No es fácil ir contra la gente muy mala relacionada con las fuerzas armadas. El gobierno de México lo ha hecho. Leo la información a las cinco de la mañana en Reforma: ‘Cae vicealmirante por huachicol fiscal’.
El reportero Abel Barajas demuestra que es un tema mayor la aprehensión del vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna —sobrino político del almirante Rafael Ojeda, quien fuera secretario de Marina en el gobierno de AMLO—. Dice el periodista que se trata del “golpe más importante de las administraciones morenistas contra un alto funcionario de seguridad”.
A Manuel Roberto Farías Laguna se le acusa de tener vínculos con el huachicol fiscal, un delito que daña a México tanto como el narcotráfico. A su hermano Fernando, contralmirante, también se le ha señalado por actos de corrupción en la Secretaría de Marina.
Se trata sin duda de otro éxito notable de la Fiscalía General de la República, encabezada por Alejandro Gertz Manero, y de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, cuyo titular es Omar García Harfuch.
Pero, sobre todo, debe destacarse que la aprehensión del vicealmirante Farías Laguna es una demostración, con hechos, de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la última vez que se refirió a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum dijo tres verdades y una falsedad —esta evidentemente para agradar a sus votantes—.
Las verdades de Trump: la presidenta es ‘increíble, elegante, hermosa’.
La falsedad propagandística del presidente de EEUU: que Sheinbaum ‘tiene miedo’.
Cualquier persona gobernante necesita dos virtudes para ir contra gente muy cercana a las fuerzas armadas de su país: honestidad y valentía. Se ha comprobado, otra vez, que existen en lo más alto de la presidencia de México.
Lo más difícil de manejar en los cargos de poder es la parentela. Esto me lo dijo hace muchos años un exgobernador de Nuevo Léon, Alfonso Martínez Domínguez. No lo entendió así el almirante Rafael Ojeda y hoy la familia de su esposa sufre el infierno de enfrentar acusaciones gravísimas.
El propio Ojeda, desde luego, tendrá responsabilidad al menos por haber permitido los excesos de sus sobrinos, y deberá dar explicaciones muy claras acerca de lo que no hizo el pasado sexenio en su dependencia. Será de la mayor trascendencia que lo haga para llegar a fondo en el combate al huachicol fiscal, en el que deben participar gobernadores, exfuncionarios federales, alcaldes, jefes de policía, etcétera.
Hay muchos más sobrinos, hijos, cuñados, ahijados de políticos poderosos señalados por comportamientos indebidos. Se les tendrá que llamar a cuentas, a los parientes y a los políticos que les han permitido tantos abusos.