“La rebeldía es la vida: la sumisión es la muerte.”

RICARDO FLORES MAGÓN

Ni el carisma ni la popularidad de López Obrador son trasladables. Tampoco se heredarán.

Así sea que los gobernadores de la 4T hagan un símil de las mañaneras o de las giras de fines de semana de Andrés Manuel, ello no les da impacto ni los hace más populares.

Naturalmente, decir lo anterior no es para que medio México —un poco más— o la oposición estén tranquilos. Tampoco para que otros de la misma 4T consideren que eso en automático los pone del lado de la victoria en el ya inmediato 2023 o en el 2024. De hecho, para las las tres corcholatas en particular, que buscan ser “agraciados” con la candidatura de Morena a la Presidencia, es algo que debe preocuparles.

¿Qué deben hacer estas? Y no solo estas, ¿sino también básicamente los que buscan un cargo de elección popular por Regeneración Nacional?

Sencillo: ser apuntados por el dedo presidencial. ¿Por qué? Ya que, directa o indirectamente, y a pesar de que López Obrador diga lo contrario, la realidad del dedazo está más viva que nunca.

¿Y cómo hacerlo? Convertirse en una persona sumisa al primer mandatario; garantizar -al menos en el discurso— la concreción de sus designios. Ser dignos herederos del obradorismo. Algo así como Maduro lo fue de Chávez en Venezuela.

Hay ya varias deprimentes muestras de ello. Algunas hechas de manera consciente sin duda, otras probablemente no tanto.

Se nos olvida, pero el primero en perfeccionar el estilo —para desgracia de toda la nación— fue el doctor Hugo López-Gatell. El galeno que olvidó su esencia de científico para trastocarse en un ser sumiso a las fantasías de López Obrador. Inolvidable su “tiene fuerza moral y por eso no se contagia”. La mimetización con su ¿pensamiento? y procederes logró que México tuviera una cantidad ingente de muertos producto del pandemia del Covid.

Más recientemente el ejemplo patético de esta sumisión de parte de Rosa Icela Rodríguez Velázquez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana. Titular de tan importante dependencia que no se ve, no existe. Sumisión hacia AMLO nunca mejor representada portando aretes de oro con la imagen del mandatario. Control —atropello indigno— por parte de militares.

La autoridad civil mimetiza a la propuesta de López Obrador de ceder el poder, todo el control a las Fuerzas Armadas de México.

Tal vez su peor forma: el retrato el pasado día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, simbólicamente aceptando estar subyugada, ausente, desaparecida en un solo gesto.

Algunos dirán que es lo que se espera de ella, de muchos otros: la entrega, la dócil genuflexión, el silencio…

Ya dijimos que Rosa Icela no fue la primera. Pero lo importante: les garantizo no será la última.

A mí, en lo personal, me preocupa esa actitud en quien puntea todas las encuestas rumbo a la Presidencia.

Y retomo lo que señalaba en un principio en este texto: carisma no se ve; popularidad tampoco. Una visión de país propia de ella,está ausente.

Encabezando las intensiones de voto pero reprobada en prácticamente todos los frentes de gestión. La más reciente encuesta de Reforma lo refleja claramente.

¿Qué ocurre que aun con el rechazo y su gestión reprobada, un 49% piense votar por ella, contra un 45% que votaría en contra? La explicación es sencilla: está plegada a López Obrador. Y lo que está plegado a él, recibe el apoyo de Presidencia, del gobierno, de Morena, de las estructuras del Estado y, por consecuencia, de mucha gente. De una gran mayoría de los simpatizantes del Ejecutivo federal ciertamente (es importante recordar aquí que la tasa general de no respuesta en la mencionada encuesta fue del 59%, lo cual nos indica que un porcentaje mayoritario no desean contestar o no saben a esta altura la orientación de su voto).

En la medida que él le dé su apoyo a Claudia, ella continuará a la cabeza. Mas ello sucedería con cualquier corcholata… ¿Se dan cuenta?

El apoyo que ofrece López Obrador a ciertas figuras se traduce en apoyo de la población a estas, no así en su popularidad.

Sin duda AMLO ha sabido, entonces, blindar su programa de gobierno. Este lo adoptarán sin duda los candidatos de Morena. La sumisión deja y no practicarla sería un suicidio.

¿Qué harían después con el legado del hoy presidente? ¿La completa sumisión es temporal o permanece una vez que esta se incrusta? Esa es otra historia.