Ya en días pasados hablé de las mujeres del presidente y cómo su inquebrantable lealtad hacia la figura de Andrés Manuel López Obrador deriva en que aun cuando sus perfiles y personalidades contrastan supervive un hilo conductor que las impulsa asumir roles diversos, traicionar sus principios, incurrir en delitos, y/o pisotear la Carta Magna solo para quedar bien con quien es el máximo dirigente de la Cuarta Transformación. Sus nombres: Delfina Gómez; Rosario Piedra Ibarra; Claudia Sheinbaum; Rocío Nahle; Yasmín Esquivel; Olga Sánchez Cordero; Beatriz Gutiérrez Müller; Rosa Icela Rodríguez; Luisa María Alcalde; y Layda Sansores, siendo quizá esta última la figura más desagradable porque concentra en una sola persona lo más despreciable de este ramillete de féminas.

La gobernadora de Campeche, la siempre polémica Layda Sansores, no es ninguna novata, sabe bien cómo mover el abanico en los asuntos políticos y no se anda por las ramas. Y es que, a diferencia de muchos otros, la gobernadora creció en un ambiente completamente priista, puesto que su padre Carlos Sansores Pérez, mejor conocido como El Negro, fue uno de los políticos más relevantes del instituto tanto en Campeche donde fue gobernador, como en la estructura nacional, donde llegó a ser el máximo dirigente.

Lo lamentable es que su hija no solo creció con la escuela de la vieja guardia priísta sino que se maneja con las mismas malas mañanas que quienes ostentaron antes el gobierno y que ahora están en el poder con otro nombre buscando una presunta Transformación.

Pero el asunto se pone peor cuando Layda le imprime su toque personal; entonces se pone más feo todo.

Sansores tiene un largo historial; después de sus 30 años como priísta donde fue consentida con diputaciones, senadurías y toda clase de beneficios emigró al PRD, pasó por Convergencia, Movimiento Ciudadano, Partido del Trabajo y Morena, donde finalmente consiguió la votación necesaria para ganar la gubernatura por su estado natal.

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Pero no sería correcto omitir sus andanzas por las Cámaras de Gobierno y dejar de comentar que en una de sus comparecencias, que sentaron precedente en el Senado, Layda se opuso a la reforma energética de Enrique Peña Nieto y parafraseó al escritor José Saramago:

“Ustedes que quieren privatizar y están con este ánimo de los tiempos nuevos, pues vayan, privaticen los sueños, privaticen la ley, privaticen la justicia. Pero, si quieren realmente que haya una privatización a fondo, vayan y privaticen a la p__a madre que les parió.”

Layda Sansores

O que en 2016, pugnó porque liberaran a los líderes sindicales del magisterio que habían sido encarcelados al oponerse a los cambios en el sistema educativo de aquella época.

El 24 de noviembre de 2016, Sansores San Román encaró personalmente a Peña Nieto, momentos antes de iniciar la entrega de la medalla Belisario Domínguez, para exigirle que revelara el paradero de los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa y le entregó el libro acerca de la investigación periodística sobre el escándalo derivado de la construcción de un ostentoso inmueble, propiedad de la pareja presidencial.

“Señor Peña Nieto,... le regalo este libro porque con la casa blanca usted nos deja un legado de corrupción y de impunidad. Ojalá le sirva.”

Layda Sansores

A Sansores también se le recuerda en el Senado porque facturó a nombre de la Cámara Alta toda una lista de productos de uso personal y de belleza, como tinte para cabello, desodorantes, pasta de dientes y despensa, cuyo monto ascendía a 59 mil 731 pesos. Facturó también 56 mil 274 pesos en maquillaje, joyería, ropa, bolsas y hasta juguetes a nombre del Senado.

Layda Sansores lo consideró como “información distorsionada”, sin embargo se le comprobó que además mandó a confeccionar con la diseñadora de modas Carmen Rion, una mascada y un vestido con los rostros de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, cuyo costo fue de 6 mil 500 y 7 mil 500 pesos, respectivamente, así como un saco que costó 9 mil pesos y un rebozo de mil 650 pesos. También cargo al erario del Senado 288 mil 476 pesos por la compra de ropa de casa y línea blanca, productos adquiridos en diferentes tiendas de la CDMX y Campeche.

En la investigación también se detalla que Layda gastó el 30 de noviembre de 2016, seis mil 610 pesos en 12 kilogramos de bacalao noruego y dos kilos de jamón serrano.

Sansores no ha estado exenta de señalamientos por enriquecimiento ilícito.

A través de su programa denominado “Miércoles del León”, Alejandro Rojas Díaz Durán, suplente del senador Ricardo Monreal, compartió el 26 de octubre de 2022 un video sobre el patrimonio de la gobernadora —según un trabajo periodístico—, consistente en 83 propiedades que fueron compradas en “cash”, es decir, al contado y de las cuales solo reportó 34 cuando era senadora.

Asimismo, habría adquirido edificios en el centro histórico de Campeche, gasolineras y terrenos frente a la playa a precios de tan sólo 2.24 pesos el metro cuadrado (m2).

Además se habría hecho de dos terrenos en el estado de Chiapas, el primero de ellos de 8,922 m2 en el municipio de Cacahoatán; y el segundo de 26,718 m2, los cuales equivalen a 990 casas del Infonavit.

Díaz Durán también destacó que el 2 de agosto de 2014, la también llamada “Reina del cash”, compró, en un solo día, seis terrenos al precio de 18 centavos por metro cuadrado.

Por si no fuese suficiente, a la gobernadora de Campeche, se le acusa de hacer el trabajo sucio del gobierno federal, a base de mostrar comunicaciones privadas extraídas de manera ilegal mediante el espionaje violando la ley y los códigos penales, primero para arrodillar al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, y conseguir los votos del partido tricolor para aprobar la militarización de la Guardia Nacional, y luego para descarrilar a Ricardo Monreal de la contienda por la candidatura de Morena a la presidencia de la República a fin de quitar obstáculos a su amiga Claudia Sheinbaum.

Pero el pasado martes recibió “una dosis de su propio veneno”, luego de que la revista Proceso diera a conocer capturas de WhatsApp extraídas de su teléfono móvil, en las cuales se muestran conversaciones con su sobrino quien habría estado infiltrado en el equipo de Alejandro Moreno.

Los chats revelan que Gerardo Sánchez Sansores, quien es sobrino de la gobernadora, así como la esposa de este, América del Carmen Azar Pérez, formaban parte del equipo cercano del dirigente priísta.

Según la revista, tanto Gerardo Sánchez como América del Carmen Azar eran ‘agentes dobles’ y ella incluso logró desviar recursos de la administración priista para la campaña de Morena.

Además, exhiben conversaciones que muestran tensiones entre integrantes del gabinete de la gobernadora con miembros destacados del gobierno federal y la forma en que daba “gratificaciones” a la prensa. Y no menos comprometedora es la presunción de que dispone de “un centro” de espionaje que habría conseguido con la ayuda del hoy fiscal general de Campeche, Renato Sales Heredia, y que quien lo opera es su sobrino “Gerardito”.

Tras la información publicada, la funcionaria arremetió contra Proceso,

“¿Esta fue de Proceso? No, que barbaridad. Ellos sí que inventan… sí estuve leyendo unos chatitos pero son tan imbéciles, no tienen gracia… brutos…”, dijo Sansores.

“Da vergüenza Proceso, ahora sí que da vergüenza (…) hoy es una mierda”, añadió la morenista en su programa Martes del Jaguar. “No tienen vergüenza”.

Así que, cuando se creía que ya se había visto lo peor de Layda Sansores, el abuso de poder, su enriquecimiento ilícito, la corrupción, su deshonestidad, su traición, su nepotismo, su actitud facinerosa y el espionaje, resulta que todavía nos faltaba conocerla “acorralada” y escuchar su finura al hablar. Una completa impresentable.

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