Algo positivo hay que reconocerle a la columnista de Reforma, después de todo.
Están muy desconectados de la realidad, a ras de calle, los “opinólogos” neoliberales y de extrema derecha que creen que la “popularidad” otorgada por los bots en Twitter (y por los empleados de la red social en México) se traduce en respeto y aprecio en la vida real.
Denise Dresser, a quién no le faltan espacios en los principales medios del país, por lo cual jamás podrá acusar de “censura”, no fue criticada en una marcha del 2 de octubre por intolerancia, sino por su comprobado clasismo y racismo que ha demostrado una y otra vez al utilizar términos cómo una “visión Macuspana” para referirse a las políticas del presidente y a quienes apoyan su proyecto.
Sin embargo, algo hay que reconocerle en su completa desconexión de la realidad: al menos se ha atrevido a ir, en una ocasión, a la conferencia “mañanera” (cosa que no ha hecho su otrora pareja sentimental Víctor Trujillo, “Brozo”, ni Carlos Loret de Mola, ambos del bodrio madracista LatinUS, por ejemplo). Se atrevió a exhibirse en la marcha de este 2 de octubre en el zócalo, cosa que no harían sus otros pares de la falsa “sociedad civil” empanizada cómo Claudio X. González.
Dresser puede ser provocadora, o de plano ser muy tonta para “leer el cuarto” y saber cuándo su presencia es prudente o no, pero al menos tiene más pantalones que los señores rancios que ahora la defienden -quizás, cómo parte de la “estrategia” de utilizar mujeres cómo golpeadoras, lo cual hemos visto con otras ultraderechistas cómo Lilly Téllez o Kenia López- y que jamás hemos visto, ni veremos en las calles. Hasta entre los fachos hay niveles.