en Oslo, Noruega. Enseguida, pronunció un alarmante discurso, en un inglés impecable, en el que no solamente describió el estado de la política en Venezuela, sino que enumeró la serie de pasos seguidos por el régimen chavista dirigido al desmantelamiento de la democracia en ese país.

Sin el ánimo de exagerar, debe reconocerse que los paralelismos con México son escalofriantes. Si bien este país y el sudamericano son distintos en términos de tamaño, de geografía y de integración comercial con Estados Unidos, las palabras de las Machado no deben caer en oídos sordos.

El régimen obradorista, lejos de celebrar el reconocimiento de Machado, ha reaccionado de la manera más reprobable posible. La presidenta Claudia Sheinbaum, fiel al discurso de su antecesor, reiteró su desdén hacia la galardonada. Ante una pregunta expresa de un reportera, espetó un “sin comentarios”, en una reafirmación de su repudio a la trayectoria de la política venezolana.

Los corifeos del régimen no se han quedado atrás. Bajo el rancio discurso de un supuesto “entreguismo” de Machado a los intereses de Estados Unidos, la han llamado fascista y traidora a la patria. Se han mofado de su trayectoria, repudiado el galardón y minimizado su labor. A la vez, se han callado para denunciar la tragedia impuesta por Maduro a los venezolanos, negándose reiteradamente a reconocer que Venezuela es hoy una dictadura.

En realidad lo que los obradoristas han reiterado a México y al conjunto de la comunidad internacional es su profundo desdén hacia los valores liberales universales, tales como la democracia, la libertad, el Estado de derecho, la independencia judicial, las elecciones libres y la libertad de prensa: elementos desterrados en Venezuela y en proceso de desaparición en este país.

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La presidenta Sheinbaum, en un acto de manipulación de la opinión pública, ha esgrimido la desfasada doctrina Estrada –o de la no intervención en asuntos del exterior– si no se tratase en los hechos de una defensa ideológica del régimen de Nicolas Maduro, mismo que ha hecho pedazos Venezuela, que se ha convertido en fábrica de pobres y que ha provocado el éxodo de millones de venezolanos.

Sheinbaum y su partido, en sentido contrario de la lucha por la democracia liberal y las libertades, ha enviado un mensaje de apoyo a Maduro; igual que lo hizo en su momento AMLO y como lo han hecho reiteradamente los grandes impresentables de la clase política como el senador Gerardo Fernández Noroña. Es una pena.