Una de las maquinitas inventoras de información falsa para dañar al gobierno humanista que el pueblo eligió en 2018, y que dado su buen desempeño decidió volver a elegir en 2024, se apellida Loret. Hablo en diminutivo porque son humanos muy pequeñitos en principios y virtudes.

Se escucha o se lee claramente en su repetitiva diatriba embustera, como en la escrita el 15 de octubre del presente año “La Aristocracia del Bienestar”, cómo basa el aburrido desarrollo de su texto en una sola frase, que asegura dijo el presidente López Obrador cuando supo en su momento del comportamiento inaceptable de Romo y Esquerra.

Dice Loret que se lo contó “uno de los más relevantes secretarios de Estado”, pero no dice el nombre, a pesar de que cualquiera puede averiguar quién fue este en aquel momento de su presidencia.

¿Por qué lo hace? Porque para variar, reitero, este obsesionado individuo, miente a quien lo escucha o lee. Si no fuese así, que salga a la luz el mencionado secretario de Estado a confirmar esta información.

Es la clásica exposición del tizne que hay que seguir produciendo para denostar al gobierno actual, acusándolo sin tregua de las mismas patologías de antaño, reflejándose en su propio espejo sin percatarse de ello el pobre de Loret, siendo que sobre su riqueza obtenida prostituyéndose como periodista al calumniar, al servir a sus jefes. Sí hay pruebas comprobables: casas de ultralujo, propiedades, cuentas millonarias, privilegios, tráfico de influencias.

Las columnas más leídas de hoy

La misión para lograr esta fortuna, el objetivo tan bien remunerado, siempre ha sido el ensuciar al gobierno del pueblo con lo que se le ocurra y a la vez intentar restablecer al gobierno autocrático anterior controlado por unos cuantos.

El individuo en cuestión maneja números y acciones de supuesta corrupción de parientes cercanos al presidente López Obrador desde hace años, pero jamás ha presentado ninguna prueba de lo que asegura. Si lo dicho o escrito por él fuese cierto, se hubiese ya procedido legalmente contra ellos. Con una sola copia de la escritura de alguno de los bienes y/o comprobantes de negocios obtenidos al amparo del poder que asegura poseen estos, bastaría para enterrar al proyecto de nación que representa a la mayoría de los mexicanos y mexicanas. Pero no, no existen. Tampoco existen los manejos indebidos del presupuesto de la nación y, si así fuere, nadie es impoluto, se tomarían medidas drásticas como la que tomó AMLO al sustituir a Romo y a Esquerra. La persecución de la honestidad pública y la justicia igualitaria es pilar principal del nuevo proyecto de nación del que hoy gozamos.

Solo existe lo dicho o escrito con tan constante insistencia, lo que debía preocupar a la familia de Loret, en la programación de esta particular maquinita inventora de mentiras. La preocupación radica en la práctica diaria de la distorsión y la extensión en tiempo de dicha frustración obsesiva dentro de un cerebro programado para inventar lo que no es; dañándose el tejido de la comprensión al mostrarse por tantos años abiertamente carente de la principal virtud con la que debe actuar quien se dedica a la profesión del periodismo.