Conocí a Samara Martínez hace algunos meses, por medio de sus redes sociales. Tiene 30 años, pero su mirada refleja la sabiduría de quien ha vivido mucho más. Desde muy joven, su cuerpo ha sido un campo de batalla, enfrentando enfermedades que la han llevado a hospitales, quimioterapias, trasplantes y diálisis. Hoy, su vida depende de una máquina que reemplaza sus riñones. Pero Samara no es solo una paciente; es una guerrera, una soñadora, y su historia me ha tocado el corazón, como a miles de personas.

Conforme fui conociendo su historia recordé un libro que leí durante la pandemia por Covid-19 y que me emocionó hasta el llanto por una situación familiar: “La morada infinita: Entender la vida, pensar la muerte”, del médico Arnoldo Kraus, quien plantea que la lucha por la salud es valiosa siempre que exista la posibilidad real de mejora e incluso de curación. Sin embargo, considera inútil oponerse a la muerte a toda costa, incluso con dolores inhumanos que debilitan cada día no solo el cuerpo físico, también la mente, pues el paciente sabe que en algún momento morirá. Recomiendo ampliamente su lectura.

Samara cuenta su historia en Instagram y en Tik Tok. Lo hace siempre con una honestidad que asombra. No hay victimismo en sus palabras, solo una profunda aceptación de su realidad y un deseo inmenso de vivir cada día con plenitud. Habla sobre el dolor, sí, pero también sobre la belleza de los pequeños momentos, la importancia de la familia y la fuerza que encuentra en su interior. Y sobre todo habla de su sueño: una muerte digna, sin sufrimiento, rodeada de amor.

En México, la eutanasia sigue siendo un tema tabú, una conversación que evitamos tener. Samara, en sus videos, siempre habla sobre pacientes que sufren en silencio, familias que se sienten impotentes y una ley que les niega el derecho a decidir sobre su propio final.

Ley Trasciende: un legado de amor y compasión

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Por eso, la joven mujer ha impulsado la Ley Trasciende, una propuesta que busca cambiar esta realidad. Su planteamiento es simple: reconocer el derecho de cada persona a una muerte digna, garantizando que ese momento ocurra sin dolor, con acompañamiento médico y el apoyo de sus seres queridos. No se trata de promover la muerte, sino de permitir que cada uno pueda decidir cómo vivir sus últimos días, con dignidad y paz.

Países como España, Bélgica, Países Bajos y Canadá han demostrado que es posible legislar sobre la eutanasia de manera ética y responsable. Estas leyes no han llevado a una banalización de la muerte, sino a un mayor respeto por la autonomía y la dignidad de las personas. México tiene la oportunidad de seguir este camino, de dejar atrás el sufrimiento innecesario y de construir una sociedad más compasiva.

La valentía de Samara, reflejada en esa mirada serena, nos invita a reflexionar sobre nuestros propios valores, a hablar abiertamente sobre la muerte y a apoyar la Ley Trasciende, para que nadie tenga que sufrir en silencio.